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Resurgen las letras

Las clásicas carreras humanísticas se renuevan sellando alianzas con otras áreas de conocimiento con perfil más técnico por la vía de nuevas titulaciones y dobles grados universitarios, y reivindican un papel fundamental en el mundo de la nueva empresa y la tecnología

EXTRA ELIGE TU CARRERA 18/06/23
GETTY IMAGES

El grado de Humanidades que da nombre a la Facultad de Humanidades y Documentación de la Universidad de A Coruña fue cancelado en 2017 por falta de alumnos. Pero tomaron el relevo otros como Gestión Industrial de la Moda, Gestión Digital de Información y Documentación o Relaciones Internacionales, con un fuerte contenido humanístico. “La historia, la filosofía, la antropología y muy especialmente la ética y la deontología profesional se han incorporado a las diferentes materias que conforman los planes de estudio de estas nuevas titulaciones”, detalla la decana, Manuela del Pilar Santos Pita, que es también presidenta de la Asociación de Decanatos de Artes y Humanidades. Una evolución de la que Darwin estaría orgulloso, y que puede verse, asimismo, en las alianzas que las clásicas carreras de letras han sellado con otras áreas de conocimiento: el año pasado, para entrar al grado de Filosofía, Política y Economía de la Carlos III, bilingüe, hacía falta más de un 13 de nota; y casi un 12 para cursar Estudios Globales en la Pompeu Fabra.

Cuando, en junio de 2022, la Universidad de Navarra hubo de tomar “la difícil decisión” de aprobar el cese de la oferta de su grado de Humanidades a partir del curso 2022-2023, el único consuelo fue comprobar cómo otras apuestas con ADN humanista sí estaban funcionando: la posibilidad de cursar dobles grados, desde 2011 con Comunicación (Historia y Periodismo, Filosofía y Periodismo), y desde 2015 con Derecho (Derecho y Filosofía, Relaciones Internacionales e Historia). O el grado en Lengua y Literatura Españolas con diploma de especialización en Escritura Creativa, implantado en 2022-2023 para sustituir a los grados en Filología Hispánica y en Literatura y Escritura Creativa, que desde este curso han dejado de ofertarse a los nuevos estudiantes. Revisión, renovación, evolución.

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Simon Skafar (GETTY IMAGES)

Renacimiento

“Creo que estamos al comienzo de un nuevo renacimiento en las humanidades, englobando las artes y las humanidades como un conjunto único”, asegura, exultante, Víctor Padilla, decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Internacional de La Rioja (Unir). Su impulso vendrá derivado, paradojas de la vida, del “uso masivo de las herramientas de inteligencia artificial [IA]”, que llevará a las empresas a demandar perfiles profesionales “con un conocimiento más profundo, más estratégico”, añade; que aporten valor realmente inteligente, más allá del proporcionado por las máquinas. En opinión de Samer Ajour el Zein, vicedecano de Programas de Grado e Investigación de EAE Business School, las humanidades han de ser una parte complementaria de los programas de marketing y comunicación digital, Administración y Dirección de Empresas o ciencia de datos. “También cabe ofrecer menciones en los títulos actuales con unas asignaturas humanistas en el tercer y cuarto curso”, sugiere.

Es frecuente, llegados a este punto, citar el artículo que el emprendedor y catedrático Vivek Wadhwa escribió, en 2012, en The Washington Post bajo el siguiente titular: ‘Por qué Silicon Valley necesita doctores en Humanidades’. Las tecnológicas residentes en la zona han recogido el guante, a tenor de varios ejemplos también recurrentes. Susan Wojcicki, directora ejecutiva de YouTube, estudió Historia y Literatura; Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn, y Stewart Butterfield, cofundador de Flickr y Slack, se licenciaron en Filosofía, y Carly Fiorina, ex directora ejecutiva de Hewlett-Packard, en Historia y Filosofía Medieval. “En otros países se está percibiendo la necesidad que tiene el mundo empresarial de profesionales con una sólida formación humanística”, señala Santos Pita. Con capacidad de reflexión intelectual y de razonamiento crítico para tomar decisiones, resolver problemas y aportar mejoras a la tecnología, potencialmente letal si no tiene al ser humano como objetivo principal. “La tecnología que deshumaniza es muy peligrosa”, avisa.

