El creciente reto del ‘phubbing’
La falta de atención derivada del uso excesivo de los dispositivos frena los estudios y la socialización
Un grupo de jóvenes, de cualquier curso de secundaria se arremolina en torno a uno de los bancos que hay en el patio del colegio. Unos están sentados en él, otros apoyados sobre el respaldo, dando la espalda a los primeros, y algunos más se mueven en torno a los primeros y los segundos sin despegar la vista de su móvil. Es la hora del recreo, un momento de descanso, tras las primeras horas de clase, en el que compartir conversaciones con los compañeros. Pero no interactúan, o muy poco. Cada uno está inmerso en su dispositivo. A veces intercambian alguna palabra. Esta escena que trascurre en una de las instalaciones de la escuela es habitual verla también entre los grupos de jóvenes que frecuentan los parques, por la calle o en el interior de algún transporte público. Una conducta que se conoce como phubbing.
Recientemente, el grupo de investigación EducaViva de la Universidad de Zaragoza ha publicado el artículo “¿Te importaría prestarme atención? El phubbing en la adolescencia como reto educativo en la convivencia digital y presencial”. En el estudio han participado 1.554 estudiantes. Sin embargo, solo se obtuvieron los datos referidos a la realización del phubbing y su efecto de 379 adolescentes, 168 chicos (44,3%) y 211 chicas (55,7%), pertenecientes a ocho centros educativos de Educación Secundaria Obligatoria, con edades comprendidas entre 12 y 17 años.
Adultos enganchados
Pablo Bautista, doctor en Educación, investigador asociado al Departamento de Psicología y Sociología de la Educación de la Universidad de Zaragoza y miembro del equipo, explica que “phubbing es el acto de interactuar con el móvil en lugar de hacerlo con otras personas que están presentes físicamente. Aunque es algo normal en todas las edades, un periodo de alta prevalencia de este fenómeno es la adolescencia, momento de mayor socialización y búsqueda de la propia identidad”. También se da entre los adultos y entre padres e hijos, “lo que se conoce como phubbing parental, cuando los padres interactúan con el móvil mientras sus hijos e hijas hablan”, agrega este investigador.
Ana Cebollero, profesora del Departamento de Ciencias de la Educación en la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza e integrante también del equipo que ha realizado el estudio, indica que “los adolescentes no perciben el phubbing como dañino, porque está normalizado. Sin embargo, les perjudica negativamente porque interfiere en los procesos de socialización, afectando a la calidad de las relaciones interpersonales”. Además, otro resultado relevante tiene que ver con el envío de emoticonos y otras herramientas emocionales, “un factor de riesgo si no se tiene un alto nivel de cibercompetencias socioemocionales que ayuden a gestionar esas emociones en línea, tanto en chicas como en chicos. Actuar con netiqueta (normas de conducta socialmente aceptables en internet) protege del phubbing”, puntualiza Cebollero.
Juan José de Haro, doctor en Biología y profesor de Biología y Matemáticas en ESO y Bachillerato, sostiene que “uno de los efectos del phubbing se produce durante el tiempo de descanso. Aunque, continúa, “esto no es así en todos los jóvenes, pues depende de la personalidad de cada uno de ellos. Aquellos adolescentes con tendencia a la soledad se aíslan todavía más y se les puede ver solos con su móvil. Sin embargo, en el extremo contrario, otros no toman esta actitud y, aunque estén con el móvil en la mano, hablan e interactúan con normalidad entre ellos”. Este profesor matiza que “normalmente el uso del móvil está prohibido dentro de los centros educativos, de forma que el phubbing queda en cierto modo anulado, aunque no sea así para los chicos mayores que pueden salir a la calle”.
Una existencia solitaria
La preocupación que ha despertado el phubbing está relacionada con el hecho de que esta conducta afecta a la calidad de la convivencia y de la amistad, además de que potencia otros riesgos por internet. La investigadora de la Universidad de Zaragoza explica que “la evidencia científica ha identificado que puede provocar ostracismo, socavar la confianza y reducir el interés por compartir y participar. Quien lo padece se siente ignorado, devaluado, percibiéndolo como una actividad irrespetuosa”. Una opinión que se corresponde con la de Juan José de Haro, quien asegura que esta actitud “también puede aumentar los niveles de ansiedad y estrés, especialmente cuando se sienten presionados para responder rápidamente a mensajes y notificaciones, lo que les hace estar pendientes del móvil, pero no de lo que sucede a su alrededor”.
Para enfrentarse al phubbing desde el aula, Daniel Albertos Gómez, doctor en Educación y asesor técnico docente de la Comunidad de Madrid, comenta que “es habitual que el alumnado reciba charlas, tanto de orientadores como de personal externo a los centros, fundamentalmente en el horario de tutoría, sobre el buen uso de internet, las redes sociales, el ciberacoso, etcétera. Al ser el phubbing un fenómeno reciente, quizá no esté tan tratado en estos espacios. Asimismo, sería interesante formar de igual manera a docentes y familias”.
¿Cómo se debe afrontar este nuevo fenómeno?
Educar en el uso positivo y responsables de los móviles desde edades tempranas es importante. En esta labor, los progenitores son una pieza clave para que sus hijos mantengan una buena higiene en el uso de este tipo de dispositivos, conviviendo con ellos sin que las relaciones presenciales se debiliten. Pablo Bautista ofrece las siguientes pautas para poner en práctica:
- Generar un clima en casa donde no se produzca una sensación de dependencia constante. Para ello conviene que haya tiempos y espacios libres de pantallas para todos los miembros de la familia, que estén acordados, como las horas de la cena o de estar tiempo juntos, guardar los móviles una hora antes de irse a dormir y desactivar las notificaciones.
- Una forma en la que aprenden los hijos e hijas es por modelaje. Es importante que los padres vayan por delante en evitar realizar phubbing con los hijos y amigos; que perciban la importancia de escuchar y mirar a la cara a las personas antes que consultar el móvil.
- Acompañar a los hijos de manera activa en temas de pantallas, aconsejando, dando razones sobre la necesidad del equilibrio digital, y no solo controlando el tiempo de uso.
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