Una singular aechmea o un gomero para el salón: plantas de interior resistentes para pedir a los Reyes Magos
Más o menos coloridas, más o menos demandantes en sus cuidados o en sus necesidades de luz, hay multitud de posibilidades verdes para convertir la casa en un sitio aún mejor para vivir. Aquí van unas ideas para añadir en la carta a Sus Majestades o para regalar
El asombro de lo que pueden hacer los Reyes Magos en una sola noche fascina a todo bicho viviente. De A Coruña a Almería, de Girona a Valverde, en la isla de El Hierro, intentarán llenar las casas con ilusiones y regalos. Al ver su ardua labor, quizás se decida ayudarles con pistas sobre los obsequios que pueden llevar a los seres queridos. Si, además, esos familiares y amigos son unos enamorados de las plantas, puede ser una buena idea aconsejar a Sus Majestades sobre cuáles son más apropiadas para cada cual, ya que no puede saberse si Baltasar, Melchor y Gaspar están versados —o no— en lo que a jardinería se refiere.
Aquellas personas que estén empezando en los vericuetos del cultivo de las plantas de interior puede que se pierdan en ellos a la hora de elegir una, algo lógico ante la abundancia de especies, de variedades y de cultivares. Para comenzar a dar estos primeros pasos no hay nada como hacerse con compañeras vegetales que tengan buena resistencia ante los olvidos y los excesos de cuidado. Todas las plantas aquí enumeradas son muy fiables en cultivo; eso sí, siempre y cuando se les proporcione aquello que necesitan.
Vamos a comenzar por una tríada especialmente dura y resiliente, un regalo perfecto en forma de trío irresistible: una zamioculcas (Zamioculcas zamiifolia), una drácena (Dracaena fragans ‘Compacta’) —de porte alto, incluso de más de un metro— y un aglaonema (Aglaonema ‘Silver Queen’), por poner un ejemplo de tres especies que pueden convivir a la perfección en el mismo lugar, incluso en un mismo macetón, y que son muy fuertes frente a los embates de los cultivadores menos esmerados. Esta idea de pedir a los Magos tres plantas que puedan estar en una misma zona de una habitación le dará al ofrendado la sensación de tener una pequeña selva instantánea. Además, estas especies están preparadas para vivir en estancias menos luminosas, aquellas que tengan una orientación norte.
Otras dos especies clásicas también muy duras y pacientes con los aprendices y despistados son la aspidistra (Aspidistra elatior) y la palmera mexicana (Chamaedorea elegans), que —como el trío de plantas mencionado— sobreviven incluso en interiores poco luminosos de la casa. Pero sin caer en la oscuridad, nunca, claro está. A ambas especies, igual que a una gran mayoría de estas plantas de interior, les beneficia dejar secar el sustrato entre riego y riego, para no cometer excesos. Para aprender a cultivar plantas se le puede pedir a los Reyes Magos que traigan una buena maestra, y una bandera blanca (Spathiphyllum wallisii) es ideal. Con una buena iluminación, cerca de una ventana, y tres o cuatro abonados anuales ya se conseguirá una mata frondosa y que luzca sus inflorescencias blancas tan atractivas.
Si precisamente se quieren flores en el interior hay que pedir un anturio (Anthurium cv.), con sus bien conocidos tonos rojizos asomando entre el follaje. También florecen de maravilla las violetas africanas (Streptocarpus ionanthus) y el cactus de Navidad (Schlumbergera truncata). Todas estas últimas pueden montar en los camellos, llenas de flores en estas fechas, para ser dejadas bajo el árbol a la espera de que se las coloque en un lugar muy luminoso, pero sin sol directo, para que florezcan mejor.
Y ya que han salido a relucir los cactus, habrá quienes estén deseando contar con otras plantas suculentas, que son aquellas que acumulan agua y nutrientes en alguna parte de su cuerpo para hacer frente a los periodos de carestía. Aquí habría que decirle a Melchor que lleve algunas sansevierías (Dracaena trifasciata ‘Laurentii’) en las alforjas, que son muy socorridas para el interior de las casas. Con su forma de algas marinas, alegran los rincones un poco sombríos —de nuevo, sin llegar a la plena oscuridad—. Otras suculentas, aunque esta vez para espacios de interior con muchísima luz e incluso algunos rayos de sol directo, pueden ser el árbol de jade (Crassula ovata) o una euforbia africana (Euphorbia trigona). En una situación tan radiante, hasta quizás se pueda pedir una auténtica rareza botánica de la familia de la adelfa (Nerium oleander): una rosa del desierto (Adenium obesum), a la que beneficiará muchísimo sacar al balcón o al alféizar cuando las bajas temperaturas se hayan esfumado, si es que vivimos en un lugar de inviernos fríos, para que le dé el sol de lleno. Si se vive en lugares más cálidos podrá estar todo el año fuera de la casa.
Si lo que queremos es que el rey Gaspar traiga algo exótico y con personalidad, como esa rosa del desierto, hay una planta que no dejará indiferente a nadie, por su aspecto y su singularidad. Antiguamente era mucho más cultivada, pero la aechmea (Aechmea fasciata) todavía se encuentra con relativa facilidad. Con un aspecto imponente, su inflorescencia y brácteas de tonos rosados permanecen durante meses y meses dando color al salón.
Pero, para colores, los que pueden alegrar con sus hojas estas otras candidatas: el complejo arcoíris que distingue al crotón (Codiaeum variegatum) o la delicadeza tonal de la maranta (Maranta leuconeura), con un patrón en sus hojas muy bello. Quizás se pueda optar también por otra clásica, como la de una begonia que diseña sus hojas con topos plateados: Begonia maculata.
El rey Baltasar estará encantado de regalarnos todavía más color, y, para eso, nada como las orquídeas. La clásica orquídea mariposa (Phalaenopsis cv.) es muy sencilla de cultivar si se encuentra ese sitio con luz intensa y se respetan unas reglas básicas de cuidado. En cambio, para las personas que no gusten de tanto colorido, pero sí que disfruten con plantas con mucha presencia, las plantas de interior de hojas grandes son las adecuadas. La reina, o una de ellas, ha de ser la costilla de Adán (Monstera deliciosa), con sus enormes hojas fenestradas. Aparte, esta especie tiene la cualidad de ser muy resistente, mucho más que otras dos grandullonas de cuidado, pero también muy hermosas, como son la oreja de elefante (Alocasia macrorrhizos) y el ave del paraíso blanca (Strelitzia alba). Eso sí, estas dos últimas son más exquisitas en cuanto a la luz con la que gustan de crecer, y han de recibir una luminosidad muy alta si se las quiere ver felices. Cuando se habla de plantas no se para de hablar de la luz que necesitan, como se ve, y es que ese es el primer requisito para que puedan desarrollarse sanas.
¿Y por qué no un árbol en el comedor? Un gomero (Ficus elastica) no suele defraudar, y se convertirá en un punto focal de la habitación. Enfrente, en aquella estantería, alguna planta que descuelgue cerraría la composición, y se puede encargar a los Magos de Oriente que traigan algún poto (Epipremnum aureum), unos corazoncitos (Ceropegia woodii) o una planta pintalabios (Aeschynanthus cv.). ¡O todas a la vez! Los Reyes Magos quizás vengan por el aire, el mismo aire del que viven las tilandsias (Tillandsia spp.), otra magnífica opción para la carta que escribamos para pedir alguna de estas bellezas vegetales. Todavía estamos a tiempo de convertir la casa en un sitio aún mejor para vivir, con más plantas, y tener un buen año.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.