El pescado de acuicultura que sabe como el salvaje
Tiene un nombre rimbombante: acuicultura multitrófica integrada. Pero este sistema basado en los tradicionales esteros logra un pescado más parecido al salvaje que el de piscifactoría. Y más sostenible.
Según un informe presentado por New Economics Foundation el pasado mes de mayo, España es el tercer país de la Unión Europea que más pescado consume. Sólo Portugal –con cincuenta y seis kilogramos por persona y año– y Lituania –con cuarenta y tres– se sitúan por delante de los cuarenta y dos kilogramos de pescado que consume anualmente cada español. Más allá de la curiosidad, el dato revela algo preocupante. Si España sólo pudiera abastecerse del pescado que captura nuestra flota pesquera en aguas europeas, nos quedaríamos sin pescado el 10 de mayo. Es decir, consumimos más de lo que producen nuestras aguas.
Con este panorama, tenemos dos alternativas. La primera, no deseable, consiste en saltarse las cuotas pesqueras y agotar los recursos naturales. La segunda, mucho más sensata, consiste en usar la inteligencia y el conocimiento para desarrollar alternativas a la pesca salvaje y a la acuicultura convencional, que además de producir pescado de no muy buena calidad, se basa en la cría de animales hacinados, alimentados con pienso y que producen gran cantidad de residuos.
Aquí entran en juego la acuicultura en esteros y la acuicultura multitrófica integrada, muy parecidas entre sí. La acuicultura en esteros es típica de las zonas de marismas que se inundan con las mareas altas. Es tradicional en la bahía de Cádiz, por ejemplo, donde los ‘granjeros del mar’ cierran el paso de regreso del agua para crear pequeñas balsas artificiales en las que atrapan a los peces. Este método de cría de pescado es respetuoso con el medio ambiente, apenas se altera el entorno, pero tiene un rendimiento muy bajo y son pocos los productores que optan por él. Basada en la anterior, pero mucho más evolucionada, está la acuicultura multitrófica integrada.
Miguel Medialdea es biólogo y responsable de calidad y medio ambiente de Pesquerías Isla Mayor, una de las pocas empresas en España que opta por este tipo de producción. La granja marina que supervisa, Veta La Palma, se encuentra junto a Doñana y cuenta con diez mil trescientas hectáreas, tres mil de las cuáles están permanentemente inundadas. Miguel cuenta que en Veta La Palma practican dos tipos de acuicultura. Por un lado crían lubinas, corvinas y doradas en balsas que miden entre dos mil y nueve mil metros cuadrados, hechas con la misma tierra de la marisma y revegetadas en los márgenes.
En ellas los pescados reciben una alimentación mixta, con un porcentaje de alimentos naturales –camarones y algas– que oscila entre un cinco y un veinticinco por ciento, según las condiciones climáticas. Así se logra un rendimiento de hasta cuatro kilos de pescado por metro cuadrado. Sigue estando muy por debajo de los cuarenta o cincuenta de la acuicultura convencional, pero el pescado es de una calidad muy superior, prácticamente indistinguible del salvaje.
Con el segundo tipo de crianza se obtienen camarones y mújoles que se alimentan de forma completamente natural en balsas más pequeñas. Estas sirven, además, para depurar el agua marina en la que se han criado los peces de las balsas más grandes.
Este tipo de acuicultura evita tres de los grandes problemas que genera la convencional: los peces nadan a sus anchas –no en pequeñas jaulas–, el fósforo y el nitrógeno generado por sus deposiciones se filtra con el trasvase del agua de unas balsas a otras y su alimentación no se basa en un pienso producido con harina de pescado que ha sido extraído en la otra punta del mundo: todo un desafío al sentido común.
Miguel Medialdea afirma que, además, la acuicutlura que practican en Veta La Palma genera ‘capital ecológico’. Un hábitat, por ejemplo, para las aves de Doñana. La mayoría de la producción de estas piscifactorías va destinada a restaurantes, pero también llega a algunas pescaderías, donde el precio del pescado se sitúa algo por debajo del salvaje. Un verdadero chollo, considerando su calidad.
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