Diane Keaton, la mujer que nunca quiso casarse, celebra el compromiso de su hija
La actriz se convirtió en madre soltera a los 50 años al adoptar a una niña y a un niño. Tras tres sonadas relaciones con Woody Allen, Warren Beatty y Al Pacino, asegura que su vida romántica sigue sin ser una prioridad
A lo largo de sus 74 años, Diane Keaton ha establecido siempre sus propias normas. Despistada por naturaleza, con una personalidad espontánea y grandes éxitos profesionales de los que sigue haciendo gala, la actriz disfruta de su vida personal junto a sus hijos adoptivos y sin pareja conocida. Ella, que siempre ha huido del matrimonio, celebra ahora el compromiso de su hija mayor, Dexter, quien acaba de anunciar su boda con el que es su pareja desde hace un año, Jordan White, y que ya es uno más en la familia Keaton.
La cuatro veces nominada a un Oscar y ganadora de la estatuilla por Annie Hall se convirtió en madre soltera a una edad tardía. A los 50 años adoptó a Dexter (ahora de 25 años) y, cinco años después, se unió a la familia el pequeño Duke (20). Keaton, que siempre se ha definido como una mujer de impulsos, tomó la decisión de convertirse en madre poco después de fallecer su padre y terminar un largo noviazgo. “En ese momento pasaron muchas cosas en mi vida que me llevaron a decidir la adopción. Mi padre estaba enfermo y murió. Y terminé una relación. Por eso tuve que analizar cómo seguía con el resto de mi vida”, ha contado en algunas entrevistas. Casarse nunca (o casi nunca) ha estado en sus planes. Es algo que tuvo claro desde pequeña: “Un día, en la escuela secundaria, un chico me dijo: ‘Algún día vas a ser una buena esposa para un hombre’. Y recuerdo que pensé: '¿Quiero yo eso? No creo que quiera que mi papel en la vida sea el de una buena esposa”.
Siempre subraya que estar soltera nunca ha sido una losa para ella porque su vida se ha centrado en sus dos hijos. “La maternidad me cambió para siempre. Es la experiencia más completa que jamás he tenido”, aseguró la intérprete a Ellen DeGeneres hace unos años. “Yo sabía que no quería ser esposa de nadie ni madre demasiado joven; de hecho, los amores de mi vida no fueron mis novios sino todos los actores que besé en pantalla, porque con ellos no sentí nervios ni vergüenza, sólo me entregaba a un momento mágico”, contó la actriz sobre sus parejas. Tuvo tres largas relaciones en su vida: Woody Allen, Warren Beatty y Al Pacino. “Cada hombre fue una década diferente. Woody fue mis 20 años, Warren mis 30 y Al en el límite entre los 30 y los 40”, dijo Keaton en otra entrevista en el Telegraph. Sin embargo, no se casó con ninguno.
Diane conoció a Woody Allen en el otoño de 1968, cuando hizo una prueba para la obra de teatro Tócala otra vez, Sam que el artista estaba desarrollando para Broadway y en la que ambos eran protagonistas. En los ensayos, la química era palpable y la actriz, de entonces 22 años, se sintió atraída rápidamente por el dramaturgo. “Me gustaba su estilo, con sus gafas de pasta y sus trajes cool, pero fueron sus modos los que me atraparon, su manera de gesticular, sus manos, la forma en la que se infravaloraba”, narró la actriz en su primera autobiografía, Ahora y siempre. Su noviazgo fue largo, pero después de siete años cada uno siguió su camino. Pese a la ruptura, han continuado trabajando juntos. De hecho, Annie Hall la película del cineasta por la que Keaton ganó el Oscar en 1978 está inspirada en ella. “Yo también quería ser cantante como Annie y compartía sus inseguridades; Woody y yo nos habíamos separado dos años antes de grabar la película, pero seguíamos conectados”, explicó la actriz en sus memorias.
