Poco sexo y más amistad: ¿qué idea del amor tienen las nuevas generaciones?
Esta construcción sociocultural cambia con los tiempos, y los más jóvenes esbozan la suya. Hay un anhelo de tener pareja, pero no quieren comprometerse; han interiorizado que las relaciones no duran mucho, pero quieren funcionar en la cama lo mejor posible; se disocia sexualidad o erotismo de afectividad
![Adolescentes amor](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NMRNMAWVYNHMBPRMADOWMYJFJA.jpg?auth=946e4ef5ebf6f4196458b136e4b1cd3ac3ade41323dd61489cdc7486d8c6032e&width=414)
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El amor, esa emoción tan antigua, por la que no pasa el tiempo, debe reinventarse continuamente para seguir siendo la misma. Porque el sentimiento universal es también una construcción social y cultural que cambia con los tiempos, adoptando nuevas formas. Por eso ha tenido tantos adjetivos a lo largo de la historia: cortés, romántico, libre, loco, consciente o líquido. Así lo denominó el sociólogo Zygmunt Bauman para definir las relaciones interpersonales de la postmodernidad. Por San Valentín, como cada año, escucharemos críticas hacia el amor romántico, hacia el enamoramiento que empieza a situarse en la frontera con las relaciones tóxicas, sobre los peligros de enamorarse, de comprometerse, de querer demasiado. Pero, ¿qué idea del amor es la que, mayoritariamente, maneja la generación Z o la que le sigue, bautizada ya como generación Alfa, la primera en nacer completamente en el siglo XXI?
Resulta revelador la ausencia de estudios al respecto, en contraposición a los que abundan sobre la sexualidad de los más jóvenes. Tal vez, porque el amor es menos rentable. Sin embargo, la Universidad de California se interesa por lo que pasa por la cabeza de los adolescentes y realiza numerosas investigaciones al respecto. El año pasado entrevistaron a 1.644 norteamericanos de entre 10 y 24 años dentro de su estudio anual Teens and Screens Study. En el apartado de sus prioridades vitales, las 10 más importantes, por orden de preferencia, eran las siguientes: estar seguros, ser amables, divertirse, aceptarse a uno mismo, mantenerse en forma, cambiar el mundo y tener grandes objetivos, ser parte de la comunidad, tener muy buen aspecto, ser rico y estar conectado espiritualmente con los demás. En otro capítulo del estudio, dedicado más a las preferencias culturales, se revelaba que el 63,5% de los adolescentes prefieren historias (ya sea en el cine, las series, los cómics o los libros) centradas en la amistad o en las relaciones platónicas. Las historias de amor, de momento, no suscitan mucho interés.
“El amor es difícil de definir y hay tantos conceptos de amor como personas. Pero, si antes había unos estándares, unos parámetros, unas directrices, ahora no los hay”, explica Raúl González, sexólogo, psicopedagogo y terapeuta de pareja del gabinete de apoyo terapéutico A la Par, en Madrid. “La idea del amor romántico ya está desestructurada y se supone que hay infinitas opciones y posibilidades de reinterpretar el concepto del amor, pero nos cuesta mucho hacerlo y eso genera gran confusión, porque hay un anhelo de experimentar el amor, pero no se sabe cómo. Hay un anhelo de tener pareja, pero, al mismo tiempo, la gente no quiere comprometerse. ¿Quién elegiría solo dos platos cuando tenemos ante nuestros ojos un bufé libre? Pero, conviene recordar que en los bufés libres se suele comer mal, ya que la comida no es de gran calidad”, afirma González.
