Lo que Ayuso no quiere que sepas sobre el profesorado madrileño
La decisión de no participar en el informe TALIS 2024 con muestra propia no es una omisión técnica. Es una maniobra política para evitar el escrutinio, para tapar los recortes, las sobrecargas y los incumplimientos
Esta semana se ha hecho público el nuevo informe internacional TALIS 2024, elaborado por la OCDE, que analiza en profundidad la situación del profesorado en más de 40 países. Un estudio riguroso, comparado y con muestras amplias, que recoge la voz de miles de docentes sobre su día a día, su estrés, sus condiciones laborales, sus métodos de enseñanza y sus expectativas.
¿Y qué ha hecho el Gobierno de la Comunidad de Madrid ante este informe? Muy simple: esconderse. Silenciar. Borrarse. A diferencia de lo que hizo en 2018, este año la Comunidad de Madrid ha decidido no participar con una muestra propia en el informe TALIS. No hay datos autonómicos. No sabremos cómo están los profesores madrileños en comparación con los de otras comunidades. Y eso no es una casualidad. Es una decisión política.
¿Por qué un gobierno autonómico se negaría a participar en una evaluación internacional objetiva y prestigiosa sobre su sistema educativo? Porque los datos de 2018 fueron demoledores. Porque Madrid fue, de largo, la comunidad con el profesorado más estresado, más saturado y más quemado de toda España.
Según el TALIS 2018, los docentes madrileños lideraban la clasificación negativa en ocho de los 11 factores analizados. ¿Motivos del estrés docente? Demasiadas horas de clase, demasiadas tareas administrativas, falta de tiempo para preparar clases o corregir, presión constante de las familias, dificultades para mantener la disciplina, requisitos burocráticos cambiantes… Y todo ello sin el respaldo de una administración que los escuche ni los defienda. Madrid fue campeona en estrés, precariedad y abandono institucional.
Cinco años después, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso ha preferido mirar hacia otro lado. Ocultar los datos. Fingir que no pasa nada. La decisión de no participar en el TALIS 2024 con muestra propia no es una omisión técnica. Es una maniobra política para evitar el escrutinio. Para tapar los recortes, las sobrecargas y los incumplimientos que hoy siguen marcando el día a día del profesorado madrileño.
Y es que nada ha mejorado. Todo lo contrario. La situación docente en Madrid ha empeorado. La reducción de horario lectivo prometida por el Gobierno en su acuerdo con los sindicatos ha sido una trampa contable: miles de docentes no verán reducida ni una sola hora de clase real. La ratio de alumnos por profesor sigue siendo la más alta de toda España. Las condiciones laborales de los docentes interinos siguen marcadas por la temporalidad, la itinerancia y la precariedad. Y, mientras tanto, el profesorado madrileño siguen asumiendo más tareas que nunca con menos recursos que nadie.
Tampoco sorprende, entonces, que el informe TALIS alerte sobre otro problema creciente: el abandono de la profesión. La falta de reconocimiento, la sobrecarga y el maltrato institucional empujan cada año a más docentes a buscar otros caminos. Y en Madrid este fenómeno es particularmente grave.
La Comunidad de Madrid no solo no cuida a su profesorado. Lo exprime, lo desmoraliza y luego lo sustituye con contratos precarios o profesores itinerantes que deben dar clase en tres o cuatro centros distintos para completar jornada.
¿Qué propone entonces la Comunidad? Nada. Ni un plan de choque, ni una política de estabilidad, ni una inversión estructural. Ni siquiera reconocer el problema. Solo propaganda. Solo titulares vacíos. Solo silencio.
Y ese silencio se extiende a muchas otras dimensiones en las que TALIS también pone el foco y Madrid brilla… por su ausencia.
En materia de educación para la sostenibilidad ambiental Madrid va muy por detrás en implementar medidas reales en sus centros públicos. Aulas sin ventilación, sin climatización, sin proyectos medioambientales, mientras se alardea de innovación.
En la digitalización educativa, mientras el mundo incorpora la Inteligencia Artificial a la educación, el Gobierno de Ayuso prefiere restringir el uso de tecnología en las aulas públicas, mientras permite que los centros privados sigan su propio camino. Otro ejemplo de segregación encubierta.
Y en cuanto a la formación continuada del profesorado, cada vez hay más recortes y menos tiempo para su desarrollo profesional. La Comunidad habla de “excelencia”, pero no invierte en quienes deben garantizarla.
Todo esto mientras el gasto público en educación en Madrid sigue siendo el más bajo por alumno de toda España, y uno de los más bajos en relación con el PIB de toda Europa.
¿Qué haría un gobierno verdaderamente comprometido con su profesorado y con la calidad educativa? Muy sencillo. Reducir el horario lectivo real del profesorado, garantizando más tiempo para coordinación, formación y preparación de clases. Revisar las ratios de alumnos por profesor, ajustándolas a las necesidades reales del alumnado, especialmente en entornos vulnerables. Invertir en bienestar emocional y salud mental docente, tal como recomienda la OCDE. Estabilizar plantillas, con menos interinidad, más continuidad y condiciones dignas para atraer y retener talento. O escuchar al profesorado y convertir su experiencia en el eje central de la política educativa.
La política educativa del PP en Madrid no es solo equivocada. Es irresponsable y peligrosa. Porque está desmantelando, pieza a pieza, las bases de la educación pública. Y porque lo hace no desde la ignorancia, sino desde el cálculo. Saben lo que hacen. Y por eso no quieren evaluaciones externas. Porque los datos desmontan su relato.
TALIS 2024 confirma lo que venimos denunciando desde hace años: sin profesorado no hay educación. Y sin respeto, inversión y apoyo a los docentes, no hay futuro.
Madrid necesita otra forma de gobernar. Una que no mienta. Una que no oculte. Una que no utilice al profesorado como rehén de su propaganda. Una que confíe en su gente y construya desde la verdad. Y por ello, el Partido Socialista presentará una iniciativa en la asamblea de Madrid para que el Gobierno del Partido Popular adopte la política educativa que la educación madrileña necesita con urgencia.
El profesorado madrileño merece más. Y la educación pública, también.
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