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Solar flotante e hidráulica, un buen dúo

La fotovoltaica sobre embalses atrae por su menor impacto en el entorno y su mayor productividad, aunque es más cara de construir y mantener

Instalación fotovoltaica flotante del embalse de Alqueva, en Portugal.
Instalación fotovoltaica flotante del embalse de Alqueva, en Portugal.

La instalación fotovoltaica flotante del embalse de Alqueva, en Portugal, se inauguró en 2022 como la más grande de sus características en Europa: una producción anual de 7,5 gigavatios por hora (GWh) y unas 1.500 familias de la región beneficiadas, según datos de la empresa propietaria, EDP. Sus aproximadamente 12.000 paneles se sostienen sobre unos 25.000 flotadores de corcho y plástico reciclado, con una huella de carbono un 30% menor que los tradicionales. Ocupa el 0,016% del área total del embalse y ha cosechado reconocimientos: el Premio Europeo de Energía Sostenible 2023 en la categoría de Innovación (de la Comisión Europea), y el Premio Edison 2024 del Edison Electric Institute. Pero Alqueva es, sobre todo, un ejemplo de la buena hibridación entre una solar flotante y una central hidroeléctrica.

Es el mejor maridaje posible, y el de mayor recorrido a futuro, según Ismael Morales, responsable de políticas climáticas de la Fundación Renovables. “Son energías muy complementarias”, remarca. Sobre todo si la central es de bombeo, ya que el excedente fotovoltaico puede utilizarse para llevar el agua hacia arriba; así se convierte en almacenamiento energético, “permitiendo una mejor gestión”, apunta. Una ventaja es que la energía solar aprovecha las líneas de transmisión eléctrica y el punto de conexión a la red que ya tiene la hidráulica, optimizando su uso, añade Morales. “Es la primera vez que se aplica en Portugal el concepto de hibridación, es decir, añadir una nueva tecnología al mismo punto de conexión a la red”, indica EDP, recordando que los puntos de conexión son recursos escasos que no se utilizan a pleno rendimiento durante todo el día.

Apoyo público

Morales plantea que España tiene la oportunidad de que sea el propio Estado el que invierta en solar flotante en aquellas centrales hidroeléctricas que vuelvan a ser de titularidad pública, a medida en que vayan expirando sus concesiones: a lo largo de esta década caducarán las de unas 255 centrales, con cerca de 1.000 megavatios (MW) de potencia, según la Plataforma por un nuevo Modelo Energético. Fuera de esa hibridación tecnológica, Morales considera que la fotovoltaica en embalses tiene un contra muy grande en un país con un régimen hídrico inestable, riesgo de déficit y pantanos que se quedan con sus reservas en números rojos. “Si un año de sequía el nivel del embalse baja un 20% o un 30%, los costes se multiplican”, advierte.

La solar flotante es más cara que la terrestre, tanto de construir como de mantener, reconoce Marcos J. Lacruz, presidente de Avaesen (Asociación de Empresas de Energías Renovables y otras Tecnologías Limpias de la Comunidad Valenciana). En España no existen, por el momento, incentivos para este tipo de proyectos. Tampoco en Portugal, según informa EDP, aunque en 2022 sí hubo una subasta solar flotante del Gobierno luso, que adjudicó varios lotes para la instalación de esta tecnología en embalses. Allí fue donde la compañía ganó el parque de Alqueva, más otro de 70 MW en la misma ubicación, y todavía por construir.

Puestos a seguir comparando con la terrestre, y según coinciden los expertos, la solar flotante es más productiva, ya que el agua evita la acumulación de polvo en los paneles y suaviza la temperatura, lo que mejora el rendimiento; ocupa un espacio ya antropizado y en uso, como es una balsa, por lo que su impacto sobre el entorno es menor; minimiza la evaporación, y que proliferen las algas. Además es una fuente de generación cercana a las necesidades de consumo, acota Lacruz, refiriéndose en concreto a las comunidades de regantes que necesitan grandes cantidades de energía precisamente en las horas solares.

FCC ha anunciado que se acaba de adjudicar un proyecto de 2.100 kilovatios pico (kWp) correspondiente a una de las balsas del futuro parque solar flotante en el canal Segarra-Garrigues, en Lleida, destinado al regadío de más de 70.000 hectáreas de cultivo de seis comarcas. Tendrá una capacidad total de 15 MW y será el más grande de Europa, “triplicando la potencia del parque de Alqueva en Portugal”, informa la ingeniería Sivortex, que se ha embarcado en su desarrollo. “A medida que la tecnología avanza, países y empresas están desarrollando ambiciosos planes y proyectos para aprovechar este potencial”, concede Ignacio Martín Cerón, director de las divisiones de Instalaciones, Obras Ferroviarias y Redes de FCC.

Fuentes de la energética señalan que el Gobierno balear está apostando por la fotovoltaica flotante sobre balsas de riego para cubrir hasta el 10% de la demanda energética de las islas. “Este enfoque no solo optimiza el uso del espacio, sino que contribuye a la sostenibilidad hídrica”, observan. Recuerdan que el Gobierno central aprobó en julio el real decreto que regula la instalación de plantas fotovoltaicas flotantes en embalses situados en el dominio público hidráulico; un total de 105. El tamaño de las instalaciones oscilará entre el 5% y el 15% de la superficie total del pantano, en función de la calidad de las aguas; las concesiones tendrán una duración máxima de 25 años. “Ocupando solo el 5%, la superficie mínima fijada, cabrían 7.000 MW”, enfatiza Lacruz.

El proyecto de Sierra Brava

La instalación solar fotovoltaica flotante del embalse de Sierra Brava, en Cáceres, es un proyecto piloto de Acciona que nació en 2020 para adquirir el conocimiento y la experiencia en este área, expone Asun Padrós, gerente de Proyectos de Innovación de la compañía. La instalación tiene seis campos o plataformas flotantes con 3.770 módulos, que ocupan 12 hectáreas —un 0,08% de la superficie total del embalse— y generan la energía equivalente al consumo anual de 1.000 hogares, con 3.800 toneladas de CO2 menos para la atmósfera. En 2022 se conectó a la red; en 2024 se ha ampliado con un nuevo sistema de flotación que es totalmente plano, “para evitar el efecto vela”, y al que han llamado el nenúfar. En estos cuatro años, se ha monitorizado el comportamiento ambiental de la planta y constatado —en colaboración con SEO Birdlife— que no hay impacto sobre la fauna, informa Padrós. También se han puesto a prueba los amarres, consistentes en una especie de cables elásticos capaces de alargarse y acortarse para adaptarse a las variaciones en el nivel de agua. El objetivo último es calibrar las posibilidades de esta tecnología a escala comercial, aunque de sus planes al respecto Acciona no suelta prenda. “Sierra Brava demuestra que se trata de una tecnología emergente, viable y rentable”, se limita a decir Padrós.

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