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La solar flotante surge con brío

Los parques instalados sobre el agua de los embalses, que pueden abastecer a más de un millón de hogares, ultiman su despegue

La planta flotante de Acciona, en Sierra Brava, Cáceres.
La planta flotante de Acciona, en Sierra Brava, Cáceres.

Progresivamente, España se agarra a un fenómeno emergente en el mundo: la energía solar fotovoltaica flotante, en torno a la que proliferan megaproyectos de instalación de paneles solares sobre masas de agua en China, Singapur, Taiwán, Corea del Sur o la India, pero también en países europeos como Países Bajos. El pasado 10 de octubre, el Ministerio para la Transición Ecológica recibió un espaldarazo a su plan para instalar placas fotovoltaicas flotantes sobre los embalses españoles al recibir el apoyo mayoritario —­no unánime— del Consejo Nacional del Agua, que reúne, entre otros actores, a las comunidades autónomas.

“Se trata de una aplicación de la fotovoltaica que está dando sus primeros pasos, pero que se espera que crezca rápido por todo el mundo. Ya hay proyectos de gran magnitud, sobre todo en Asia”, destaca Héctor de Lama, director técnico de la Unión Española Fotovoltaica (Unef). “Hasta ahora, en España la mayoría se ha hecho en balsas de riego y, de momento, solo hay una en un embalse, la planta de Acciona de Sierra Brava [Cáceres]”. La potencia global acumulada de este nuevo nicho de mercado superaba los tres gigavatios pico en 2021, según el Instituto de Investigación de Energía Solar de Singapur. En España, la mayor parte de estas plantas se utiliza para autoconsumo y bombeo en el sector agríco­la. “No hay registros oficiales [sobre la potencia instalada en el país; en 2018 rondaba los 1,5 megavatios], pero hay muchos proyectos en tramitación”, informan desde Unef.

Al Gobierno le quedan aún pasos que dar: falta el dictamen del Consejo de Estado y la aprobación en Consejo de Ministros. Pero, en esencia, el proyecto de real decreto posibilita la instalación de infraestructura fotovoltaica en alrededor de un centenar de embalses del dominio público hidráulico y contempla la declaración de 67 nuevas reservas hidrológicas. Según portavoces del ministerio, “se abre una oportunidad de aumentar la capacidad de generación eléctrica de origen renovable con una aportación adicional al mix renovable fundamental para acelerar la transición energética y reducir la vulnerabilidad de nuestro país a situaciones excepcionales como la que vivimos hoy”.

Ventajas del sistema

Los parques fotovoltaicos flotantes ofrecen una serie de ventajas tanto de rendimiento como de medio ambiente”, señala Rafael Esteban, director general en España de BayWa r.e., firma alemana desarrolladora de energías renovables. “Se ha comprobado que en plantas de Países Bajos el rendimiento es entre un 2% y un 3% mayor que el de los sistemas instalados en tierra firme. Además, los costes de producción y mantenimiento más bajos, unidos a una instalación y gestión más rápida en comparación con los sistemas montados en tierra, compensan los costes de inversión iniciales de las plantas flotantes”.

Comparte esta visión Solaris Float, grupo empresarial portugués presente en más de 70 países. “El gasto de las instalaciones flotantes puede ser, inicialmente, mayor que el de las instalaciones fotovoltaicas en tierra. Sin embargo, los costes de ocupación de la tierra (económicos y medioambientales) hacen que los gastos operativos de la solar terrestre sean mayores que los de la flotante”, indican desde la compañía.

BayWa Re construyó su primer piloto de parque fotovoltaico flotante en Países Bajos en 2018: desde entonces ha instalado 450.000 módulos y cuenta con 13 plantas ya operativas o en instalación. “España tiene un gran potencial”, recalca Esteban. “Aquí podrían desplegarse parques con capacidad de tres gigavatios, lo que supondría abastecer, de media, a más de un millón de hogares, ahorrando unos dos millones de toneladas de CO2 al año”.

Desde Acciona añaden otra bondad. “Es hibridable con la energía hidráulica, haciendo más eficiente el sistema: se aprovecha el nudo de conexión a la red de las centrales hidroeléctricas y se puede inyectar energía fotovoltaica cuando no se turbine agua”. Su planta de Sierra Brava, de 1,1 megavatios, equivalente a dar luz a 10.000 hogares, es la primera conectada a la red eléctrica en España.

Potencial hídrico

España cuenta con 1.225 embalses, según el inventario ministerial. “En un país como España”, indican en Transición Ecológica, “con el mayor número de presas y embalses de la UE, se trata de una opción que debe explorarse, atendiendo siempre a las características específicas de cada embalse, el estado trófico de sus aguas, biodiversidad o usos preexistentes”.

“El agua aporta refrigeración a paneles y cables, por lo que se mejora el rendimiento de esta energía”, explica Héc­tor de Lama, de Unef. “Se contribuye asimismo a mitigar la eutrofización, ya que los paneles captan la luz solar que, en consecuencia, no absorben las algas, por lo que se limita su proliferación excesiva”. En ese sentido, además de su fácil despliegue, porque no hay que tener en cuenta la topografía ni la geotecnia, el real decreto impide su instalación en embalses oligotróficos —con poca productividad biológica y buena calidad del agua— ni en lagos o lagunas de origen natural.

Para Luis Linares, director de Eave, start-up dedicada a energías renovables, el plan del Gobierno implica más ventajas medioambientales. “Al reducirse la irradiancia que recibe el agua, se reduce igualmente el efecto de evaporación de ella, con lo que esto puede suponer un impacto positivo relevante en nuestras reservas hidrológicas, sobre todo en época de sequía”.

Voces (y votos) en contra

El plan del Gobierno para llevar la energía solar a los embalses no ha sido bien recibido por todos los actores del Consejo Nacional del Agua; algunas han votado en contra. Es el caso de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (Fenacore), por la falta de garantías de dicho plan. “Los regantes vamos a estar siempre a favor de hacer un uso eficiente del agua y también de las energías renovables. Pero nos preocupa que no se nos garantice que estas instalaciones no van a generar limitaciones ni condicionantes a la explotación futura de los embalses, ni perjuicios a los usos existentes. Ya ha habido problemas en el Ebro que complican la gestión de los embalses”, comentan desde Fenacore.
Ecologistas en Acción también votó en contra ante “algunas dudas no resueltas” al existir “alternativas totalmente viables” a la instalación de estas plantas flotantes en el dominio público hidráulico. Entre otras razones, “no existen experiencias ni estudios científico-técnicos suficientes para estimar el tipo y magnitud de los efectos ambientales que cabe esperar de cubrir parte de la lámina de agua de un embalse con una instalación fotovoltaica”, señala un comunicado de la organización. “Igualmente se desconoce si puede haber otras posibles afecciones, por ejemplo, en relación con la fauna silvestre, incluyendo aves acuáticas y otras comunidades”.
Finalmente, Aragón también se sumó al rechazo. La región acoge 14 de los 106 embalses a los que se refiere el real decreto y su consejero de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente autonómico, Joaquín Olona, justificó su no por el posible impacto sobre el medio ambiente, las actividades turísticas y recreativas o el regadío.

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