‘Mac and cheese’ de autor con solo tres ingredientes
Pasta, leche evaporada y queso rallado: con solo estos ingredientes te montas uno de los platos nacionales de Estados Unidos. Aunque también puedes tirar la casa por la ventana y echarle un poco de mostaza y cayena
No es el plato más glamuroso del mundo, pero si uno de esos que puedes darle a casi cualquier persona del mundo y no te pondrá mala cara. Podría decirse que el mac and cheese es el plato nacional de los Estados Unidos, donde hay versiones instantáneas de caja en el supermercado, pero también las hay gourmet y caseras, con salsa Mornay y panko gratinado y tostado por encima. Aunque puede parecer sencillo, las versiones un poco más sofisticadas requieren de un poco de mano para no acabar con una salsa de queso grumosa, demasiado espesa o cortada, o la pasta pasada.
Por eso esta versión de mac and cheese del divulgador gastronómico J. Kenji López-Alt, que aparece en su libro The Food Lab, es una de mis versiones favoritas del plato. Tiene literalmente tres ingredientes -cuatro si cuentas el agua-, y dos aderezos opcionales si quieres elevarlo un poco (pero si no tienes a mano puedes omitir). Pero la mejor parte de este plato es que se prepara todo en una sartén, y en 10 minutos, así que es perfecto para esa noche de entre semana que no tienes ganas de cocinar, pero una pasta con queso entra perfectamente mientras ves cinco capítulos seguidos de lo que sea en el sofá.
La receta empieza con un sacrilegio para los puristas italianos: cociendo la pasta desde agua fría en una sartén. Esto hará que la pasta vaya soltando almidón poco a poco mientras el agua se evapora, lo que pasados unos minutos resultará en pasta cocida, y una base de agua almidonada espesa perfecta para emulsionar la leche evaporada con el queso y formar una salsa cremosa. Con la elección de la pasta puedes ponerte sofisticado, pero sinceramente, no hay mejor forma para este plato que los clásicos tiburones, ya que su hueco es un vehículo perfecto para la salsa.
Los quesos van a gusto del consumidor: la opción más común será cualquier tipo de cheddar, pero a mi me encanta con gruyere, que le da un toque más sofisticado con ese punto agrio tan típico del queso suizo. También puedes mezclar varios, usando por ejemplo 80 gramos de gruyere y 20 de manchego para potenciar su sabor: sea el que sea, mejor que compres en bloque y lo ralles en casa. En cuanto tengas listo el plato, a comer: si se enfría el queso vuelve a solidificarse y se pierde la cremosidad de la salsa.
Tiempo: 20 minutos
Dificultad: Ninguna
Ingredientes
Para 2 personas
- 125 g de pasta
- 125 ml de leche evaporada
- 100 g de queso rallado al gusto
- 1 pizca de mostaza de Dijon (opcional)
- 1 pizca de cayena en polvo (opcional)
Instrucciones
En una sartén, añadir la pasta y cubrirla con agua del tiempo. Colocar la sartén sobre fuego medio-alto y llevar a ebullición. Cocer la pasta, removiendo de vez en cuando, hasta que esté al punto deseado y quede un poco de agua en el fondo de la sartén, añadiendo más líquido si es necesario.
Mientras, rallar el queso. Cuando la pasta esté lista, bajar el fuego a medio, añadir la leche evaporada y llevarla a ebullición.
Añadir el queso e integrarlo. Si se quiere, añadir la mostaza de Dijon y la cayena en polvo.
Reducir la salsa hasta el espesor deseado. Servir inmediatamente.
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