Raíces sanas, plantas felices: cómo elegir el mejor sustrato para las macetas
En torno a este material de jardinería siempre se originan debates apasionados entre los aficionados al cultivo, pues es habitual componer las mezclas en casa. Una pista de lo que no puede faltar: alta capacidad de aireación y un pH adecuado
Uno de los materiales de jardinería más complejos de entender es el sustrato. Para comprenderlo hay que empezar por la definición. Un sustrato es, simplemente, un medio de cultivo para plantas en un contenedor. ¿Y qué es un contenedor? Cualquier recipiente con una altura limitada donde se cultivan plantas. Es casi indispensable que ese contenedor tenga una salida para el agua sobrante de riego, para que no haya problemas de pudriciones en las raíces. A ese sustrato que rellena una maceta se le aplica cada cierto tiempo alguno de los muchos tipos de abono, que son los nutrientes necesarios para el correcto crecimiento de la planta.
Con estos tres conceptos explicados —sustrato, contenedor y abono— habría entonces que dejar claro que la tierra de jardín, por muy buena que sea, no debería utilizarse para rellenar una maceta o una jardinera. Muchas veces se piensa que esa tierra fértil, húmeda y esponjosa también puede funcionar bien en un contenedor. Pero la realidad es otra, y acaba convirtiéndose en una piedra, dura y compactada, en la que las raíces crecen con dificultad.
En un sustrato de cultivo necesitamos unos parámetros muy específicos. No hay que olvidar, aunque parezca evidente, que las raíces de una planta no pueden explorar más allá de la cárcel que representa una maceta, y que dentro de ese recipiente le debemos procurar todo aquello que necesita la raíz: aire, agua, nutrientes.
Un sustrato ideal debiera tener, lo primero, una alta capacidad de aireación, lo que se consigue con un espacio poroso superior al 80%. Quienes hayan cogido en su mano un puñado de algún buen sustrato, y lo hayan apretado, habrán comprobado cómo es imposible compactarlo. Eso es debido a esta cualidad que ha de tener: la de permitir que haya una buena cantidad de aire en el sustrato, aun cuando se acabe de regar. Una frase muy escuchada es esta: “¡Qué tierra más mala, en cuanto riego sale el agua por los agujeros!”. Justamente esto es lo que se busca en un sustrato bueno y profesional, que no haya una retención excesiva de agua una vez que ese sustrato se haya hidratado. De esta forma, la raíz gozará de dos de las cosas que la hacen feliz, como son el oxígeno y el agua.
Así, vemos cómo los sustratos que se comercializan están formados por distintos componentes, que a su vez también se pueden llamar sustratos: turba, fibra de coco, perlita… Cada uno de ellos tiene una función y aportan alguna cualidad a esa mezcla. Por un lado, en un sustrato se suelen necesitar materiales orgánicos (como las mencionadas turbas o fibra de coco, corteza de pino, fibra de madera…), que proporcionan la retención de agua y la reserva de nutrientes, explicado así de una forma sencilla. Por otro lado, en las mezclas de sustratos se añaden materiales minerales (como la arena de sílice, la arena de río, perlita, vermiculita…), que aportan principalmente drenaje y aireación, aunque muchos de ellos también ofrecen agua a las raíces de las plantas.
A esos componentes orgánicos y minerales se incorporan otros, como la arcilla o el carbonato cálcico, que mejoran la retención de nutrientes o hacen que el pH sea más adecuado para el cultivo. Para terminar, hay que mencionar que los sustratos preparados incorporan un abonado de fondo, que es un aporte de nutrientes para que la planta cuente con una fertilidad que le permita crecer en los primeros dos o tres meses de cultivo.
Vista la teoría, llega de nuevo otra pregunta: ante la gran cantidad de sustratos que se comercializan, ¿cuál se debe escoger? Lo normal es recurrir a un sustrato genérico, uno que sirva para un amplio espectro de plantas. Es lo que se conoce como sustrato universal. En este debiéramos fijarnos en el ya citado pH, que es la medida que indica la acidez o alcalinidad de un medio. En términos generales, el pH de cultivo adecuado para una gran mayoría de las plantas que nos acompañan en casas y jardines se encuentra en el intervalo entre 5,5 y 6,5. Es decir, se mantienen en un pH de ácido a ligeramente ácido. De esta forma, ya de entrada se debieran descartar sustratos que superen esa medida, que ha de estar reflejada en la parte trasera del saco del fabricante. Las plantas acidófilas (camelias, hortensias, gardenias, azaleas, rododendros…) vegetarán contentas con medidas de pH aún más ácidas, por debajo de 5,5 incluso.
Los problemas medioambientales en la fabricación de estos sustratos también están presentes, y aquí hay que hablar de la turba. Tanto para la extracción de la turba rubia como de la turba negra se destruyen parajes de un alto valor ecológico, las turberas, paisajes que tardaron miles y miles de años en conformarse. Es por eso que estos sustratos se están sustituyendo por otros materiales con menor impacto, como hacen en los viveros Rosales Ferrer, especializados en el mundo de la rosa. “Estamos incorporando una proporción alta de cascarilla de arroz en nuestros sustratos”, comenta Arnau García, gerente de este vivero valenciano, “que, además, es un subproducto de cercanía”. Las fibras de madera, otro subproducto de la industria forestal, o el compost de restos vegetales son otros de los sustratos que se están incorporando para frenar la devastación que produce la extracción de las turbas.
En torno a los sustratos siempre se originan debates apasionados de uno y otro aficionado al cultivo, al igual que ocurre con las recetas de cocina, ya que es habitual componer las mezclas en casa. Cada persona tiene el sustrato idóneo para sus plantas y, a veces, se ven con reticencia las soluciones de otros aficionados. Hay que recalcar que, al final, quienes nos dan la medida de nuestro buen hacer son las propias plantas. Un crecimiento vigoroso y saludable va unido a la elección del sustrato. A continuación, habrá que indagar más en cada uno de los distintos materiales que los componen. Raíces sanas, plantas felices.
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