Amplitud de miras

Jesús Zamora, decano de Filosofía de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia), no cree que los egresados de su Facultad encuentren más (ni menos) dificultades laborales que los de otras carreras “que no sean las estrellas”, pero sí detecta que en España aún no se termina de percibir claramente que un profesional con formación humanística tiene “una capacidad de visión, de amplitud de miras, de ir más allá…, que hace avanzar a la empresa para la que trabaja”. El pensamiento, el arte, la estética o el análisis son comunes en las denominadas carreras de letras, y conducen al debate y la reflexión. “Ya no es tan importante saber manejar una aplicación de software, que se quedará obsoleta en unos meses. Incluso para el mundo informático hay herramientas que generan código básico, liberando a los desarrolladores de tareas de bajo nivel. Como Universidad, tenemos que dotar al estudiante de conocimientos y competencias más elevadas que le sirvan no solo para el mundo de hoy, sino para los trabajos de años venideros”, apunta Padilla.

“De los 341.215 matriculados en universidades privadas españolas en el curso 2019-2020, solo 14.986 fueron de Artes y Humanidades; es una cifra inferior al 4,5% del volumen total. Tenemos aún que hacer mucha pedagogía para que la sociedad española entienda la importancia de los perfiles humanísticos en la empresa”, insiste Padilla. Aunque parece que las cosas comienzan a cambiar: entre 2015-2016 y 2020-2021 (último curso disponible en las estadísticas oficiales de Educabase), los estudiantes de la rama de Artes y Humanidades han pasado de 130.911 a 142.473, en una escalada sin retrocesos. El grueso se concentra en las universidades públicas, donde se observa igualmente la progresión, en este caso sí con altibajos, entre las 123.121 matrículas contabilizadas en 2015-2016 y las 128.329 de 2020-2021.

La UNED no ha detectado nunca una gran bajada en esta rama de conocimiento, pero “en los últimos cinco o seis años, y sobre todo a raíz de la pandemia, la subida ha sido espectacular; hemos pasado de 800 a 1.100 estudiantes de primero”, corrobora Zamora, para quien se trata de una tendencia que viene gestándose en los últimos 10 años, avivada por la polémica que levantó la reducción horaria de la asignatura en secundaria. “Tuvo un efecto rebote; a muchos les despertó el interés”, sostiene. Hasta explotar con la crisis sanitaria provocada por la covid-19. No es casual que en los dos gráficos de Educabase mencionados, el mayor repunte se dé en el curso 2020-2021. “Los acontecimientos que provocan preocupaciones existenciales, como la pandemia, la globalización, la crisis económica y social, o la IA, llevan a la gente a preguntarse por el sentido de todo lo que está ocurriendo”, explica el decano de Filosofía de la UNED.

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Yuichiro Chino (GETTY IMAGES)

Una transformación digital

El U-Ranking 2021, del Ivie (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas) y la Fundación BBVA, certificaba la “gran transformación” que había experimentado la familia de estudios artísticos, artífice de nuevas titulaciones de la rama de Artes y Humanidades centradas en la transformación digital de las humanidades, o relacionadas con la animación y multimedia, o el diseño. Santos Pita menciona la existencia de titulaciones que mezclan filosofía y tecnología, y de algún grado interuniversitario de ciencia, tecnología y humanidades; los considera pasos adelante, aunque no suficientes. “La mayoría de los grados que ofrecen las universidades españolas se sitúan dentro del mismo ámbito de conocimiento; algunos combinan las humanidades con las ciencias sociales, pero todavía falta incorporar más contenidos humanísticos en todas las titulaciones, e implantar dobles grados que unan lo humanístico con lo científico-tecnológico”, opina.

