Los lodos de las depuradoras del País Vasco aumentan la fertilidad del campo en Navarra
Una iniciativa novedosa se deshace de los fangos generados en los tratamientos de las aguas y los aprovecha para mejorar los cultivos
Esta es la historia de un ciclo que comienza cuando un ciudadano guipuzcoano tira de la cisterna del cuarto de baño y termina con un agricultor recolectando maíz en Navarra. Del prólogo al epílogo, hay todo un proceso profesionalizado en el que intervienen varios agentes. El protagonismo en la mitad del relato es para Camino Landarech y su compañía especializada en esparcir lodos deshidratados por plantaciones de cereal. “Este abono orgánico consigue la sustitución del fertilizante mineral y es mucho más ecológico”, explica esta empresaria.
Estos desechos de las depuradoras tienen multitud de pros para los cultivos. Landarech recalca que “los nutrientes se van absorbiendo poco a poco en la tierra, por lo que el suelo se enriquece paulatinamente. No es solamente un beneficio en el momento de la aplicación, sino que la fertilidad del campo aumenta con el paso de los años”. Solo el año pasado, su empresa diseminó 19.500 toneladas de fangos en terrenos de la Zona Media de la comunidad foral, lo necesario para abonar de media una superficie de 1.200 hectáreas, según sus datos.
Esta empresa, fundada en 2007, cuenta actualmente con cinco trabajadores, dos de ellos conductores de estos camiones de lodos. “El agricultor se pone en contacto con nosotros, hacemos un estudio del suelo y, en función de sus necesidades, aplicamos una cantidad con un carro esparcidor, el mismo que se usa para el fiemo”, relata por teléfono para EL PAÍS. “Ahora mismo, tenemos más demanda que oferta”, asegura la gerente de Agringes Navarra.
La cantidad de lodo que esta empresa de Ayesa (Ezprogui, Navarra, 53 habitantes) distribuye no puede aumentar. Es la que hay y no se almacena. Llega desde la principal Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Gipuzkoa que sirve a unas 430.000 personas. Esta infraestructura depura las aguas domésticas e industriales provenientes del sistema de saneamiento de la capital guipuzcoana y otros nueve municipios de su periferia urbana. El año pasado limpiaron 35,8 millones de metros cúbicos de aguas residuales.
“El proceso de depuración incluye varias fases bien definidas”, explica el responsable del consorcio gestor de esta infraestructura, José Ángel Ercilla. Resumidamente, consiste en eliminar todos los elementos sólidos, las grasas y las arenas de las aguas; en realizar un tratamiento biológico de purificación en profundidad y en separar los lodos mediante una técnica de decantación. “El agua que cumple con la normativa es evacuada al mar”, añade el director gerente de Aguas del Añarbe.
Es entonces cuando los lodos inician su propio tratamiento que evitará su envío al vertedero. “En una primera fase, asentamos los materiales más densos en unos tanques de reposo”, prosigue. Luego, un proceso de descomposición consigue reducir su volumen y, tras concluir, unas máquinas especiales eliminan más líquidos del lodo para compactarlo. Por último, los fangos pasan por un proceso de secado con calor para quitarles casi toda el agua restante, dejándolos casi sólidos.
“Esta última etapa es clave, ya que permite obtener un lodo con un porcentaje de materia seca del 90%, significativamente superior al 22% que presenta el lodo tras el ciclo anterior”, subraya Ercilla. Además, reduce considerablemente el volumen total de esta materia: “Con este tratamiento, se generan anualmente unas 4.400 toneladas de lodo seco, mientras que sin él el volumen asciende a unas 18.000 toneladas de lodo húmedo”.
El lodo seco, más apreciado
El primero es el más valorado al adquirir “una forma granulada y sólida”. Podría usarse para la elaboración de fertilizantes ensacados “con una comercialización a mayor precio”. Sin embargo, los lodos que producen al culminar el proceso en la EDAR son retirados por los camiones de Landarech, bajo un contrato de servicio para su enajenación y posterior gestión.
Desde 2022, “el secado térmico ha estado paralizado por el aumento del precio de la energía”, reconoce este directivo que lleva siete años en el cargo. Por eso, han salido hasta 13 camiones por semana de sus instalaciones. Aguas de Añarbe espera el próximo año volver a poner en marcha este secado. Eso significaría reducir a cuatro los vehículos de transporte.
La actividad de las diferentes estaciones de esta sociedad pública ―tanto las que tratan agua potable, como las que limpian aguas grises y negras― es frenética. Trabajan en uno de los lugares más lluviosos de España. La zona donde se encuentra su embalse principal, en la cabecera del río Añarbe, recibe hasta 2.600 litros de precipitaciones por metro cuadrado al año. Solo 15 kilómetros más al norte, San Sebastián recoge 1.500 litros. Esta particularidad convierte al embalse en una fuente estratégica para el suministro de agua en la región.
Producción de electricidad
Esta forma de sacar partido a los lodos en Gipuzkoa no es única. Prácticamente, cada una de las depuradoras vascas tiene su método. El Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia los emplea para autoabastecer de energía la EDAR de Sestao (Bizkaia, 27.800 habitantes), adonde llegan las aguas residuales de las industrias del Bilbao metropolitano y de algo más de un millón de personas.
“Nosotros sometemos los lodos a temperaturas de 850 grados”, detalla su director de operaciones y gestión de activos, Koldo Urkullu. Con el vapor generado a alta temperatura y presión, producen electricidad a través de unas turbinas. “Cubrimos un tercio de las necesidades energéticas de la planta de Galindo, que son significativas, debido a procesos como la elevación del agua y la oxigenación”. Esto se traduce en una producción de entre seis y siete gigavatios hora de energía gracias a las 75.000 toneladas de lodos valorizados al año.
Las cenizas generadas en este proceso se destinan a la fabricación de cemento. “Así, aseguramos un modelo de economía circular y residuo cero”. Respecto a los humos resultantes, Urkullu informa que se depuran mediante varios sistemas, como precipitadores electrostáticos o filtros de mangas.
A poco más de 40 kilómetros de allí, en la planta de Iurreta (Bizkaia, 3.800 habitantes), aplican un sistema diferente. Como la digestión de lodos genera biogás renovable, similar al gas natural, “este biogás alimenta turbinas para producir también energía”, agrega. Este director recalca que incluso las plantas más pequeñas del consorcio vizcaíno cuentan con estrategias similares, dependiendo de su capacidad.
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