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Abascal no se contenta con que Sánchez dimita y le amenaza con la cárcel

El líder de Vox busca hueco a la derecha de Casado cargando contra Ciudadanos e Iglesias

El presidente de Vox, Santiago Abascal (a la derecha), pasa delante del escaño del vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, este miércoles en el Congreso. En vídeo, Abascal carga contra Ciudadanos por apoyar la prórroga del estado de alarma.Vídeo: BALLESTEROS (EFE) | EP
Miguel González

Haberse convertido en el tercer grupo parlamentario del Congreso tiene notables ventajas para Vox, pero también algún inconveniente. Uno de ellos es que, en los grandes debates, Santiago Abascal sube a la tribuna inmediatamente después de Pablo Casado quien, tras haber declarado la guerra sin cuartel al Gobierno, le ha robado el espacio político.

Abascal ha aprovechado este miércoles uno de los escasos huecos que le ha dejado su predecesor en el uso de la palabra: la crítica a Ciudadanos, cuyo apoyo resulta indispensable para prorrogar el estado de alarma. Consciente de que Casado no puede meterse con su socio de Gobierno en Ayuntamientos y comunidades autónomas, Abacal ha arremetido contra el partido de Inés Arrimadas al que ha acusado, parafraseando a Albert Rivera, de “ser útil a la banda de Sánchez”.

El líder de Vox no oculta que tiene un contencioso particular con Ciudadanos: fue el informe negativo de la consejera de Sanidad de Castilla y León, de dicho partido, el que facilitó al Gobierno prohibir las marchas convocadas por los ultras en las capitales de la región.

Cs no ha sido la única diana de los dardos de Abascal. De hecho, ha puesto más empeño en criticar al vicepresidente Pablo Iglesias que al propio Pedro Sánchez. Entre otras alusiones, le ha retado a acudir a su casa para hacerle un escrache, en vez de enviar a sus “lacayos”, y le ha reprochado que su renta triplique la media de los vecinos del barrio de Salamanca, donde se iniciaron las caceroladas contra el Gobierno.

No ha sido improvisado: Abascal sabe que Iglesias despierta más animadversión en el electorado que se disputa con el PP que el propio Sánchez. El problema es que el líder de Vox ha dado la imagen de actuar como si fuera el vicepresidente in péctore de Casado y hubiera un reparto de papeles entre ambos similar al que se produce en los plenos de control, en los que el jefe de la oposición interpela al presidente y su portavoz, a la vicepresidenta.

En la réplica, Sánchez ha reprochado a Abascal que su único plan sea “utilizar el virus para derrocar a un Gobierno legítimo y democrático”. El líder de Vox ha contestado que lo que busca es que el presidente asuma sus responsabilidades “por una gestión criminal [de la pandemia] que ha costado miles de vidas y millones de empleos”. Después de haberle imputado el delito de homicidio imprudente, ha reprochado a Sánchez que no tomara en serio sus amenazas. “También se reía el señor Junqueras de las denuncias de Vox”, ha recordado, en referencia al líder de ERC, condenado por el Supremo. Esa es una de las diferencias entre Casado y Abascal: ambos quieren que Sánchez deje de La Moncloa, pero el segundo pretende además que acabe en prisión.

Como anticipó en las redes sociales, se ha erigido en portavoz de los manifestantes que reclaman a cacerolazos la dimisión de un Gobierno “liberticida y social-comunista” y los ha puesto como “ejemplo de civismo”, asegurando que cumplen (en contra de lo que muestran las imágenes de las televisiones) con las normas de distanciamiento para evitar contagios. Abascal ha reprochado al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que ordene a la policía identificar a los convocantes de esas manifestaciones y se ha mostrado escandalizado de que se les pueda responsabilizar de un eventual rebrote de la pandemia.

Tras recordar que se acusó a su partido de utilizar bots (máquinas) para extender bulos en las redes sociales, ha proclamado que “toda España se está llenando de bots” y que la “revuelta de los balcones, las cacerolas y las mascarillas es imparable”. En palabras de Abascal, los manifestantes serían por tanto revoltosos, pero no revolucionarios, como proclaman los sectores ultras que hablan de una “revolución de las mascarillas”.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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