La música como vehículo para construir un futuro basado en la sostenibilidad y el esfuerzo colectivo
La novena edición del Bime Pro, celebrado en el Palacio Euskalduna, pone el foco en la reinvención del sector tras una de las mayores crisis de su historia
La industria musical eligió de nuevo Bilbao para dejar claro que la cultura debe ser un pilar fundamental en la toma de decisiones de cualquier país. Tres días, más de 200 ponentes y conferencias para todos los gustos. El Palacio Euskalduna se convirtió en la cuna de la esperanza para el sector. El punto de partida perfecto para ver la luz al final del túnel. La creación de sinergias y el descubrimiento de nuevos talentos musicales no solo estuvo presente en el centro de convenciones situado junto a la Ría de Bilbao. La celebración de la novena edición de BIME también se tradujo en más de cuarenta conciertos que se desarrollaron de manera gratuita por toda la ciudad. El punto y seguido a la edición de 2021 se produjo en el Bilbao Arena, en donde hicieron acto de presencia artistas como Bad Gyal o Natos y Waor. Ritmos urbanos que supusieron el final de fiesta idóneo, y que sirvieron para ceder al testigo a Bogotá para el año próximo.
Raphael y talento emergente
La primera jornada simbolizó desde el primer momento la importancia del talento emergente y la Agenda 2030 para alcanzar la posibilidad de vislumbrar un futuro esperanzador para la industria de la música. Las salas comenzaban a llenarse después de los primeros encuentros en la cafetería. El cartel con todas las actividades programadas situado en el centro de la planta baja era fotografiado y observado con detenimiento. Nadie quería perderse nada. El interés de cada cual se juntaba con las ganas de descubrir algo nuevo. Sin embargo, resultaba imposible acudir a todas las ponencias programadas. El poder de ser sorprendido fue el que más empujó para la decisión final. El color rojo predominante en la sala 0D dio la bienvenida a los que querían saber más acerca de las industrias culturales y creativas y su relación con el desarrollo sostenible. Todos los documentos cargados en el ordenador y bienvenida a los que poco a poco iban ocupando los asientos.
Elena González, de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), agarró el micrófono en primer lugar para evidenciar la envergadura del sector cultural para poder alcanzar los objetivos marcados en la Agenda 2030: “La cultura supone un elemento imprescindible para la transformación de la sociedad. La Agenda 2030 está muy presente en la red de eventos culturales, por lo que hay que tratar de fomentar la colaboración ciudadana en este aspecto”. Para Enrique Vargas, de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), el papel protagonista recae en América Latina: “La noción de cultura y desarrollo es algo que nace en los países de América Latina. Lo que se necesita es la participación real de la sociedad”. Por su parte, Octavio Arbeiaez, de Circulart Colombia, puso el foco en la disparidad social y cultural que ha supuesto la pandemia: “2030 aparece como la fecha en la que seremos felices. La pandemia da cuenta de la enorme desigualdad existente. El acceso a la cultura debería estar en la Agenda 2030, lo que permitiría construir utopías posibles en las que pueda participar la ciudadanía”.
La hora del almuerzo amenazaba con bajar la concurrencia. No fue así, ya que cada vez eran más las personas interesadas en lo que iba a tener lugar más adelante. La pregunta que sobrevolaba por la sala 0C a media tarde de quién asume el riesgo en la programación de talento emergente se hacía más que palpable. Marcos García, de Ayuken Management, señalaba: “El riesgo es asumido por las dos partes: artista y sala”. Una opinión que chocó frontalmente con otras, aunque desde el primer minuto todos estuvieron de acuerdo en que “estamos ante la oportunidad de cambiar las cosas y fomentar a los artistas locales para poder actuar con todas las garantías”, tal y como detalló Arkaitz Villiar, pertenciente a Musika Bulegoa.
