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‘Fashion burnout’ o cómo el estilo personal está en peligro por el frenético algoritmo de TikTok

‘Brat’, ‘Demure’, ‘Barbiecore’, ‘Tomato Girl’ o ‘Dark Academia’ son algunas de las tendencias estéticas que obsesionan al mundo digital. Sin una línea divisoria clara entre ellas, se entremezclan y su popularidad dura menos de una semana

“Puedo saber el tiempo de pantalla de una persona solo por su 'outfit”, afirma sobre las tendencias estéticas que obsesionan al mundo digital la periodista de moda y cultura digital Alexandra Hildreth.
“Puedo saber el tiempo de pantalla de una persona solo por su 'outfit”, afirma sobre las tendencias estéticas que obsesionan al mundo digital la periodista de moda y cultura digital Alexandra Hildreth.Britt Erlanson (Getty Images)
Andrea Insa Marco

En cuestión de días, el Brat Summer, caótico, salvaje y con un característico color verde fluorescente, fue sustituido por la discreción, la modestia y el recato de Demure, llamada a ser la estética por excelencia del otoño. Con nombres pegadizos, items característicos y looks fácilmente recreables, la lista de tendencias estéticas que obsesionan al mundo digital y a la generación Z (nacidos entre 1995 y 2010) sigue y se regenera constantemente. Tomato Girl, Coastalgranddaughter, High value woman, Barbiecore, Coquette, Cottagecore, Dark Academia... Tendencias que van y vienen, su popularidad muchas veces dura menos de una semana, se entremezclan entre ellas y caen en el olvido cuando el algoritmo —la única línea divisoria entre ellas— elige a una nueva favorita.

Gracias a internet, si una persona es capaz de seguirle el ritmo a las tendencias, difundidas en plataformas como Pinterest o TikTok, puede cambiar su estética personal a diario. Sin embargo, recrear estas modas denominadas “micro temporales” y adaptar el armario a lo dictado por el algoritmo puede llevar al llamado Fashion Burnout: una sobresaturación de tendencias estéticas, imposibles de seguir, que ha puesto en riesgo el estilo personal. O en palabras de la periodista de moda y cultura digital Alexandra Hildreth, en un artículo para Vogue Business de 2023: “Puedo saber el tiempo de pantalla de una persona solo por su outfit”.

Belén Fernández de Alarcón, doctora en Historia y miembro del grupo de investigación en Historia, Iconografía y Economía del arte de la Universidad Rey Juan Carlos, define la moda como el ”fenómeno social que engloba las tendencias estéticas de una temporada” y el estilo personal como la ”forma de comunicación no verbal a través de la ropa que te identifica con una sociedad”. Según explica en conversación con EL PAÍS, ninguno de los dos conceptos son ni algo nuevo ni han surgido en redes sociales. Una afirmación que constata con tres ejemplos: el estilo punk, con sus crestas de colores y pantalones rotos, de los setenta; el yuppie y sus chaquetas de hombreras de los ochenta; o los skinny jeans de los años 2000-2010. Además, la experta añade que la historia puede trazarse a través de las tendencias estéticas, puesto que, enraizadas en una subcultura, evolucionan y representan los cambios sociales, económicos y políticos de una época —resistencia, introducción de las mujeres en un mundo considerado de hombres o el boom de las personalidades de internet, siguiendo respectivamente los tres ejemplos mencionados—.

Ni la moda ni el estilo personal son algo nuevo ni han surgido de redes sociales. El estilo punk, con sus crestas de colores y pantalones rotos, se popularizó en los setenta; el yuppie y sus chaquetas de hombreras, en los ochenta; o los skinny jeans, en los 2000-2010.
Ni la moda ni el estilo personal son algo nuevo ni han surgido de redes sociales. El estilo punk, con sus crestas de colores y pantalones rotos, se popularizó en los setenta; el yuppie y sus chaquetas de hombreras, en los ochenta; o los skinny jeans, en los 2000-2010. Getty Images (Getty Images)

En la época actual, esta máxima se mantiene. “Las estéticas actuales ni surgen de la nada ni están indefensas. Muestran y anuncian cambios que están produciéndose a nivel social”, afirma en una conversación con EL PAÍS Janira Planes, periodista especializada en tecnologías, memes y cultura de internet. “Son culturalmente relevantes y abiertamente políticas”, añade. Por ejemplo, las recientes tendencias Barbiecore y Brat surgieron a la par de dos fenómenos culturales: la película Barbie y el disco de Charli XCX, respectivamente. “[O] la estética High Value Woman, que reivindica la elegancia, el recato y el conservadurismo; se ha popularizado en un contexto político en el que Donald Trump ha ganado las elecciones estadounidenses”, pone de ejemplo Planes.

