The Weeknd: orgullo negro y futurista para la Super Bowl
La actuación de este revolucionario del ‘rhythm and blues’ se presenta como toda una reivindicación de la comunidad afroamericana en un año marcado por Black Lives Matter
Abel Tesfaye, conocido artísticamente como The Weeknd, sabe que se encontrará este 7 de febrero ante un momento verdaderamente simbólico, incluso mucho más simbólico del que se han hallado la mayoría de estrellas que han actuado en el descanso de la Super Bowl 2021, el escaparate televisivo más importante de Estados Unidos. Su actuación el domingo en el estadio Raymond James de Florida ante una audiencia que supera cada año los 100 millones de espectadores se presenta como toda una reivindicación de la comunidad afroamericana tras un último año marcado por el movimiento Black Lives Matter y la mayor ola de protestas raciales desde el asesinato de Martin Luther King a causa de la muerte de George Floyd, estrangulado con la rodilla por un policía en Minnesota el pasado mayo.
Poco importa que The Weeknd, quien donó 225.000 euros a Black Lives Matter, no haya nacido en suelo estadounidense y sea un canadiense de padres etíopes. Su figura en la música popular norteamericana es tan inmensa que, como ha pasado con otros canadienses como Neil Young, Joni Mitchell o el fallecido Leonard Cohen, no entiende de fronteras y su obra se incrusta en la psicología de la primera potencia mundial como un elemento catalizador de sensibilidades y dilemas.
En el caso de este músico y productor, revolucionario del rhythm and blues de la última década y artista acostumbrado a copar lo más alto de las listas de éxitos, algunos de sus discos han sido fantásticos mapas de la mejor y más reciente música negra. Se ha adentrado en un sonido futurista desarrollado con absorbentes atmósferas, gracias a una provocativa arquitectura de pop, electrónica y R’n’B. Incluso con un punto tan romántico como sádico como el conseguido en After Hours, álbum publicado el año pasado, que contenía Blinding Lights, la adictiva canción que ha visto una revisión con versos en español con la colaboración de Rosalía, a la que la rumorología situó en la actuación de la Super Bowl junto a The Weeknd, pero el entorno de la cantante española ha negado.
Con su ambiente envolvente, After Hours es su última pirueta sonora que, como afirmó The Weeknd en su anuncio, “buscaba curar a todos durante estos tiempos oscuros”. Se prevé que su espectáculo en la gala deportiva más trascendental de EE UU aspire a lo mismo. El músico, que ya asombró el año pasado con sus aplaudidas actuaciones en las galas de los premios MTV y los American Music Awards, está ante todo un desafío para mostrar su magnetismo. Con inusual envoltorio, el latido afroamericano se esconde en su música, dando pie a plasmar la tensión racial y la búsqueda de una sanación moral en un país que todavía arrastra las consecuencias del incendiario discurso del expresidente Donald Trump.
El medio tiempo de la Super Bowl (conocido en inglés como Halftime Show) es una plataforma única y de alcance mundial. Ya se demostró el año pasado: la trepidante actuación de Shakira y Jennifer López, fieles a sus orígenes, fue una exhibición de empoderamiento y reflejó el éxito de los latinos en la cultura norteamericana justo cuando Trump no paraba de cargar contra las feministas y la comunidad latina. Detrás de ese gran espectáculo, estaban también la estrella del rap Jay-Z y su compañía Roc Nation, dedicada a la promoción de eventos de entretenimiento y deportivos. La NFL reclutó a Jay-Z en 2019 para ayudar a crear las actuaciones musicales de la Super Bowl después de que muchos músicos dijesen que no trabajarían con la Liga de fútbol americano en solidaridad con Colin Kaepernick, el quarterback de los 49ers que en 2016 estampó su rodilla derecha en el suelo al sonar el himno de EE UU en protesta contra el racismo policial. Un gesto que le costó la carrera en la NFL y que el año pasado fue imitado de forma universal en las protestas por el estrangulamiento de George Floyd.
A pesar de las tiranteces en la NFL tras el caso Kaepernick, la Super Bowl siempre ha contado con artistas negros para su espectáculo desde sus inicios en los setenta cuando se hicieron homenajes a Duke Ellington o Louis Armstrong y cantó Ella Fitzgerald o tocó el multiinstrumentista Lionel Hampton. Desde entonces han desfilado figuras destacadas como Diana Ross, Stevie Wonder, Prince, Michael Jackson y Beyoncé.
Con su actuación, The Weeknd no solo se suma a una gran lista de iconos, sino que se traduce como el mayor logro de este músico reservado y polémico, que desde muy joven tuvo que buscarse la vida vendiendo marihuana y robando en supermercados para alimentarse. Llegó a ser detenido y condenado a 50 horas de servicio comunitario tras pegar a un policía en Las Vegas. También su aparición en la Super Bowl le servirá para resarcirse de su enfado con la organización de los Grammy. El pasado noviembre cargó duramente contra sus responsables, a los que llamó “corruptos”, al ver que After Hours, álbum de éxito comercial y de crítica, no recibía ninguna nominación para la gala de los premios en 2021. Su queja fue apoyada por artistas y sectores de la industria. Un enfado que quedará aparcado en el estadio Raymond James de Florida. Durante 12 minutos, todo un país estará pendiente de este revolucionario del sonido, motivo de orgullo negro en el siglo XXI.
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