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Las raíces de las plantas, esas grandes olvidadas

Su origen está en la semilla, de la que emerge una raíz embrionaria que se denomina radícula. Es lo primero que aparece y necesitada de muchas cosas una vez que germina: ansía fijarse en un sitio, echar el ancla, para establecerse

Ficus cuaderno del jardinero
Muchos ficus tienen raíces aéreas que sirven de muleta a las ramas del árbol.imageBROKER/David & Micha Sheldo (Getty Images/imageBROKER RF)
Eduardo Barba

Cualquiera que piense en una planta tendrá en mente sus hojas, sus flores, sus frutos. Pocas personas se imaginarán sus raíces, porque en la gran mayoría de los casos, estas permanecen ocultas a las miradas indiscretas, al crecer, horadando la tierra, a la búsqueda de oxígeno, agua y nutrientes con los que mantener viva toda la maquinaria fotosintética que emerge sobre el sustrato.

Hay tantísima variedad de raíces como de plantas. Las hay fibrosas y delicadas o existen algunas tan poderosas como para tirar un edificio. En general, se podría decir que es un órgano subterráneo la mayor parte de las veces, porque también hay raíces aéreas, como las que se ven en las orquídeas mariposa (Phalaenopsis cv.), acostumbradas a abrazar la corteza de ramas y troncos de otros vegetales mucho más grandes que ella. En estas orquídeas, incluso esa raíz realiza fotosíntesis, al igual que sus hojas, ya que adquiere ese color verde que le proporciona la clorofila, que es el pigmento responsable del milagro de transformar la luz solar en energía para la planta. Se ve así cómo las raíces también pueden realizar otras funciones que no se estudiaban en el colegio.

Pero no solo la orquídea mariposa produce raíces aéreas, sino toda una infinidad de especies por todo el planeta. Muchas de ellas, con la finalidad de trepar por otros soportes u otros vegetales, como hace la hiedra (Hedera helix). Con sus potentes raíces aéreas se fija a paredes y troncos en el jardín, para cubrir extensiones enormes incluso, como ocurre a lo largo y ancho de nuestra geografía. Aquellas personas que gocen de una costilla de Adán (Monstera deliciosa) en casa también saben bien lo que es una raíz aérea de una planta trepadora.

Asimismo, otros vegetales producen raíces aéreas para aumentar la resistencia de sus ramas al peso. En este último caso, habría que fijar la mirada en los enormes ficus (Ficus spp.), que generan esas raíces colgantes a partir de sus ramas horizontales. Aquellas raíces funcionan como auténticas muletas, lo que permite a estos gigantescos árboles aumentar su copa hasta diámetros imposibles para otras especies. Por eso mismo, ha habido problemas con rotura de ramas en aquellos ficus a los que no se les ha permitido desarrollar estas raíces aéreas. Afortunadamente, se ha tomado nota del problema, y la solución —una vez más—, ha sido tan sencilla como escuchar a la naturaleza, dejando y potenciando el desarrollo de estas muletas que fabrica el propio árbol. Por cierto, no hay que olvidar esas estéticas raíces de los ficus que crecen entre y sobre los templos budistas de Camboya, una de las imágenes más reconocibles de raíces de estos monstruos vegetales.

Las raíces aéreas de ciertas orquídeas tienen un velamen plateado que las protege.
Las raíces aéreas de ciertas orquídeas tienen un velamen plateado que las protege.VU PHAM VAN (Getty Images)

Hay que imaginar las enormes raíces que han de generar los grandes árboles para sujetar las toneladas de peso de su parte aérea. En las secuoyas gigantes (Sequoiadendron giganteum) o estos mismos ficus, las raíces funcionan como contrafuertes, al ensancharse en la base para generar un mejor punto de apoyo al vegetal.

Pero, ¿cuál es el origen de la raíz? La respuesta está en la semilla, de la que emerge una raíz embrionaria que se denomina radícula. Es lo primero que aparece en la semilla, necesitada de muchas cosas una vez que germina: ansía fijarse en un sitio, echar el ancla, para establecerse y, a la par, absorber agua con las que abastecer a los cotiledones y a los primeros tallos y hojas verdaderas de la planta. De esa radícula partirán nuevas raicillas, que irán aumentando en tamaño de forma proporcional a la que crece el vegetal sobre tierra. La mayoría de las raíces muestran un crecimiento a favor de la gravedad, es decir, un gravitropismo positivo, por lo que horadan el terreno. De esas raíces que penetran hacia lo más profundo surgirán otras raíces secundarias, de forma más horizontal, que también aportarán estabilidad a la planta.

