John Lennon y Yoko Ono: una sociedad creativa y amorosa
La gran pareja del rock sobrellevó los excesos con las drogas, la persecución política, los impulsos sexuales de John con otras mujeres y la carga de responsabilizarles de la separación de los Beatles
Empecemos por el final. Por la última imagen que se tuvo de ellos. Por esa legendaria fotografía de John Lennon abrazando desnudo a Yoko Ono. Una instantánea que se captó pocas horas antes de que el cantante fuera asesinado en la puerta de su casa por un fan. Lennon & Ono. Un amor que anticipó el fin de los Beatles y que se convirtió en el más famoso de su tiempo. Una marca. Dos nombres que formando uno solo han pasado a la historia como la gran pareja del rock. Sin embargo, Lennon & Ono no fueron la pareja idílica de Imagine.
Decíamos de empezar por el final. Por esa célebre imagen en la que algunos encontraron teorías proféticas sobre la muerte del músico debido a su posición fetal mientras Yoko vestía un negro de luto. En 1980, la revista Rolling Stone había encargado a Annie Leibovitz un reportaje con la pareja para ser la portada con motivo del lanzamiento de Double Fantasy, un álbum en el que Lennon, después de cinco años apartado de la industria discográfica, reivindicaba su vida conyugal en Nueva York y volvía a la antigua colaboración artística con su mujer, tal y como había ocurrido en sus primeros álbumes vanguardistas. Tanto era así que en el disco se turnaban cantando. La famosa imagen surgió espontánea, pero el destino quiso que impactase a todos en la portada del especial de enero de 1981 de Rolling Stone en conmemoración por el asesinato de Lennon.
Una fotografía icónica. Símbolo de un amor mediático. De dos seres siempre dispuestos a la actuación, pero que, si se observa bien, muestra a un Lennon suplicante, besando desnudo a su mujer y rodeándola con los brazos, mientras ella, vestida con vaqueros y camiseta y con su cabellera negra desbocada, refleja cierta indiferencia, casi desdén. Yoko Ono soportó siempre el sambenito de que la culpa de la separación de los Beatles fue suya, pero también aguantó los caprichos y vaivenes de la gran estrella del rock. Más que de felicidad, su cara es de resignación.
Se conocieron en 1966, justo cuando los Beatles dejaron de actuar en directo. Fue en una galería de arte de Londres donde ella protagonizaba una exposición. Lennon, enganchado a los ácidos, llegó drogado y estuvo vacilándola sobre sus obras. Ella, que ya había expuesto en Estados Unidos y Japón, era una estrella en el mundo del anti-arte, una derivación artística que el beatle desconocía y que terminó por absorber. Se cayeron bien, pero no fue hasta en un segundo encuentro en otra exposición cuando surgió la chispa. Su relación empezó con un frenesí artístico, compartiendo ideas y proyectos para, en cuestión de días, derivar en afectiva, pero se vio condicionada por el matrimonio de Lennon con Cynthia, muy querida por el resto del grupo y, especialmente, por Paul McCartney. Durante el tiempo que los Beatles pasaron en India meditando, Yoko, separada de su primer marido, le mandaba cartas clandestinas. En ellas solo se leía: “Búscame, soy una nube en el cielo”. Lennon siguió el rastro de esa nube y, en su regreso a Inglaterra, acabó volando con Yoko hasta el punto de que Cynthia los encontró en su casa en albornoz. La artista japonesa había ido a grabar unas canciones y el beatle y ella remataron en la cama.
La unión creadora y sexual se convirtió en una carrera artística y amorosa. Lennon no sabía separar una cosa de la otra y, por eso, la metió en el estudio de grabación con el resto de los Beatles durante la gestación del Álbum Blanco en 1968, acentuando las diferencias en el grupo. Yoko nunca fue la causa de la separación de los Beatles, sino un elemento más —importante— en el desgaste de la banda más famosa del mundo. Fue Lennon, cansado más que ningún otro miembro de ser un beatle, el que buscó una salida y la encontró en Yoko Ono. Ambos formaron una nueva sociedad que se movía en la vanguardia artística. Debutaron en diciembre de 1968 en el Royal Albert Hall dentro de un saco blanco sin hacer ningún sonido, pero retorciéndose de dolor. Era el pistoletazo de salida del bagism, el término que se inventaron para promover la paz mundial y satirizar los prejuicios y que Lennon incluiría en canciones como The Ballad of John and Yoko y Give Peace a Chance.
De la unión Lennon & McCartney a la de Lennon & Ono. La rivalidad entre los dos genios de los Beatles rompió a la banda, pero también era tal que John improvisó una boda exprés con Yoko, que no estaba muy entusiasmada con la idea, en cuanto se enteró del enlace de su amigo Paul con Linda Eastman en marzo de 1969. Agarró un jet privado y quiso celebrar la boda en París, primero, y, luego, en Ámsterdam, pero, ante la inviabilidad legal de hacerlo tan rápido dos extranjeros, se terminaron casando en Gibraltar. Decidieron celebrar la luna de miel en el famoso encuentro en la cama con la prensa en Ámsterdam. Dando rienda suelta al bagism, el nuevo matrimonio llevó a cabo su conocido bed-in por la paz, permaneciendo una semana sin levantarse de la cama de un hotel y respondiendo a todo tipo de preguntas. Una idea absurda que se quedó en poca cosa en comparación con el disparate de disco que sacaron titulado Wedding Album, una obra experimental donde ambos están durante más de 20 minutos llamándose a gritos. La pareja más mediática del mundo también se había convertido en la más plasta.
Durante los primeros cuatro años, pasaban juntos cada minuto del día. Sobrellevaron un aborto, los excesos con las drogas, la persecución política y los impulsos sexuales de John con otras mujeres. Lennon le echó en cara a Yoko haber perdido el apetito sexual y solía decirle: “Eres como una de aquellas damas victorianas, te quedas ahí tumbada y piensas en Inglaterra”. Al final, ella aceptó una relación abierta e incluso instó a su asistente personal a que fuera amante de su marido. Fue lo que se conoció como “el fin de semana perdido de Lennon”, es decir, una relación de 18 meses en California del músico con May Pang, de 23 años y ascendencia china. A raíz del nacimiento de Sean en 1975, el único hijo entre Yoko y John, el exbeatle se esforzó por recuperar su vida con su mujer con la que volvió a compartir proyectos y causas. Fue el tiempo más tranquilo de su existencia que calificó como “sus días del Dakota”, unos años en Nueva York como marido y padre de familia que llegaron hasta el día que se hizo la mítica foto abrazando a Ono horas antes de recibir cinco disparos por la espalda de Mark David Chapman enfrente del edificio Dakota.
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