![Los jóvenes tienen la necesidad de crear vínculos afectivos, especialmente en la adolescencia, y, al mismo tiempo, intentan incorporar a sus comportamientos consignas de tolerancia, diversidad, apertura.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LQ7RQGVL75FUFOXEROOC4BTCGY.jpg?auth=4aa053bee3dc45d141691eeef199f54f3d13ecc2a1da8560e62e98f325ba19bf&width=414)
“Yo veo que los jóvenes tienen la necesidad imperiosa de crear vínculos afectivos, especialmente en la adolescencia, cuando se sale del seno de la familia al mundo, y, al mismo tiempo, intentan incorporar a sus comportamientos consignas de tolerancia, diversidad, apertura”, señala la ginecóloga y sexóloga Francisca Molero, directora del Instituto Iberoamericano de Sexología y terapeuta del Centro Máxima de Barcelona. “Cuando nos enamoramos, cuando estamos en esa fase de gran pasión y deseo, también puede haber celos o cierto afán de exclusividad o posesión. Es como la parte más negativa del enamoramiento, que puede ser pasajera y, si persiste, puede trabajarse. Sin embargo, muchos jóvenes, al identificar estos síntomas como indeseables, tóxicos o machistas, dan marcha atrás y ponen fin a la relación; porque lo clasifican como amor romántico y lo que se busca ahora es un amor más horizontal, más pensado, diseñado a medida”.
Ese excesivo cuestionamiento, ese afán de racionalizar las emociones en torno al amor, aleja a los jóvenes de las sensaciones, de la espontaneidad y de esa ligereza atribuible a los seres humanos con poca experiencia vital y, por lo tanto, sin el tiempo necesario para haber construido demasiadas frustraciones. De momento, las estadísticas apuntan a que la generación Z es la menos sexual de la historia. Un dato que choca con el hecho de que, según parece, es también la que más pronto se empareja. “Esto es también consecuencia de los planteamientos sociales, porque tener pareja es sinónimo de tener éxito”, explica la sexóloga y psicopedagoga Estefanía Sáez, responsable del área educativa de Amaltea, en Zaragoza. “De ahí que vivan las rupturas o los amores no correspondidos con gran frustración. Y este es uno de los aprendizajes que intentamos enseñarles, a gestionar el fracaso, las situaciones frustrantes o los sentimientos que no van siempre en la misma dirección. Además, en este caso, las redes sociales, que lo acentúan todo (lo positivo y lo negativo), pueden usarse para el control del ex o para la autoflagelación, viendo las fotos y post del que se fue”, continúa.
![Las redes sociales lo acentúan todo (lo positivo y lo negativo) y pueden usarse para el control del ex o para la autoflagelación, viendo las fotos y 'post' del que se fue.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DFLW3DI45JANTGLY2TUITYCNKQ.jpg?auth=5f80703ff1d4e5e4587eb26a33b97ee8ee4cf4ca50b385a484f0a17569d56164&width=414)
Otra característica de esta nueva versión de la idea de amor es el hecho de que, en palabras de Sáez, se disocia sexualidad o erotismo de afectividad. “Y, una vez más, hay un cierto trasfondo social en este concepto, como prueba el hecho de que a las charlas sobre sexualidad hay que llamarlas educación afectivo-sexual. Debería ser obvio que ambos adjetivos están intrínsecamente unidos, pero no es así. Por otra parte, la pornografía contribuye a esta disociación, ya que influencia a las relaciones de pareja, mostrando un comportamiento ausente de emotividad, de afecto. Y no digo que toda la pornografía sea así; pero la de fácil acceso y gratuita, generalmente, cumple estos parámetros”, señala la psicopedagoga.
Para Molero, el sexo no es tan importante como lo era para generaciones anteriores. “En otros tiempos había más represión, y acceder a una relación sexual no era tan fácil y, por otra parte, la sexualidad adquiría también una faceta de rebeldía. Además, no había tantas fuentes de placer como ahora”, apunta. Pero, si el sexo no es ya una prioridad relacional, ¿cuál es? “Supongo que es el vínculo afectivo fuerte, amigos con los que se sienta esa potente conexión. Una conexión que no se teje hablando de las intimidades o de los amoríos, estos se airean en las redes sociales, sino hablando de las emociones. De la tristeza, de la soledad”, propone.
