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Compañías abiertas para nuevos talentos

La mayoría de los jóvenes con buena preparación que se incorporan al mercado laboral exigen de sus empleadores una retribución justa, proyectos interesantes, con impacto social y guiados por los valores. Reclaman, además, una mayor conciliación laboral y flexibilidad. De lo contrario, los pierden

Extra Grandes Empresas 25/09/22
Aleutie (Getty Images/iStockphoto)
Miguel Ángel García Vega

El mundo quiere una rosa de tallo largo sin espinas. Pero la realidad es corta y desprende gotas de sangre. Porque cada 15 días ocurre una despedida. “Lo vemos constantemente. Un chico que acabamos de incorporar hace dos semanas aparece con una bandeja de cruasanes para celebrar su marcha. Ya resulta un triste hábito”, narra, bajo la condición de anonimato, el ejecutivo de un banco del Ibex 35. “Casi no nos da tiempo a recordar su nombre. Además, la regla es nunca renegociar el salario; así que se van, sin más, por la puerta”. Y poco ayuda la “nube negra de reputación que arrastra el sector desde hace años”, sostiene. Los destinos son las grandes tecnológicas o las compañías de reciente creación. Tras la pandemia, flotaba en el aire una promesa de cambio. La persona iba a ser el centro, el Hombre de Vitruvio de Leonardo. ¿Plegarias incumplidas?

En la oficina de cristal anaranjado de Bankinter saben que resulta difícil atraer a los jóvenes. Comparten mesa y teletrabajo cerca de 8.050 empleados, con una media de 44 años. Y la institución quiere rejuvenecer la plantilla. Durante el primer semestre del ejercicio han incorporado a 141 chicas y chicos menores de 29 años y el objetivo son dos centenares más cuando el calendario descuelgue el 31 de diciembre. Esos son los márgenes de la juventud para ellos. La competencia de Uber, Amazon, Google o Microsoft es una presencia brillante bajo un sol naranja. Y pesa la sombra de la banca. “Nuestro objetivo es que formen parte de un proyecto atractivo, que les aporte una carrera profesional y donde la formación (60 horas por año) sirva para vincularlos”, resume María Paramés, directora de personas, comunicación corporativa y calidad de Bankinter. Y la salud resulta esencial. Va más allá de la física (con chequeos médicos), incluye también la mental. “Es algo que cuidamos mucho”, detalla.

Desde un edificio de 50 plantas de altura, el mundo se contempla de otra forma. Los días de viento victoriano el rascacielos madrileño de las Cuatro Torres ruge al igual que Atlas. Pues transporta bajo sus hombros el peso del mundo de los servicios profesionales. “El nivel de rotación de la consultoría abarca entre el 23% y el 25%”, analiza Teresa Coelho, socia responsable de recursos humanos de KPMG España.

Cambios improrrogables

Las Big Four (EY, PwC, Deloitte y KPMG) deben transformar lo que hasta ahora ha sido su brillante milagro dorado en una tierra fértil para captar el talento joven. Cerca del viento de ese piso 50º, aproximadamente del 25% al 40% trabaja a distancia. También se imparten sesiones semanales de mindfulness, acompañamiento psicológico, exámenes médicos y ayuda a los familiares que cohabitan en el mismo edificio. Además, comparan las actualizaciones de la remuneración con la competencia. Y si los jóvenes quieren viajar, están presentes en 145 países. Existen geografías. Mientras, en su carrera, pueden consultar —­en un entorno muy competitivo— a un asesor. En el último año, KPMG nombró 32 directores y 182 gerentes.

Muchos analistas creen que estos cambios ocurren con la lentitud de un minueto y solo en las grandes empresas. Tras la famosa Gran Renuncia de 2021, en la que más de 40 millones de estadounidenses dejaron su trabajo o buscaron uno nuevo, el mundo supo que la Tierra giraba en rotación contraria. Algo impensable en España por la rigidez del mercado laboral. Pero la pandemia reinventó el sentido de la vida de millones de jóvenes. Horas interminables, ¿para qué? Salarios ínfimos, ¿para qué? Presión, ¿para qué? Infelicidad, ¿para qué? En un país como Estados Unidos, donde el paro es estructural (3,4%), las opciones de encontrar una nueva existencia laboral resultan fáciles. Pese a la inflación, la estanflación o la recurrente violencia. Es el futuro de los chicos. Aunque uno de cada cinco estadounidenses teme que cada vez la sociedad esté más abierta hacia lo autocrático.

Extra Grandes Empresas 25/09/22
Luis Alvarez (Getty Images)

Sin miedo a estar out

Otra barrera que hay que derribar para la entrada de los jóvenes es la meritocracia. ¿Qué mérito tiene Nabokov de ser un genio de la literatura? ¿O Einstein de la física? El mero esfuerzo no sirve para casi nada. El profesor Michael Sandel, de la Universidad de Harvard, califica de “tiranía” a la meritocracia, y Daniel Markovits, de Yale, emplea la palabra “trampa”.