“Queremos destacar con nuestra ropa porque recibimos reconocimiento. Y esto puede ayudar a construir nuestra propia imagen y aumentar nuestra confianza. Por tanto, es comprensible que la gente quiera crear looks característicos”, explicaba sobre la razón principal detrás de la búsqueda de un estilo propio la psicóloga y periodista experta en moda Shakaila Forbes-Bell, en un artículo en Harper’s Bazaar en 2021. Looks que, con el paso de los años, cambian a medida que las influencias y los gustos de una persona lo hacen. “Ocurre de forma gradual: un corte de pelo o un alejamiento progresivo de una estética característica. El estilo personal es algo siempre en el proceso de convertirse”, explica Mina Le, creativa y creadora de contenido, en su vídeo The death of personal style. Sin embargo, la popularidad de TikTok, los infinitos tableros de Pinterest y la facilidad de consumo con un clic han cambiado el panorama: “El algoritmo nos ha moldeado en las mismas micro tendencias regurgitadas y arraigadas en el consumismo”, dicta Mina Le.

Planes explica la rápida popularidad de una tendencia, su caída en el olvido y su sustitución por una nueva estética con el argumento de la “chica nueva”: “En las películas, cuando una persona nueva llega a un instituto, la curiosidad por saber quién es se potencia durante ciertos días. Se habla muchísimo de ella y es el centro de atención. Pero, al tiempo, hay aburrimiento porque esa persona ya no es novedad y el interés deriva hacia otra cosa”. Y este argumento de ficción sucede, también, en las redes sociales.

Es innegable que las redes sociales han tenido un impacto en la industria de la moda, en la construcción de estéticas y en el proceso creativo. Pero no han arruinado este mundo. Simplemente, lo han transformado. Para Fernández de Alarcón, la influencia de Pinterest y TikTok tiene efectos positivos: “Gracias a las plataformas digitales se ha promocionado a nuevos diseñadores y se ha democratizado la industria, está al alcance de todas las clases sociales”. Para Planes, las redes dan más libertad para expresar quién eres y para encontrar una comunidad a través de la ropa, pero, al mismo tiempo, señala que la constante proliferación de estéticas es “una apología del consumismo”. “Crean deseo, la necesidad de renovación y de tener, siempre, lo más nuevo”, añade la periodista.

Estas desventajas son avaladas por el estudio Gen-Z and Fashion in the Age of Realism, de Benjamin Schneider y Diana Le, publicado en Business of Fashion Insights en 2022: “Muchos miembros de la generación Z tienden a adaptar y comprar piezas representativas de las tendencias a sus propios estilos en lugar de seguir una categoría estética completa”. Por ejemplo, en lugar de reformar totalmente su armario conforme a la estética Barbiecore, comprará solamente un top rosa brillante.

@notsophiesilva

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La originalidad y la autenticidad en el estilo personal penden de un hilo frente a las micro tendencias que inundan, diariamente, los smartphones. Y que, en casos extremos, generan el meme microtrend final boss que Mina Le explica así: “Un montón de ropa y piezas desconectadas, sin armonía ni cohesión más allá que su asociación a tendencias de TikTok. Al final, el conjunto parece más una juerga de consumo en lugar de un auténtico intento de vestirse eclécticamente”. En la era digital, el estilo personal está a merced de estéticas que flotan en la fluidez algorítmica de TikTok, en la que nada permanece el tiempo suficiente para que crezcan raíces, pero que, sin embargo, ofrece un mar infinito de inspiración.

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Sobre la firma

Andrea Insa Marco
Redactora de la sección de Gente, Estilo de Vida y El Viajero. Graduada en Literatura general y comparada por la UCM y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. En Teruel, su ciudad natal, pasó por la editorial del Instituto de Estudios Turolenses y de la revista cultural Turia.
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