Sexo y olfato: ¿están los desodorantes arruinando nuestra vida sexual?
Cada vez más estudios demuestran la importancia del olor corporal y las feromonas en la atracción, el deseo y el placer sexual


Cada uno de los cinco sentidos desempeña un papel importante en la relación sexual, en la atracción y en el deseo. De todos ellos, el olfato es, quizás, el más olvidado. Aunque sería más preciso decir que es el más malinterpretado. Esto es así porque el olor que más conviene a la respuesta sexual puede que no siempre coincida con los que nos vende la industria cosmética que, conocedora de la potente relación entre sexo y aroma, lo rentabiliza en su propio beneficio.
Hace tiempo una revista francesa reflejaba en un artículo lo que muchos perros, grandes seguidores del sentido del olfato, expresarían con palabras si pudieran hablar: “Más que la desnudez, los olores son el reflejo de nuestra vida emocional y constituyen el elemento más íntimo de la persona. Escapando a nuestro control, dibujan la imagen que damos a otras personas. Los que conciernen a los órganos genitales, esos olores de almizcle, dan fe de que nuestro sexo es reactivo y productivo. No debemos olvidar que nuestros efluvios participan en la elaboración de nuestros lazos con los otros. Cuando somos pequeños desarrollamos una relación olfativa con nuestra madre, esencial para nuestro desarrollo afectivo y cognitivo. Los olores maternales tienen un poder calmante y contribuyen a regular el metabolismo”.
“El sentido del olfato tiene conexión directa con las estructuras cerebrales y tiene mucho que ver con el procesamiento de las emociones y con la motivación sexual”, coincide con la idea de la revista Constanza Bartolucci, médica y sexóloga. “Entre los numerosos estudios que se han hecho al respecto, hay uno que concluye que las personas que dan más importancia al olor, y que se huelen más el cuerpo, muestran mayor deseo sexual. Es decir, que existe un fuerte vínculo entre olfato, deseo y placer, y los que tienen una mayor sensibilidad a los olores nutren más la excitación sexual. Yo he escuchado en consulta a un paciente que admitía que reconocía el olor de su pareja cuando estaba excitada”, afirma la también miembro del Instituto Iberoamericano de Sexología.
En estos tiempos tan asépticos, todavía muchos conservan la pituitaria de nuestros ancestros, mientras que otros son sumamente selectivos en el mundo de las fragancias. Los expertos en estas cuestiones hablan de barosmia, que es la excitación desencadenada por el olfato; ozolagnia, la pasión por los olores fuertes; renifleurismo, el gusto por el olor a orina; olfactofilia u osmolagnia, cuando la excitación surge con olores que provienen de las axilas o de los órganos genitales; y de antolagnia, cuando lo que despierta el deseo es oler flores.
“El ser humano es muy complejo y hay muchos factores involucrados en la atracción sexual hacia una persona”, señala Miriam Al Adib Mendiri, ginecóloga, escritora, docente, divulgadora. “El mundo de los aromas relacionados con la sexualidad va de los olores artificiales al de la propia piel, o una mezcla de los dos. También son importantes las feromonas, la piel, el sudor o los fluidos que se segregan durante la relación sexual”, continúa la fundadora de las clínicas MiriamGine, con sedes en varias ciudades de España. “Todavía no se sabe muy bien cómo funciona el mecanismo, porque es muy sutil, multifactorial y hay muchos estudios que, incluso, se contradicen. Pero hay uno especialmente curioso en el que a un grupo de hombres se les daba a oler camisetas sudadas de mujeres, algunas en la fase periovulatoria del ciclo menstrual y otras de las otras etapas. El resultado fue que cuando los hombres olían las camisetas del primer grupo, sus niveles de testosterona ascendían”.