Después de que se situase al Wizink Center como la referencia para todos los espacios que acogen música en directo, la culminación a la jornada inaugural recayó en la figura de Raphael. Ataviado de un elegante traje negro, el de Linares se sentó frente a frente con la periodista Leyre Guerrero en el escenario. “No soy nada nostálgico. Nunca hablo del pasado”. Entre anécdotas y recuerdos de sus más de sesenta años dedicados a la música, Raphael tuvo palabras para todo, desde el futuro de la industria musical a su intención de seguir girando por el mundo: “Nunca me quedo con las ganas de hacer algo. Si algo me gusta, simplemente lo hago. Siempre tienes que pensar que lo bueno está por venir”.
La Mala Rodríguez y los nuevos retos
La jornada del jueves amaneció lluviosa. Los primeros en entrar al interior del Palacio Euskalduna se dirigían a dejar el abrigo en el espacio dedicado a ello. Una nueva consulta al cartel que detallaba las actividades programadas. Apertura de los cuadernos y butacas ocupadas. Las nuevas metas y desafíos en la producción musical tras la pandemia fueron detallados frente al espacio dedicado a los speedmetings. Los ponentes constataron que hay muchos aspectos que han venido para quedarse, como los protocolos de limpieza y los sanitarios. “Hasta que no lleguemos a un protocolo definitivo, se quedarán una serie de normativas diferentes según la Comunidad Autónoma. Lo que se ha visto es que tenemos que mejorar las condiciones del sector. Somos frágiles, pero trabajando juntos podemos llegar lejos”, señalaba Cyril Devaux, de Safeway Music.
Media hora antes de que los relojes marcasen las dos de la tarde, la sala principal se oscureció. Solamente el escaso brillo de una bombilla situada en el centro del escenario iluminaba la escena. La Mala Rodríguez no piensa en la consecución de sus palabras. No le afecta la opinión pública que renace cada vez que se sienta a dialogar. “La música me ha ayudado a volar, al igual que los libros. La cultura es lo que alguien deja para ti”. La artista de Jerez de la Frontera destacó que siempre ha hecho todo aquello que ha querido, sin importar el qué dirán. “Ser mala es ser atrevida. Ser bueno es aburrido”, aclaraba.
¿Lloramos o innovamos?
El fin de semana asomaba. El pensamiento de acudir al Bilbao Arena pasadas unas horas se hacía cada vez más palpable. La mañana del viernes supuso un chute de moral para los que alguna vez han deseado dedicarse al mundo del periodismo musical. Proyectos nacidos sin pretensión de cambiar el mundo, pero que, a base de empeño y perseverancia, supusieron la referencia idónea para muchos los que se decidieron a crear una revista de música desde cero. “Como periodista musical, nuestro objetivo es ver cuál es tu especialidad, ver qué medio lo está haciendo e ir a por ello”, apuntaba Albina Cabrera, de KEXP. Por su parte, Julio Leiva, de Filo. News, hizo especial hincapié en la capacidad de adaptarse a los nuevos tiempos para alcanzar el triunfo: “Hoy en día existe la marca personal, buscar alternativas. Ninguna universidad te prepara para trabajar con Internet. Hay todavía mucho que explorar”. Una postura que fue compartida por Cyinthia Flores, del Grupo Indie Rocks: “El reto es saber cómo utilizar las nuevas herramientas”.
La actividad se trasladaba poco a poco a Miribilla. A un Bilbao Arena que daba continuidad a lo vivido durante tres intensos días en los que se dejó claro que la industria musical tiene cuerda para rato. En las que se puso de manifiesto que, por muy sinuoso que sea el camino, la música y la cultura siempre va a estar para dibujar una sonrisa en el rostro de todas aquellas personas que van a un concierto a descubrir nuevos grupos o las que encienden el equipo de música en una tarde lluviosa de domingo. La capacidad que tiene la música de transportar a sus usuarios a otros mundos es la base para reflejar que nada relacionado con la cultura musical morirá. Y eventos como el BIME se encargan de demostrarlo año tras año. Bogotá cogerá el testigo el próximo 4 de mayo. Una nueva ocasión para ahondar en lo que está por venir. Un futuro que, como siempre ha ocurrido, girará en torno al poder transformador de la música en todas sus vertientes. La música como medio de expresión y lenguaje universal.
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