En la última década ha aumentado el número de estudiantes que apuestan por una formación humanista en la Facultad de Filosofía y Letras de la (privada) Universidad de Navarra, según recapitula su decana, Julia Pavón. Si en el curso 2013-2014 había 313 alumnos de grado, 11 de máster, 114 de doctorado y 183 de títulos propios, en 2022-2023 hay 566 de grado, 13 de máster, 112 de doctorado y 282 de títulos propios. Cada vez más demandantes de estudios menos clásicos, según constata la decana, que pone como ejemplo el grado bilingüe en Filosofía, Política y Economía, que se imparte desde 2018 con más del 50% de asignaturas en inglés, un 25% de su alumnado internacional, y estancias fuera de España. “Abarca tres disciplinas clave y es un buen ejemplo de la evolución de las Humanidades”, desgrana.

Nuevas puertas laborales

El grado en Filosofía, Política y Economía de la Universidad de Navarra permite a sus egresados trabajar en multinacionales, ONG internacionales, medios de comunicación o gobiernos. El máster en Humanidades Digitales de Unir abre “nuevas posibilidades laborales tanto en investigación como en proyectos multidisciplinares”, detalla Padilla. El grado en Gestión Digital de Información y Documentación de la Universidad de A Coruña nutre de profesionales “muy necesarios” a empresas, museos, archivos, bibliotecas, consultorías culturales, fundaciones. La bolsa de trabajo estadounidense para filósofos Philjobs.org muestra ofertas de empresas tecnológicas a la caza de expertos en ética de la inteligencia artificial, del big data, de la robótica o de la neurotecnología. Son buenos aldabonazos contra dos mantras que aún siguen calando entre la población estudiantil: si haces Humanidades estás abocado casi exclusivamente a la docencia; si estudias una carrera de letras no vas a encontrar trabajo.

Filólogos para la inteligencia artificial

A la profesora de la UNED Iria da Cunha Fanego la suelen invitar a charlas TED o a ponencias en auditorios juveniles para contar qué hace una lingüista como ella en un mundo como el de la inteligencia artificial (IA). Se lo toma como una oportunidad para convertirse en altavoz de una realidad que vive a diario: la IA necesita de lingüistas expertos en lenguaje computacional y procesamiento de lenguaje natural. Las grandes tecnológicas los están demandando. “Hace 22 años, nuestras salidas eran la docencia o emplearnos como correctores en una editorial, poco más; ahora hay más oferta que los jóvenes apasionados por las letras han de conocer para no renunciar a su vocación por el miedo a morirse de hambre. El abanico de las humanidades se abre a nuevos sectores del mundo de la empresa relacionados con la tecnología”, asegura.
“La gente no es consciente de las salidas profesionales que están surgiendo en España y en todo el mundo”, lamenta, remitiéndose a un estudio de 2021 de la consultora Mordor Intelligence, según el cual el mercado global de procesamiento del lenguaje natural ya valía casi 11.000 millones de dólares en 2020, y superará los 48.000 para 2026. “Se lanzó antes de que se hiciera público el ChatGPT; ahora será mucho más”, vaticina. En España, uno de los ejes estratégicos del PERTE (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) Nueva Economía de la Lengua es la IA en español, dotado con más de 330 millones de euros.
Da Cunha Fanego no cree que hagan falta dobles grados ni nuevos títulos de filología. El lenguaje computacional era ya una asignatura de Filología Hispánica en la Universidad de Santiago de Compostela cuando ella entró hace más de 20 años, “porque me gustaba leer”. En la carrera descubrió una serie de ramas aplicadas, como la lingüística forense, la enseñanza de la lengua y la computacional, de la mano Guillermo Rojo (académico de la Lengua). Esta última la atrajo muchísimo. Hizo un máster de Lingüística Aplicada en la Pompeu Fabra, y un doctorado en la misma Universidad, encadenando varias becas hasta que en 2015 entró como investigadora Ramón y Cajal en la UNED, donde hoy imparte docencia y dirige el proyecto arText: el primer redactor asistido para el español que ayuda a escribir géneros textuales de ámbitos especializados y textos en lenguaje claro. “Yo, lingüista, dirijo un equipo con ingenieros, programadores y expertos en derecho administrativo”, reivindica esta defensora del trabajo interdisciplinar.

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