La firma de juguetería erótica Lelo ha elaborado un informe sobre la sexualidad de los millenials que revela que, si bien esta generación ha abrazado la diversidad en sus relaciones, el ideal de una relación monógama sigue siendo una aspiración importante: el 61% prefiere una relación tradicional con una sola pareja. Casi tres cuartas partes, admiten que no han explorado fantasías de kink o BDSM (79%); y, aunque la mayoría se siente satisfecha y cómoda con su sexualidad, aún hay quienes desean indagar más sobre el autoconocimiento. Hasta un 24% manifiesta que necesita explorar más sus preferencias para entenderse mejor, lo que indica que el camino hacia una sexualidad plena y satisfactoria es un proceso constante de aprendizaje y autodescubrimiento.
![Un informe de Lelo sobre la sexualidad de los milenials revela que, si bien esta generación ha abrazado la diversidad en sus relaciones, el ideal de una relación monógama sigue siendo una aspiración importante.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RAG5SUNIUFFKPO4UV5RKKKFRYM.jpg?auth=7122afacb10b641e267df7e82fa1073157c27eb0148214d0b840a7b6fef52969&width=414)
Raúl González recuerda que hace años, en su consulta, los jóvenes iban casi siempre por problemas de gestión de pareja. “Ahora les preocupa más su performance sexual (problemas de erección, eyaculación, falta de deseo). Yo creo que es una conducta más narcisista y, al mismo tiempo, derrotista respecto a la pareja. Han interiorizado que la pareja no dura mucho, pero ellos quieren funcionar en la cama lo mejor posible. En parte, porque no estar a la altura está penado y no siempre el otro nos da tiempo para aprender. Es más, podemos ser objeto de burla porque el sexo puede ser utilizado como arma arrojadiza, haciendo comentarios hirientes en el grupo o las redes sociales”, sostiene el sexólogo.
Compaginar libertad y compromiso
Mientras, como subraya Sáez, “los chicos y chicas de 13 a 15 años lo que más preguntan en las charlas de educación afectivo-sexual es qué es el amor, cómo identificarlo o cómo saber si están enamorados o le gustan a alguien; los más mayores (16-19 años), se interesan más en el manejo de las relaciones: celos, límites, comunicación...”. Un asunto que los trae por la calle de la amargura es cómo conseguir mantener la independencia en una relación de pareja, cómo compaginar compromiso y libertad, cómo hacer que el resultado de la suma de uno más uno, no sea dos.
![Un asunto que trae por la calle de la amargura a las nuevas generaciones es cómo conseguir mantener la independencia en una relación de pareja, cómo compaginar compromiso y libertad.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/JIW4ES4KUJBILGGE4SOIVKBPYA.jpg?auth=754b8d97e23c4346499706806f2e191c9e5ad2d4b95d75fd1052b4fdb2e7ac7a&width=414)
“Ahora mismo estamos en el amor narcisista”, decía Joan Garriga, psicólogo, cocreador del Institut Gestalt de Barcelona y autor de numerosos libros, en un artículo publicado en este periódico hace dos años por estas fechas. “Lo que hoy preside nuestras vidas es el yo personal, aunque, al mismo tiempo, nuestro cerebro límbico, de mamíferos, sigue buscando el vínculo. Por lo tanto, se llega a un híbrido de amor narcisista. Buscamos a otro que confirme la idea que tenemos de nosotros mismos. Hay una frase en una canción de Joan Manuel Serrat que ilustra muy bien esto y que dice: ‘Podías tener el detalle de ser tal y como yo te imaginé”, afirmaba Garriga.
“En terapia de pareja se ve esta lucha continua de establecer límites, ese miedo a perder la propia identidad, como si esta se diluyera con el otro, y cuesta mucho entender la parte de tolerancia, de ceder, de alterar cosas para encajar en esa sociedad, que es la pareja. ¡No digamos ya la de sacrificio!”, indica Molero. “Yo diría que el concepto de amor fuera de la pareja, en una amistad o con una mascota, se entiende mucho mejor. Desgraciadamente, hay más disponibilidad para ceder o servir al otro en estos contextos que en el de la pareja”, lamenta.
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