Allen es la expareja con la que ha conservado su amistad por encima de todo. Cuando el cineasta fue acusado de abusos sexuales por su hija adoptiva, Dylan Farrow, Keaton salió en defensa del realizador neoyorquino. La criticaron duramente por ello. Preguntada por la cuestión, se reafirma en sus palabras: “No tengo nada más que decir, es mi amigo y yo le creo. Pero ese escándalo ya es una cuestión pasada”, dijo en una entrevista con El País Semanal.
Después de Allen llegó Warren Beatty. “Yo no sabía que una vez que Warren te ilumina, no hay forma de volver de eso, me hacía sentir como la mujer más cautivante del mundo”, contó la actriz sobre cómo pese a la fama de mujeriego del actor ella cayó rendida ante sus encantos. Sin embargo, la diferencia de edad, la presión mediática, las indiscreciones de Beatty y el extenuante rodaje de Reds —donde coincidieron— fueron demasiado y la relación finalizó en 1981, el año del estreno de la película que le valió otra nominación al Oscar.
Entonces llegó al que considera el hombre de su vida: Al Pacino. Con él trabajó en las tres películas de El Padrino y lo que había entre ellos era inexplicable. “Lo conocí en el bar O’Neal, cerca del Lincoln Center, en Nueva York, cuando él era una estrella de Broadway. Nos habían dicho que teníamos que conocernos antes de empezar a grabar los papeles de Michael y Kay. Yo estaba nerviosa. Lo que más me llamó la atención fue su nariz, era tan larga como un pepino y luego la manera hipnótica con la que se movía, parecía nervioso también. No me acuerdo hablar del guion, solo de mirar su rostro extraordinario”, rememora la actriz en Ahora y siempre. Las idas y venidas en su relación reforzaron aún más su amor por el actor a quien cuentan que le dio un ultimátum y le propuso matrimonio. “Pobre Al, nunca quiso casarse y pobre de mí, que nunca paré de insistir”, confesó en su libro. Tras la fallida propuesta, Keaton cuenta que empezó a construirse una coraza y a mirar a los hombres desde otra perspectiva.
Sus desengaños amorosos no cambiaron en cambio la personalidad de Keaton, una mujer con fuerte apego familiar. El mayor amor de su vida, ha dicho en repetidas ocasiones, fue su madre. “La echo mucho de menos. No entiendo la vida sin ella; echo de menos ser la hija”, aseguraba hace unos años. La pequeña Diane Hall —su verdadero nombre— se crio en una familia de cuatro hermanos (tres de ellas chicas). Su padre, Jack Hall, era ingeniero de caminos y agente inmobiliario. Su madre, Dorothy, ejerció una gran influencia sobre ella. Era aficionada a la fotografía, tocaba el piano, cantaba con un trío vocal y fue declarada Mistress Los Ángeles, en un concurso de televisión destinado a elegir al ama de casa perfecta. “Creo que a ella le hubiera gustado ser intérprete”. En su vida adulta, Keaton ha desarrollado facetas clave de sus padres y también ha aprendido de sus hijos, que mantienen a la musa del cine de los setenta vigente en el nuevo milenio. “Ellos me han enseñado que la vida está en Internet. Cómo se ha reducido el poder de Hollywood ante tal oferta desde otras plataformas. El mundo está en los teléfonos. Yo sigo siendo una loca del cine con mayúsculas pero no me quiero quedar fuera. Quiero ser parte del cambio”, aseguró en una entrevista con EL PAÍS desmintiendo al que diga que siempre lo pasado fue mejor.
Ahora combina sus éxitos en la gran pantalla con otras aficiones. Se declara una apasionada de la fotografía (ha editado cuatro libros), es diseñadora de interiores y devota de la arquitectura. Incansable usuaria de Instagram, también le gusta escribir y ha publicado varios libros especializados en sus intereses culturales además de sus memorias. Con el reciente compromiso de su hija mayor, Diane Keaton vuelve a acaparar la atención por su vida romántica, esa que sigue sin ser una prioridad para la intérprete. “Nunca”, le dijo a la revista InStyle el año pasado, cuando se le preguntó si los hombres alguna vez la invitaban a salir. “Vamos a aclarar esto. Es importante. No he tenido una cita en, diría yo, 35 años. Tengo muchos amigos varones, pero no citas”, agregó.
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