El ‘yo acuso’ de Lobato a Ayuso: “Boicotea la ley de vivienda, deja tirados a los jóvenes y es la peor en gestión del bono alquiler”
El líder regional del PSOE, cuestionado internamente, eleva el tono y se enzarza en la Asamblea con la presidenta de Madrid
Como si fuera Émile Zola con su J’accuse! (Yo acuso), Juan Lobato, el líder regional del PSOE, aprovecha el pleno de este jueves en la Asamblea de Madrid para lanzar una batería de acusaciones contra la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, en materia de vivienda. Es un Lobato distinto, desconocido desde hace días, como si el runrún de que está en entredicho su futuro al frente del partido en la comunidad le hubiera impulsado a subir el tono, marcar territorio y enseñar unos colmillos que hasta ahora solo mostraba en contadas ocasiones. Urgido a defender las políticas de La Moncloa, que quiere centrar la próxima conferencia de presidentes en los problemas de vivienda, y del PSOE, que quiere llevar a todos los Parlamentos la propuesta de que las residencias públicas nunca puedan venderse, Lobato se lanza a un cara a cara contra Ayuso para intentar dejar huella.
“Yo la acuso, señora Ayuso, de haber prometido hacer 25.000 viviendas, y de no haber entregado ni 500 en cinco años, dejando especialmente tirados a los jóvenes”, arranca mientras la baronesa le escucha desde su escaño. “La acuso de haber subido un 60% el precio de la vivienda pública”, sigue. “Somos la peor comunidad de toda España en la gestión del bono alquiler joven. ¡Más de un año se tarda en pagar a los jóvenes, que necesitan el dinero ya!”, añade. E insiste: “Yo la acuso de boicotear la ley de vivienda, impidiendo no ya a los ayuntamientos, a las familias, a los jóvenes, que se pueda limitar temporalmente la subida del precio de alquiler”.
Como el PSOE cree haber encontrado aquí un tema clave para su labor de la oposición, los socialistas acumulan iniciativas e intervenciones sobre vivienda. Sus principales alcaldes han solicitado a la Comunidad que se declaren en Getafe, Alcorcón o Fuenlabrada zonas tensionadas, lo que permitiría limitar las subidas de los alquileres. Como el Ejecutivo del PP, del que depende la aplicación de esta medida recogida en la ley estatal, se niega, los regidores registrarán próximamente una iniciativa legislativa en la Cámara. Y allí, en el Parlamento autonómico, el PSOE de Lobato acaba de reclamar que las viviendas protegidas no puedan salir al mercado libre.
Cuestionado como sabe que está, Lobato no puede evitar una referencia a su situación ―”la veo muy interesada últimamente en que a mí me muevan la silla”, dice sobre las frecuentes referencias de la baronesa a Francisco Martín, el delegado del Gobierno―), y pide que se descuente de forma inmediata y temporal 300 euros al alquiler de los ciudadanos. Luego, se sienta a escuchar la respuesta de la presidenta regional.
Ayuso, que acaba de anunciar una nueva línea de ayudas para el achatarramiento de vehículos sin etiqueta medioambiental (su forma de reaccionar a la anulación de las zonas de bajas emisiones de Madrid 360), recoge el guante y lo devuelve, intentando que las críticas de Lobato sean como un boomerang que acaba golpeando a quien lo lanza.
“[El de la vivienda] es un problema que está en España entera. Y yo le acuso a usted de mentir si dice lo contrario”, interpela al líder de los socialistas. “¿No se ha multiplicado el precio de la vivienda en las grandes ciudades de toda España, señor Lobato?”, pregunta. “¿No es cierto que los precios de Madrid si los comparamos con los de otras capitales europeas y mundiales no son ni mucho menos los mismos precios?”, insiste. “Para acceder a la vivienda lo primero que hace falta es un empleo de calidad, que su gobierno le niega a los jóvenes”, se responde. “Ahora pretenden enfrentar a los inquilinos con los propietarios. Hagan el favor de gestionar y ponerse a la altura, porque este problema está en España entera”.
Luego, cuando interviene Manuela Bergerot, la líder de Más Madrid, siguen las acusaciones cruzadas, las críticas de un lado a otro, los rifirrafes. Pero cuando todo acaba, todo sigue igual: los alquileres por las nubes, los precios de compra de viviendas accesibles solo para unos pocos, y la manifestación de protesta consecuente convocada para el 13 de octubre.
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