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Lady Gaga, la rentabilidad de una marca global

Ha pasado de ser considerada la sucesora de Madonna a confirmarse como una artista única embarcada ahora en proyectos variopintos desde el cine hasta las galletas

Lady Gaga, en Roma el pasado 4 de marzo.
Lady Gaga, en Roma el pasado 4 de marzo.AGOSTINO FABI0 (Getty)

Stefani Joanne Angelina Germanotta, nombre real de Lady Gaga, tenía solo 24 años cuando lanzó su álbum Born this Way. Tras el éxito masivo de su disco de debut, publicado dos años antes, Gaga quiso dar ese salto que separa a las cantantes de pop comercial al uso de las grandes figuras de la cultura popular. Creó un nuevo alter ego para ella, la “madre monstruo”, se presentó al mundo como la protectora de los raros, los que son víctimas de bullying, y por un lado la jugada le salió redonda. Creó una enorme comunidad de fans, los little monsters, asegurándose un volumen de público fiel para tener buenas ventas de discos y entradas para sus conciertos. Sin embargo, en ese momento comenzaron a compararla con Madonna, por sus excentricidades y determinados movimientos en su carrera en los que la poderosa reina del pop había sido pionera dos décadas antes. Llegaron los años más duros para la cantante neoyorquina. Depresión y una fibromialgia que la llevaron a cancelar una gira junto a la tibia acogida de su siguiente trabajo, Artpop. Tocaba reinventarse y hoy, recién cumplidos los 35 años, la estrella más camaleónica de la década ha culminado esa transformación. Al principio lo intentó como crooner junto a Tony Bennett, un giro quizás demasiado aburrido para sus pequeños monstruos, pero hoy ha dado con la tecla. Se ha afianzado como una compositora reconocida, como productora y como actriz. Ha definido su propia personalidad y ha refinado su imagen, mucho más elegante. Un camino hacia la madurez que hoy la sitúa en su mejor momento, rebosante de salud y bendecida por el amor en su cumpleaños más especial.

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Gaga ha soplado las velas a miles de kilómetros de su casa de Los Ángeles. Los 35 le han pillado trabajando en la nueva película de Ridley Scott, que se rueda estos días en Roma. La creadora de Haus of Gaga, el equipo que creó en 2010 para tener un control total sobre su carrera y que incluye a estilistas y artistas visuales para ayudarla a recrear su particular universo, ahora habita en otra famosa casa. Tras el éxito de Ha nacido una estrella, película por la que consiguió el Oscar a mejor canción, interpretará a una de las mujeres más odiadas de Italia, Patrizia Reggiani, que terminó en prisión tras demostrarse que organizó el asesinato de su ex, Maurizio Gucci.

Habrá que esperar unos meses para disfrutar de la artista en House of Gucci, y comprobar si esta vez se lleva la estatuilla a mejor actriz. En Roma, Lady Gaga se deja ver con su nueva imagen, con el pelo de su color natural, castaño, y presume en redes sociales del enorme ramo de rosas que le envió a Italia su actual pareja, el empresario Michael Polansky. Junto a un hombre anónimo después de relaciones fallidas con novios pertenecientes al entretenimiento, como el modelo Taylor Kinney o el agente Christian Carino, la artista ha encontrado la estabilidad. Llevan juntos algo más de un año. Se conocieron poco antes de estallar la pandemia del coronavirus, y ella lo presentó como a un “amor estúpido” en referencia a Stupid Love, el primer sencillo de su álbum Chromatica. Un disco con el que Gaga ha querido exorcizar sus traumas del pasado, como la agresión sexual que sufrió cuando tenía 19 años, que la llevó a medicarse e ir a terapia durante mucho tiempo. Una catarsis necesaria para una víctima que ha salido triunfante de aquel trance, y que hoy ayuda a los que sufren.

Con su fundación Born this Way combate el acoso escolar y ayuda a los jóvenes LGTBI, participa en numerosas acciones solidarias de lucha contra la pobreza, y es una incansable activista política en Estados Unidos, como demostró desde el arranque de la era Trump hasta su actuación en la toma de posesión del actual presidente Joe Biden. Atrás quedan los años en que ocupaba las portadas por aparecer en una alfombra roja con un vestido fabricado con filetes de ternera. Hoy se habla de ella por su talento al piano, y el debate es si es mejor actriz que cantante. Tras apariciones en series como Los Soprano o Gossip Girl, sorprendió con su papel en American Horror Story: Hotel, y convenció a los más reticentes a su talento en Ha nacido una estrella.

El cine y la publicidad han sido sus grandes apuestas en el año de la covid-19, a falta de poder reencontrarse con sus fans en la gira de Chromatica, pospuesta hasta la vuelta a la normalidad. La pandemia ha sido muy fructífera para Gaga, pero también le ha dado un gran susto. Sus perros fueron secuestrados y el empleado que los paseaba fue tiroteado. Mientras se recupera, la policía trata de confirmar que la mujer que los devolvió no está implicada, y de ser así recibirá una recompensa de medio millón de dólares, una cifra que le valió algunas críticas en tiempos de crisis mundial. Ella no ha parado quieta, intentando promocionar su último disco echándole imaginación. Lo último, una alianza con la empresa que fabrica las galletas Oreo, que ha lanzado una edición en rosa con el nombre del disco, Chromatica. Un acuerdo millonario que se anunció con el propósito de “crear un mundo más alegre y tolerante” y que tiene el gancho de conseguir entradas VIP para el próximo tour de la diva. Un ejemplo de cómo Lady Gaga es una marca global y de que, pese a hacerse adulta, maneja como pocas la cultura digital para mantenerse como referente de la modernidad del público más joven.

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