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Cuaderno del jardinero
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La importancia de la luz en las plantas (sí, también aquellas recomendadas para espacios oscuros)

El binomio de poca luz y exceso de riego hacen de la planta un ser vivo debilitado y expuesto a caer presa de una enfermedad, especialmente las causadas por los hongos

Luz Plantas
Un invernadero de producción de plantas de interior con distintas especies.FatCamera (Getty Images)
Eduardo Barba

Un singonio (Syngonium podophyllum) vive feliz en un invernadero. La maceta en la que crecen sus raíces está colgada de una barra de acero galvanizado. Comparte esas alturas con otros 200 singonios más. Es un vivero especializado en producir plantas de interior. Por debajo de los singonios, en las mesas de cultivo, se ven otras especies, como peperomias (Peperomia spp.), pequeños ficus (Ficus spp.) o crotones (Codiaeum cv.). Todas estas plantas reciben una iluminación muy intensa, ya que el invernadero deja pasar la luz por sus cuatro costados y por toda la cubierta.

Algo va a cambiar en la vida del singonio esa misma tarde. Varios operarios del vivero comienzan a cargar las plantas en distintos carritos metálicos con cuatro pisos de bandejas. Unos cuantos se rellenan con todos los singonios, colocados uno pegado al otro. Llega la noche y la oscuridad, y todas las plantas se adormecen, a la espera del amanecer. Al día siguiente, antes de que salga el sol, llega al muelle de carga del vivero un camión que remolca un gran tráiler. En cuestión de minutos, se rellena hasta el último centímetro del remolque con los carritos a rebosar de plantas.

Así, el camión parte hacia otro gran vivero, no ya de producción, sino de venta directa a minoristas de las plantas, a jardineros y a otros viveros. Tras pasar unas buenas horas en una oscuridad absoluta, el carrito del singonio desembarca, y él y sus compañeros de viaje son colocados de nuevo bajo la luz. Ahora pueden hacer la fotosíntesis otra vez. Tras esta azarosa jornada para las plantas recién llegadas, una furgoneta de una floristería llega al vivero. El singonio, junto con algunos de sus compañeros y otras especies, es elegido y colocado en la parte trasera del vehículo. Todos parten rumbo a un barrio de la ciudad, donde esperarán tener suerte con la persona que se las lleve a casa. Pero el singonio no ha tenido fortuna, ya que quien acabará comprándolo ha leído que “esta especie puede crecer en las habitaciones oscuras”, y actúa en consecuencia. Al llegar a casa, va directa al pequeño salón. Se trata de una estancia sombría, puesto que la única ventana da a un patio de luces, en el primer piso, lo que la hace especialmente oscura en un edificio de seis plantas. En una mesa que utiliza para comer, coloca el singonio. Entonces, la planta espera a que le llegue un poco más de luz, puesto que es tan baja que a duras penas puede hacer su fotosíntesis con normalidad.

El singonio sin casi hojas comienza a rebrotar desde la raíz en el nuevo sitio con más luz.
El singonio sin casi hojas comienza a rebrotar desde la raíz en el nuevo sitio con más luz.Eduardo Barba

Con el paso de los días, la planta se va debilitando. Al no contar con luz suficiente, comienza a retirar la energía de las hojas más viejas, aquellas más alejadas de la punta de cada ramita. El singonio estaba acostumbrado a tener una gran cantidad de luz, lo que le permitió producir muchas hojas, hasta convertirse en pura frondosidad, tan densa que costaba ver sus tallos. Con ese amarilleamiento, la planta está intentando reequilibrarse: “Como no tengo suficiente luz, no produzco suficiente energía, y he de suprimir mis hojas más viejas, para que sean las más nuevas las que puedan crecer con esta penumbra”, parece decirse.

En realidad, todo este proceso responde a un sofisticado control hormonal, dominado por la fitohormona auxina, entre otras. Pero la jardinera aficionada no lo sabe, y al ver cómo el singonio comienza a perder sus hojas, aumenta la cantidad de agua, temiendo que la planta pudiera estar pasando sed. Pero no es así, y ahora el singonio también se ve expuesto a un encharcamiento continuo en sus raíces. Ese binomio de poca luz / exceso de riego hacen de la planta un ser vivo debilitado y expuesto a caer presa de una enfermedad, especialmente las causadas por los hongos. Ante el estrés, el singonio acelera su defoliación, hasta el extremo de dejar solamente un par de hojas en el extremo de cada tallito. Con profunda tristeza, la dueña saca la planta al pasillo vecinal, enfrente de su puerta de entrada, para no ver continuamente su declive.

El mismo singonio tres meses después totalmente recuperado gracias a contar con más luz.
El mismo singonio tres meses después totalmente recuperado gracias a contar con más luz.Eduardo Barba

Allí, el singonio cae presa del olvido, al darle casi por muerto, y su sustrato comienza a secarse. Esto, unido al aumento repentino de luminosidad, obra el milagro: después de tres semanas en esta nueva localización, comienza a brotar desde la raíz, y a formar nuevas hojas. Al tener más luz, goza de más energía con la que producir más parte aérea y más raíces. Parece que se ha salvado. Mira hacia el patio, allá abajo, y con sus nuevas hojas saluda a una aspidistra.

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Sobre la firma

Eduardo Barba
Es jardinero, paisajista, profesor de Jardinería e investigador botánico en obras de arte. Ha escrito varios libros, así como artículos en catálogos para instituciones como el Museo del Prado. También habla de jardinería en su sección 'Meterse en un jardín' de la Cadena SER.

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