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La amplia brecha entre la fiebre digital y la oferta educativa

El auge de la inteligencia artificial está generando una sobredemanda en los escasos grados centrados en esta innovadora disciplina

EXTRA FORMACIÓN 2 07/09/2025
Elena Horrillo

Una búsqueda rápida en internet con las palabras inteligencia artificial (IA) devuelve, prácticamente a diario, un sinfín de noticias publicadas ese mismo día. ChatGPT, el chatbot de IA desarrollado por OpenAI, contaba, en febrero de 2025, con más de 400 millones de usuarios, y según un estudio publicado por InfoJobs la demanda de trabajos relacionados con la IA ha crecido más de un 30% en el último año. Y, sin embargo, menos del 1% de los grados universitarios en las 10 mejores universidades del Ranking QS tienen una relación directa con esta tecnología, según datos recopilados por la plataforma de formación online Learning Heroes.

“Las cosas llevan su tiempo y el desarrollo de los planes de estudio también, y la validación, cualificación y acreditación de los planes de estudio pues aún más”, explica Ramón Sangüesa, profesor jefe de estudios del grado de Inteligencia Artificial de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), quien señala que este año se están graduando la primera promoción de su grado de IA. En él cuentan con 50 plazas, aunque cada año reciben entre 300 y 500 solicitudes. Son las mismas plazas que hay en el grado de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). “Solamente con la gente de primera opción hemos recibido 117 solicitudes; si sumamos con todas las opciones se van a 404, tenemos muchísima demanda”, afirma Borja Bordel, director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Sistemas Informáticos de la UPM.

“Ahora mismo tenemos 50 porque, con las instalaciones de que disponemos, es lo que nos permite tener un grupo”, señala Bordel. Este tipo de enseñanza es eminentemente práctica, por lo que se necesitan equipos muy específicos. “También es verdad que vienen tiempos complicados a nivel de financiación, cada vez nos cuesta más conseguir inversiones de equipamiento, profesorado. Podríamos aumentar el tamaño, pero es muy difícil. Es un grado muy demandante en recursos”, aclara Bordel.

Y es que otro de los problemas viene precisamente del profesorado. “Un recurso extra escaso porque cruzas la calle y el sueldo se multiplica por 15”, lamenta Sangüesa. Algo con lo que Bordel se muestra de acuerdo, apuntando a la dificultad de retener este talento y a la carga docente, cada vez mayor, que tienen que soportar: “Con un investigador que tiene tantísima demanda, le dices que tiene que dar tantísimas horas de clase y eso está siendo difícil de gestionar. Tratamos de ofrecer todos los incentivos que están a nuestro alcance, que no son muchos”, indica.

Diferenciar entre hacer y usar

Es casi imposible no darse cuenta del enorme auge que tiene la inteligencia artificial en la sociedad actual, especialmente en lo que respecta a la IA generativa. Sin embargo, en palabras de Bordel, “una cosa es uso de inteligencia artificial y otra cosa es el desarrollo de la inteligencia artificial. Son cosas distintas”. Algo que también recalca Sangüesa, que explica que actualmente hay muchas empresas que siguen la moda y creen que necesitan perfiles más complicados o completos de lo que realmente precisan. “Muchas veces nos encontramos con que las empresas tampoco tienen tan clara su propia estrategia”, señala el profesor de la Politécnica de Barcelona.

“Necesitan perfiles que combinen solidez técnica con capacidad de aplicar la IA generativa a problemas concretos del negocio. Se buscan sobre todo ingenieros de datos, científicos de datos y expertos en IA generativa. Pero además que tengan pensamiento crítico, comprensión del contexto empresarial y capacidad para trabajar en equipos multidisciplinares. La IA no va solo de algoritmos”, resume Javier Echániz, socio responsable de IA & Data en Deloitte. Y aquí entra el reto al que también se están enfrentando las universidades españolas: llevar la IA a otras titulaciones, pues “la ingeniería en inteligencia artificial como valor tecnológico aislado dejará de tener valor per se; será una commodity y lo que tendrá valor será la integración con el negocio”, augura Bordel. No en vano, así lo señala ya el mercado. “También hay un interés creciente por perfiles híbridos, que combinen capacidades técnicas con comprensión del negocio para implementar soluciones de IA”, concluye Echániz.

Agilizar las acreditaciones

Debido a esa necesidad de buscar una especialización más que un grado, muchas universidades están llevando los programas de IA a sus posgrados. También porque, según lamentan desde estos centros, el proceso de poner en marcha un grado es lento y difícil. “Es muy costoso para el profesorado preparar asignaturas desde cero; con un perfil de alumnos completamente nuevo, con unos equilibrios distintos, con más peso matemático, lo que no se había visto hasta ahora mucho en ingeniería. Y luego está el proceso, que es delicado, porque es una nueva especialidad y no hay referencia ninguna”, explica Borja Bordel, de la Universidad Politécnica de Madrid. En el caso de su universidad, este procedimiento duró entre un año y medio y dos años. 
Preguntado al respecto, José Luis Aznarte, director de la División de Evaluación de Enseñanzas e Instituciones en ANECA y catedrático en IA, explica que el proceso de verificación de títulos es muy garantista: “Las comisiones son extraordinariamente rigurosas, se leen todo y todo lo que hacen es asegurar que el título cumple la normativa, es decir, nosotros no opinamos sobre si el título es pertinente o no, sobre si hace falta o no, sobre si tendrá demanda o no, sobre si es caro o barato; todo eso nos da igual. Lo que nosotros miramos es si cumple la normativa”. Una normativa que cuenta con una brecha de seis años, ya que este proceso verifica que el proyecto cumple la normativa pero, una vez se pone en marcha, hasta que pasan seis años no se acredita que la universidad está haciendo todo lo que dijo que iba a hacer. “Eso es un agujero del sistema”, sentencia Aznarte. 

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Sobre la firma

Elena Horrillo
Colaboradora de la sección de Extras, El Viajero y Estilo y vida. Inició su labor profesional en la Cadena SER. También ha colaborado con las revistas Icon, Buenavida y Traveler. Es licenciada en Sociología por la Universidad de Salamanca, tiene un doctorado en Análisis Político por la UPV/EHU y cursó el Máster de periodismo EL PAÍS.
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