Cesado el jefe de la UCI pediátrica del hospital La Paz, acusado de acoso laboral por médicos de su unidad
El médico ya fue relegado de su cargo en 2020, después de que el centro público abriera una investigación interna, pero una sentencia reciente había obligado a readmitirlo
El Hospital Universitario La Paz, en Madrid, ha cesado este jueves al jefe de servicio de la unidad de cuidados intensivos (UCI) pediátrica, según ha confirmado a EL PAÍS la Consejería de Sanidad. El facultativo ya fue relegado de su cargo en 2020, después de que el centro público abriera el protocolo de conflicto interno por presunto acoso laboral contra varios médicos de la unidad, pero una sentencia de febrero de este año había obligado a readmitirlo. El doctor regresó a su puesto en septiembre y, desde entonces, siete de los 13 profesionales que forman el equipo está de baja por no poder seguir trabajando en un ambiente de “hostilidad” y “miedo”, como denunciaron ellos mismos en una carta enviada a los medios hace dos meses. En las últimas semanas, el resto de los sanitarios, salvo tres, han abandonado el servicio ―por renuncia o baja― y ocho camas de las 18 disponibles permanecen cerradas por la falta de personal.
“El objetivo de esta decisión es garantizar una adecuada asistencia a los niños que tienen que ingresar en esta unidad”, señala un portavoz de la consejería, que explica que la gerencia del hospital ha tomado la decisión del cese “ante la situación creada con múltiples bajas en el departamento y que pueden afectar al servicio”. El fin, añade, es que la UCI pediátrica pueda prestar correctamente el servicio y recupere el desarrollo normal de sus funciones.
En agosto de 2020, un grupo de sanitarios advirtió de “graves problemas” con el jefe de servicio y se abrió el protocolo de actuación ante conflictos internos y casos de acoso laboral. Comenzó entonces una fase de investigación de cuatro meses, liderada por la Dirección General de Recursos Humanos, durante la que se entrevistó hasta a 15 profesionales ―afectados, jefe y otros empleados― y elaboró un informe que derivó en el cese del médico en diciembre de ese año, aunque continuó en la unidad como adjunto.
El doctor recurrió el cese, que ha sido revocado este febrero por sentencia judicial, donde se concluye que no hubo acoso laboral, sino “claros incumplimientos de unas órdenes impartidas por un superior jerárquico”, y que la investigación interna se llevó a cabo de forma poco rigurosa, por lo que quedaba anulada. Tras el primer cese, la Consejería de Sanidad abrió también un expediente disciplinario por una falta grave y el médico fue derivado a otra área del hospital público. Esto también ha sido recurrido por el facultativo.
Los siete médicos de baja desde septiembre contaron a este periódico que durante la jefatura del doctor cesado ―desde que entró en julio de 2013 hasta diciembre de 2020― se sintieron minados, “pequeños” y “alienados”. Cuando les comunicaron que se reincorporaba, regresaron todos los fantasmas y vieron que no podrían seguir desempeñando su trabajo si nada cambiaba.
Según el relato, compartido por todos ellos, aunque vivido individualmente, todo comenzaba con una reunión en el despacho del jefe. Los médicos se sentaban frente a él, sin saber el motivo del encuentro, y entonces se enfrentaban a un monólogo lleno de acusaciones ―trabajaban mal, le habían puesto mala cara en una reunión, no seguían sus directrices, se estaban amotinando en su contra― y comentarios despectivos que los dejaban descolocados. Tras esa primera reunión, empezaron a grabar las siguientes.
Muchas de las descalificaciones ―que pudo escuchar este diario― se centraban en la valía de los trabajadores. Por ejemplo: “Tienes una actitud de funcionario, das la imagen de que este no es tu sitio”; “primas tus derechos al trabajo, esa es la sensación que das”; “un duelo es que se te muera alguien. Me cuentas como excusa que has tenido un duelo y yo digo, ole tus cojones. Al decirme eso, la cagaste”. Los médicos también denunciaron comentarios y actitudes de desprecio hacia las doctoras que se quedaban embarazadas, a quienes, según los profesionales, llamaba “las madres”. Los siete comentaron que en más de una ocasión su superior se había referido a ellos como “la secta”. En la sentencia, la defensa reproduce las palabras del médico, que habla de un “motín” contra él, orquestado por los compañeros del servicio a raíz de discrepancias laborales.
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