Una semilla de rábano recién germinada muestra su radícula y los pelos absorbentes.
Una semilla de rábano recién germinada muestra su radícula y los pelos absorbentes. Ed Reschke (Getty Images)

En todo estos procesos de crecimiento activo de la raíz no hay nada al azar, ya que las puntas de las raíces son extremadamente sensibles a muchísimos parámetros que se encuentran en su entorno: el oxígeno, el agua, las sales minerales, el dióxido de carbono. En general, las raíces crecerán primero hacia donde haya más presencia de oxígeno —puesto que también a través de ellas se produce la función respiratoria—, y después donde se encuentre el agua, que es la que disolverá las sustancias minerales que haya en esa tierra o sustrato. Habría que pensar en las raíces como una red de tuberías bajo tierra. Cuando la planta encuentra un lugar en la tierra que tiene agua, potencia el crecimiento de la raíz hacia esa reserva de agua, asegurando así la supervivencia y el vigor del individuo.

Por otra parte, es en las raíces donde los científicos descubren mucha de la controvertida inteligencia vegetal, con sorpresas continuas gracias a experimentos llenos de inventiva. En ellos, las plantas y sus raíces encuentran el mejor camino para obtener lo que necesitan. Incluso, parece ser que las raíces serían capaces de “escuchar” el agua, dirigiendo su crecimiento hacia el líquido. Por no hablar de la simbiosis de las raíces de las plantas con otros organismos como los hongos micorrízicos o las bacterias fijadoras del nitrógeno atmosférico; pero eso ya es otro tema…

Raíces blancas y fibrosas de varias plantas de perejil.
Raíces blancas y fibrosas de varias plantas de perejil.franck metois (Getty Images)

Las raíces también intervienen en otros muchos procesos, como en la producción de hormonas vegetales que regulan el crecimiento de la parte aérea, hormonas que favorecerán a aquellas ramas y hojas que produzcan más energía, igual que un buen trabajador de una empresa debiera ser cuidado con más mimo. Igualmente, las raíces también acumulan sustancias de reserva, concentrando glúcidos —“azúcares”—, para ser utilizados en aquellos momentos que se requieran.

Otra adaptación de ciertas raíces es la de casi ocultar a un vegetal en situaciones comprometidas, como hacen diversos cactus, como los que se engloban dentro del género Ariocarpus o el famosísimo peyote (Lophophora williamsii). Sus raíces contráctiles disminuyen su longitud cuando vienen episodios severos de sequía y de altas temperaturas, algo habitual para estas excepcionales plantas. El resultado será que todo el cuerpo del cactus quedará prácticamente enterrado, a un nivel inferior del suelo circundante, que actuará sombreando el tallo de las plantas. Una estrategia espectacular para evitar las temperaturas letales de la superficie.

El peyote tiene una poderosa raíz contráctil que casi puede ocultar a la planta en momentos desfavorables.
El peyote tiene una poderosa raíz contráctil que casi puede ocultar a la planta en momentos desfavorables.Martin Siepmann (Getty Images/imageBROKER RF)

Y, como el reino vegetal es inabarcable, también hay plantas sin raíces y que prescinden de ellas, como hacen las tilandsias o claveles del aire (Tillandsia spp.), que absorben el agua y los nutrientes a través de unas estructuras especializadas de la superficie de sus hojas, los tricomas.

Las raíces de las plantas, esas grandes olvidadas, son una de las partes más fascinantes de los vegetales. Muchos misterios quedan aún por desvelar, y muchos cuidados se deben procurar a las raíces de las plantas cultivadas, si se quiere tener un vegetal sano que dé alegrías a quienes lo cuidan.

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Sobre la firma

Eduardo Barba
Es jardinero, paisajista, profesor de Jardinería e investigador botánico en obras de arte. Ha escrito varios libros, así como artículos en catálogos para instituciones como el Museo del Prado. También habla de jardinería en su sección 'Meterse en un jardín' de la Cadena SER.
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