Muchos chicos de nuestro tiempo abominan de trabajos donde impera la competencia, los horarios interminables, las reuniones cuando están solos en la madrugada o una habitación sin cuna; entonces, qué importa la nómina. “Han perdido el miedo a salir del mercado de trabajo”, describe Francisco Loscos, profesor del Departamento de Dirección de Personas y Organizaciones en Esade. Los dados ruedan y siempre marcan un seis doble. La Asociación Española para la Digitalización estima (datos a 15 de mayo) que hay 120.400 vacantes tecnológicas. Y el salario de un experto en tecnologías de la comunicación es de 37.660 euros anuales. Unos 11.000 euros más que la media nacional. Pero ¿este es un artículo de dinero o de chicos y su futuro?

Hermes Ferreras, de 28 años, doble grado en Economía y Derecho en la Universidad Carlos III (Madrid), es un alumno brillante y guapo. Tiene un pelo castaño peinado en voladizo con la misma forma de un sicomoro azotado por el viento. Trabajó hasta hace poco en el bufete estadounidense White & Case, en el número 7 de la Castellana de Madrid. Un lugar donde si crecen los dientes de león entre las losetas grises de la entrada será una rareza botánica.

—¿Cómo era trabajar para el despacho?

—Agobiante. La presión resultaba enorme. Había clientes que había que contestarles (aunque no tuvieras una respuesta concreta) a las dos, tres, cinco de la madrugada. Una compañera mía que se formó en Harvard no aguantó y se fue. El sueldo era bueno; la calidad de vida, mala. No te dejaban nunca en paz. Tenías que cumplir los objetivos o estabas fuera. No había sentido de vida.

A los cuatro años se marchó para sorpresa de muchos compañeros, que corrían detrás del éxito y el dinero. Y cuya formación —reconoce Hermes— estaba orientada hacia ese destino desde sus estudios iniciales. Ahora prepara las oposiciones a bombero en León. Ama el campo. Y, por lo menos, admite: “Soy feliz”. Le falló la 14ª (a solo una de conseguirlo) dominada para pasar la última prueba, pero lo logrará. Tiene el empeño de quien persigue lo que anhela.

En otras tierras, donde sí rompen los dientes de león, atraer a la gente joven resulta difícil. Peter Sisseck —uno de los grandes enólogos de este país— se queja de que “no encuentra chicas o chicos veinteañeros que quieran trabajar en la España vaciada de Valladolid”, donde elabora su famoso Pingus. Llega el tiempo de vendimia. Y Pablo Álvarez, consejero delegado de Tempos Vega Sicilia, pasea entre las viñas. Pese a que en Ribera de Duero hay 307 bodegas y unas 25.000 hectáreas de viñedo, “faltan podadores, tractoristas, bodegueros: todo ese personal intermedio no existe en Castilla y León. Desde luego, tienen que estar bien pagados. Pero la Administración debería tomar medidas”, observa Álvarez. El mito español del vino ha decidido enseñar a sus propios trabajadores. “Al tonelero que elabora las barricas le enviamos cada dos años a tonelerías francesas para que se siga formando”, recalca. ¿Y los chicos? Álvarez habla desde la resignación. “Desgraciadamente, existen jóvenes que no quieren trabajar y que se conforman con una subvención para seguir tirando”, critica. Por ahora, de acuerdo a la encuesta de población activa (EPA) de julio, los chavales de 20 a 24 años suman 102.400 más ocupados, y de 25 a 29 años, unos 86.800. Después del bum del verano, los números serán, seguramente, distintos.

En este tema de los jóvenes se acumula mucha gramática. Usar el presente, el pretérito o el futuro cambia las condiciones de trabajo. También la construcción de las frases. Se comprenden diferentes en pasiva que en activa. “En Mutua Madrileña, nuestro objetivo no es retener el talento, sino crear las condiciones que hagan que el talento no quiera marcharse”, subraya Carmen Campos, subdirectora general de personas, talento y cultura. Confianza, seguridad, apoyo y reconocimiento son palabras que se hallan en la narrativa.

Y entre tantos objetivos, dinero, promociones y conciliación, nos olvidamos de la salud mental. Todo está narrado en el cuento Luvina, de Rulfo. “Yo diría que es el lugar donde anida la tristeza. Donde no se conoce la sonrisa, como si a toda la gente le hubieran entablado la cara”, escribe el maestro mexicano. La tristeza no es una patología si no progresa hacia la depresión. Casi tres millones de personas, acorde con Fundamed (Fundación de Ciencias del Medicamento y Productos Sanitarios), la padecen en España. Es la enfermedad más prevalente en nuestro país. En ­BBVA han empezado por cuidar el sueño. Si se duerme mal, se llega a un territorio peor que Luvina. Por eso incorporan yoga o meditación. Y un sistema de telemedicina para detectar (de forma confidencial, mediante algoritmos) posibles enfermedades graves como el cáncer.