Los beneficios del buen olor corporal
Santiago Frago, sexólogo y codirector del Instituto Amaltea de Sexología, en Zaragoza, cree que “en cierta manera, el desodorante nos hace perder la singularidad del que tenemos al lado, porque asociamos aromas a personas y situaciones, y porque la vista atrae, pero el aroma enamora”. En sus talleres de Amor, erotismo y vino, este sexólogo propone a los asistentes que, con los ojos tapados y solo por el olor, reconozcan a sus parejas. La mayoría lo consigue. “Cuando besamos a otro asociamos aroma y sabor, lo que potencia mucho la atracción. De hecho, el beso es uno de los actos más privados e íntimos que existen. En mis charlas sobre sexualidad a los jóvenes siempre hago hincapié en este hecho y a ellos les sorprende, porque no dan tanta importancia al beso”, señala Frago. A lo que apunta: “Les recuerdo que en la película Pretty Woman (1990) la prostituta ponía una sola condición a su cliente. No podía besarla, porque el beso es algo muy íntimo y emocional”.
Antes de que el mundo de los perfumes camuflara el olor corporal, los efluvios eran una pista muy clara sobre nuestro estado de salud y, por lo tanto, un elemento a tener en cuenta en el juego de la seducción y en la elección de la pareja. “El olor corporal tiene mucho que ver con lo que comemos, ya que esto afecta a nuestra microbiota intestinal, de la que también depende la vaginal y la de la zona perianal”, señala Al Adib. “Así que una dieta saludable proporcionará un mejor olor corporal, que también estará influenciado por la ropa que llevamos o el nivel de estrés, ya que este produce una sudoración mayor”.

Las teorías sobre qué alimentos producen mejor olor corporal son variadas y no compartidas por todos. Pero, según estudios de la Universidad de Stirling (Escocia) y de la Universidad de Charles (República Checa), las mujeres se sienten más atraídas por el olor que desprenden los hombres que han comido ajo. Este alimento mejora los niveles de antioxidantes en el cuerpo y mata a determinadas bacterias nocivas. Eso sí, hay que tomarlo horas antes de una cita erótica y procurar lavarse los dientes después porque el aliento a ajo no comparte las mismas propiedades que las que tiene una vez metabolizado. Los alimentos ricos en betacaroteno (zanahorias, calabaza, boniato, pimientos rojos o albaricoques) proporcionan un olor más dulce y atractivo. Y los carbohidratos, los que menos, tal y como descubrió otro grupo de investigadores de la Macquarie University (Sídney).
El olor a sudor también tiene sus efectos terapéuticos. Según un grupo de científicos de la Universidad de Pensilvania (EE UU), junto con los laboratorios Monell, la exposición al sudor del hombre tiene marcados efectos psicológicos y fisiológicos en la mujer. Entre otros, mejora el humor, reduce la tensión, relaja y hasta tiene una relación directa con la hormona luteinizante, que condiciona cuánto dura la menstruación.
El olor en la zona genital
En el anecdotario sexual de la historia circula la leyenda que atribuye a Napoleón y Josefina unos gustos poco refinados. Según los rumores, el emperador conminaba a su enamorada a no lavarse sus bajos fondos en los días previos a su reencuentro, después de alguna de las largas campañas militares. “Josefina, no te laves. Llegaré pronto”, dicen que escribía en sus cartas.

Y si el olor de las axilas molesta a la mayoría, el de los genitales mucho más. Por ello, hay desodorantes íntimos para ambos sexos. “Hay muchas mujeres que vienen a la consulta porque sus genitales desprenden mal olor”, señala Al Adib. “Tras explorarlas para descartar que no haya algún tipo de infección o una vaginosis bacteriana, comprobamos que no tienen nada, lo que ocurre es que tienen una apreciación subjetiva sobre el olor de su vulva o su flujo, que ellas consideran maloliente, aunque eso no se corresponde con la realidad. Aunque también existe lo que se llama hiperhidrosis genital, que consiste en una sudoración excesiva de los genitales. Pero en muchos casos no es real, sino un miedo a oler mal”.
Esta excesiva preocupación por la higiene puede afectar a las relaciones, especialmente cuando hablamos del sexo oral. “Los hombres son más proclives a hacerlo y a recibirlo y, generalmente, no tienen tantos escrúpulos en cuanto a olores o sabores”, cuenta Frago. “Sin embargo, la mujer está más preocupada en oler o en saber mal. En parte por cuestiones culturales o de educación, ya que a ellas les ha costado más familiarizarse con sus genitales, verlos y tocarlos. Está también el tema de la regla. Y ahora viene toda la presión estética en torno a la forma ideal que deben tener las vulvas o si deben estar depiladas o no”.
Bartolucci tiene otra opinión: “Yo diría que hay de todo, hay personas muy escrupulosas con los olores y el vello, pero, al mismo tiempo, hay un movimiento que tiende más a la naturalidad, también en el sexo, y que no tiene miedo de descubrir el auténtico olor del otro o de la pareja”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
