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Alubias cuando no hace frío: una ensalada, un salteado y un caldo con pesto para la primavera

Que no te pueda la pereza con la subida de temperaturas: comer alubias no es solo cosa de cuando hace frío, y lo demostramos con tres recetas fáciles que sacan partido a la legumbre

Alubias
Alubias salteadas con tomate concentrado, mantequilla y marisco de concha.Alfonso D. Martín
Alfonso D. Martín

Empieza a acechar el verano y parece que las alubias ya no encajan en la lista de platos apetecibles. Sin embargo no es así. Las legumbres son muy versátiles y se pueden cocinar de muchas maneras diferentes: desde un delicioso salteado hasta una refrescante ensalada, pasando, incluso, por la cuchara (que no es solo patrimonio del invierno). En este artículo presentaremos tres recetas que demuestran que las alubias blancas son una opción ideal para cualquier época del año.

No solo se trata de un alimento nutritivo y saciante: una buena alubia tiene una textura mantecosa en su interior y una piel tersa y consistente y, por fortuna, es realmente fácil encontrarlas ya cocinadas a precios asequibles. Dicho esto, pasemos a la acción con tres propuestas sencillas, accesibles y cada una de ellas en un formato diferente para no aburrirnos (las cantidades son todas para dos comensales).

Alubias salteadas con tomate concentrado, mantequilla y marisco de concha

Pesamos unos 200 gramos de alubias blancas cocidas y las ponemos sobre un colador con un chorro de agua fría. Mientras se escurren, añadir una cucharada de aceite de oliva y dos de mantequilla a una sartén caliente. Cuando la mantequilla se dore, añadir una cucharada de tomate concentrado, cilantro picado a cascoporro, tres dientes de ajo aplastado y picado, copos de chile al gusto —guindilla, chipotle, etcétera— y una cucharadita de mostaza en grano. Lo dejamos cocinar medio minuto y añadimos medio vaso de vino blanco. Dejamos que se cocine y reduzca y añadimos las alubias y el marisco de concha (almejas, berberechos, mejillones, ostras, etcétera). Salpimentamos, removemos bien y cocinamos hasta que el marisco esté listo. Decoramos con unas hojas de cilantro y un poco de piparra picada y listo.

Ensalada de alubias blancas con hinojo y vinagreta de anchoas

Al igual que antes, limpiamos con agua fría sobre un colador unos 180 gramos de alubia blanca cocida y la dejamos escurrir. Añadimos a un vaso de batidora cinco anchoas, el zumo de un limón pequeño, tres cucharadas de aceite de oliva virgen extra, una cucharadita y media de comino molido, ¼ de cucharadita de canela molida, un diente de ajo y sal al gusto. Lo trituramos todo hasta que tenga consistencia de vinagreta (podemos hacerlo en un mortero). Desmenuzamos 50 gramos de queso feta, unos 25 gramos de aceitunas negras sin hueso y cortamos medio bulbo de hinojo lo más fino que podamos. Lo mezclamos todo en una ensaladera junto a la vinagreta, rectificamos de sal y servimos muy fría.

Alubias blancas con caldo de pesto

Esta vez no vamos a “limpiar” nuestras alubias, ya que nos interesa conservar su líquido de cocción. Para empezar, prepararemos un pesto de cacahuete triturando 60 gramos de albahaca, 30 de cilantro (con su tallo), tres dientes de ajo, cuatro anchoas, 35 gramos de parmesano, 45 gramos de cacahuete tostado, 50 de aceite de oliva suave, sal y el zumo de ¼ de limón. En una olla, añadimos una cucharada de aceite de oliva y, cuando esté caliente, añadimos tres cuartas partes del pesto, dejándonos entre dos y tres cucharadas para servir posteriormente. Saltear durante un minuto y añadir las alubias blancas, un diente de ajo aplastado, y cubrir con agua o caldo dos dedos por encima. Cocinar a fuego suave durante cinco minutos desde que empieza a hervir y retirar. Servir con el pesto restante en crudo y pan tostado para acompañar. Si queremos ir más allá, gratinar queso en el pan, y a disfrutar.

Alubias con caldo de pesto.
Alubias con caldo de pesto.Alfonso D. Martín

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Sobre la firma

Alfonso D. Martín
Es cocinero, asesor gastronómico y fetichista de especias y fermentados. De pequeño gateaba al bar de al lado de casa para pedir un huevo duro y después empezó a tener dolor abdominal continuo por echarle picante a todo a escondidas de su madre. Si profanar recetas clásicas fuese un pecado, ya habría pasado los nueve círculos del Infierno de Dante.

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