Otra tierra donde también anida la tristeza es la retención del talento. El índice de rotación general de BBVA es del 0,4% y el de los chicos jóvenes va del 10% al 12%. Unos 2.000 entran todos los años al área de ciencias de datos y similares. Es polvo de oro sobre el ordenador. La evidencia de que existe “una guerra global por el talento”, incide Inma Catalá, responsable de cultura y engagement de BBVA. La forma de mantenerlos es una retribución justa, impacto social, valores, conciliación laboral, proyectos interesantes y flexibilidad en la oficina. Porque las estadísticas revelan que los desplazamientos interiores carecen de efecto. Los españoles no se están yendo al campo o a la España vaciada a trabajar. Una idea que pervive más en los suplementos de los periódicos que en las cifras. Lo que tampoco arraiga es la jornada reducida semanal. Una bienaventuranza periodística más. Telefónica pretendía plantear cuatro días voluntarios de trabajo. Pero ¿quién desea ganar menos con una inflación del 10%? “Los jóvenes quieren estar cerca de la toma de decisiones y tener responsabilidades inmediatas”, condensa Francisco Loscos, de Esade.

Extra Grandes Empresas 25/09/22
Luis Alvarez (Getty Images)

Hijos ignorados

España corre un riesgo grave en un mundo más caro y donde se puede debilitar el sistema de bienestar. Ya está ocurriendo en Estados Unidos. “Hay aproximadamente 1,2 millones de mujeres muy bien cualificadas que no regresan al trabajo”, advirtió el presidente Joe Biden. “La razón es muy simple: No existe un sistema de cuidado de los niños asumible [económicamente] para sus padres”. Triste lamento. Necesitamos jóvenes bien preparados, pero ignoramos a los hijos.

En uno de los bufetes históricos de España, Uría Menéndez, proponen una solución a esta madeja. Las mujeres que están embarazadas y las que han dado a luz tienen durante tres meses, respectivamente, un 30% menos de horas en las que deben justificar su gestión. Como todas las grandes firmas, es competitiva. Up or Out. O subes o sales. Pero es un sistema flexible. No una regla matemática. De los 4.000 candidatos que reciben al año, incorporan unos 80. Y a veces con sorpresa. “Es cierto que el compromiso antes era mayor, ahora hay jóvenes con proyección que, por sus inquietudes, deciden dejar su carrera profesional para realizar otro máster, incorporarse a una ONG o emprender”, relata Iciar Rodríguez-Inciarte, secretaria general del despacho y responsable de Talento. Sin embargo, utilizan propuestas como la formación constante, el mentoring, coaching, programas de liderazgo femenino, un plan de trabajo flexible o la posibilidad de trasladarse a las oficinas internacionales de la firma para fidelizar a los jóvenes..

Todo atravesado por una entretela de datos. El tejido con el que se supone que está elaborada la prosperidad de esta era. El Instituto de Estudios Económicos (IEE), que produce ensayos con la perseverancia de una linotipia, estima que por cada euro que aumenta esa actividad crece 1,8 euros el PIB. También cuenta que llevamos un 25% de retraso en profesionales de estas disciplinas con respecto a la Unión Europea. Quedan las palabras de los profetas escritas sobre las paredes de cemento desconchado: “Tiene que diluviar un cambio joven sobre el país”.

El trabajo inteligente

Cuentan en CaixaBank que el talento no entiende de generaciones ni de géneros. Cuentan en CaixaBank que el talento es aprendizaje y superación, y cuentan también que los jóvenes se ven, a veces, “obligados” a explorar nuevos caminos profesionales que ni imaginaron. Los chicos, tal vez, sean más atrevidos y quizá no piensen tanto en la estabilidad como sus padres. A lo mejor no les queda más remedio, después de dos crisis mundiales y una pandemia. Pero la institución reconoce que se conducen de otra forma. Y que a esos chavales tan buscados, con habilidades tecnológicas, una forma de integrarlos es a través de becas antes de que completen la carrera. Fidelizar desde los pupitres. Es otro mundo, otra era. Manda la flexibilidad. Smart­working, escribe el banco. Trabajo inteligente, traduce la academia. Los servicios corporativos pueden trabajar seis días al mes desde casa y tienen un margen de una hora de entrada y de salida. La crisis sanitaria ha cambiado a las personas. O quizá ha destapado lo que siempre estuvo ahí. Nosotros, los de entonces, ya no somos los de ahora. Por eso, todos los trabajadores cuentan con atención psicológica. Por eso, casi nada volverá a ser lo que un día fue. CaixaBank busca un nuevo balance. 

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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