‘Meeting Point’
A raíz de la exposición sobre el arquitecto José María García de Paredes, una pequeña reflexión sobre nuestros espacios de encuento
“A las seis en el murito”. Y a las seis estaba todo el mundo en el murito. La consigna se había dado el día anterior y no se había vuelto a hablar hasta que eran las seis y todos llegábamos. Unos más puntuales que otros, claro, ya se sabía quién no lo iba a ser, no hacía falta ni avisar. Podías llegar 20 minutos tarde (sí, la impuntual era yo) y ahí seguían charlando y decidiendo dónde ir. Todavía tardaríamos un rato en movernos hasta concretar a qué sota, caballo o rey íbamos. Benditos sota, caballo y rey de nuestra adolescencia. El murito era nuestro lugar de encuentro.
“¿Estás por aquí?”. Esta pregunta es una manera, como otra cualquiera, de empezar una conversación por WhatsApp. A quién no le han preguntado “¿estás por aquí?”, u otra fórmula similar, siendo aquí Whatsapp, un lugar no físico, un espacio virtual donde coincidir. Un espacio de encuentro, en el que a veces se pasan horas sin sentido, es verdad, pero otras, ayuda a mantener relaciones en la distancia.
Al principio del otoño sucedieron dos hechos en Madrid que me hicieron reflexionar sobre los espacios de encuentro. Uno fue la presentación de la primera novela de Bárbara Sánchez, Todas las ventanas (Plaza & Janés); el otro, la inauguración de la exposición José María García de Paredes. Espacios de encuentro, en el Museo ICO (se puede visitar hasta el 12 de enero). En la presentación, la autora reflexionó sobre la falta de espacios comunes en un Madrid cada vez más hostil, este adjetivo no lo usó ella. Cree que es algo que se hace a propósito, por eso, para luchar contra ello, crea un espacio común para sus protagonistas. “Había que hacer algo”, dice una de ellas. Y las puso a hablar. Mujeres hablando, hay quien las teme.
También hizo algo García de Paredes. La gran retrospectiva que conmemora el centenario del nacimiento del arquitecto repasa los espacios de encuentro que creó, desde los más tempranos, como el colegio mayor Aquinas, junto a Rafael de La-Hoz. ¿Hay algún lugar común, de compartir, para convivir, ¡para idear!... más incuestionable que un colegio mayor? Pocos. Se fraguan relaciones imperecederas. Estos encuentros tempranos, así se llama el primer apartado de la exposición, muestran la riqueza de los equipos multidisciplinares, la suma de individualidades, la importancia del pensar en equipo. En la exposición en torno a la figura del arquitecto giran individualidades de la talla de Falla, Picasso, Eusebio Sempere, Alberto Schommer, Luca Giordano, Pablo Palazuelo...
Una conclusión a la que llegué, y que me sorprendió, es la de pensar en una vitrina como espacio de encuentro, ¡y claro que lo es! En el centro de una de las salas del Museo ICO se exhiben 238 croquis de trabajo (apuntes, bocetos, planos, presupuestos), documentos que muestran la extensa obra de este artífice. No es fácil exhibir todo ese material, se necesita un soporte que lo haga atractivo y visible. Y se consigue. El expositor que lo contiene es hijo del caballete-vitrina diseñado por la arquitecta italobrasileña Lina Bo Bardi, que permite exponer obras de manera que se pueden rodear y observar desde todos sus flancos. Me consta que este viaje de García de Paredes a Lina Bo Bardi también ha sido un punto de encuentro entre unos cuantos. Pero la vitrina paradigmática de los espacios de encuentro es la que contuvo el Guernica cuando llegó a España en 1981 y se expuso en el Casón del Buen Retiro. Una suerte de urna gigante, dificilísima creación de García de Paredes, ante la que se congregaron miles de españoles para conocer en persona la simbólica obra de Picasso, que se encontraba, por su parte, con el país del pintor y que permitía que la pretensión del artista de que la obra viniera a una España democrática se cumpliera. El Guernica como punto de encuentro. O desencuentro, según se lea.
Pero lo que realmente singulariza la figura de García de Paredes es su relación con la música, que llega a través de Manuel de Falla, a quien considera su maestro de arquitectura. El arquitecto de los auditorios: el Nacional (Madrid), el Palau de la Música (Valencia), en el Generalife (Granada), en Cuenca, en Murcia. Qué es la música si no un punto de encuentro. Que se lo digan a los 30.000 afortunados que el lunes y el martes le hicieron los coros a Paul McCartney en el WiZink Center. Los Beatles como incuestionable lugar de encuentro. Menos quorum habrá con Karol G, pero hagan la prueba: pongan en alto Si antes te hubiera conocido, claro que no es ni será Hey Jude, pero a más de uno se le dibujará una sonrisilla y empezará a mover los pies.
Llega el final del otoño y con ello, la Navidad. ¿Espacio de encuentro? ¡Uf!, o de desencuentro. Las cenas de empresa, ¿meeting point?; las reuniones familiares, ¿encuentro o desencuentro? ¿Encuentro o pérdida en el Kilómetro Cero o en Cortylandia? Sea como sea, ya llega. Disfruten de este interruptor de la rutina que son estas fiestas y decidan si ponerlo en on o en off.
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