El Madrid de los espejismos
Tres lugares donde dejarse llevar por los placeres de la gula, el baile y la cultura
Es verdad que hay realidades paralelas. Para comprobarlo no hay que recurrir a ninguna compleja teoría de cuerdas, sino que basta con recordar, por ejemplo, que una ciudad como Madrid es siempre distinta dependiendo de quién hable de ella.
Para algunos, optimistas, es la capital de la libertad: ya saben, esa ciudad en el que uno no puede nunca encontrarse con su ex. Para otros, más pesimistas, es, como decía su más famoso trovador, una ciudad tan invivible como insustituible. Y para unos cuantos, conviene no olvidarse nunca de ellos, es un lugar donde pueden amar por fin sin miedo. Para esta columna, sin duda es la ciudad de las experiencias.
Así que aquí van tres planes que permiten sumergirse en el Madrid de los espejismos, en realidades paralelas que, desde pleno centro de la capital, permiten mirar Madrid de una forma diferente: una tarde en el museo de las ilusiones, un brunch en la azotea de Picalagartos y un show en silencio, en el madrileño barrio de Chueca, en La Torcida.
Un show de drag queens con auriculares
La Torcida (Calle de Pelayo, 4) es un restaurante innovador en el que, en búsqueda de la buena convivencia entre vecinos y el local, se ha instaurado un sistema cerrado de auriculares por donde se puede escuchar todo el show. Cuando se suben las cortinas, empieza el silencioso espectáculo de cada noche.
Para ello, los asistentes que llegan al local reciben unos llamativos auriculares con los que disfrutar del espectáculo. Dependiendo del día de la semana, los shows van variando: música en directo, drag queens, cantantes emergentes, espectáculos de fuego, acrobacias o baile son algunas de las presentaciones con las que los clientes se pueden topar cada noche. Abre de miércoles a domingo, y ofrece cocina ininterrumpida desde las 13.30 del mediodía hasta la medianoche.
“La Torcida es el único con un silent show restaurante de Madrid y el primero de España”, asegura su responsable. Además del espectáculo silencioso, cuenta con una carta ecléctica de comida fusión que pretende llevar a sus comensales por un viaje desde Asia a Latinoamérica sin moverse del asiento.
La experiencia en el local es muy divertida porque además del espectáculo los propios camareros siempre están haciendo bromas y jugando con los clientes, lo que crea un ambiente muy divertido para ir con amigos a reír durante unas horas.
Un ‘brunch’ con vistas a la Gran Vía
Picalagartos (Gran Vía, 21) es posiblemente la azotea más famosa de la Gran Vía. Solo se necesita pasar frente a su puerta para toparse con las grandes colas que se forman para poder subir a tomarse un Gin tonic con vistas como lo hace el actor Mario Casas, cliente fiel de la terraza. La azotea está en tendencia, pero no solo por sus cócteles, sino también por su comida.
El plan perfecto, que además hace que sus visitantes se puedan saltar la cola, es ir a su brunch. Empezar el sábado con el pie derecho con un expreso Martini te da la sensación de vivir en el Madrid de las series de Netflix, donde la máxima preocupación de los protagonistas es que la foto de su comida gane muchos likes en su Instagram.
El chef ejecutivo de Azotea Grupo, al que pertenece el restaurante, Manuel Berganza, ha elaborado un menú por 27 euros para el otoño madrileño que trae pan recién horneado, mini bollería, zumo de naranja, yogur con chía, fruta fresca y café o infusión. Además, el menú trae un plato principal en donde se puede escoger entre huevos benedictinos trufados en pan de brioche con pavo; mollete de pastrami, relish, tortilla revuelta y rúcula; smash burger, cheddar, bacon bits y kétchup de remolacha; huerta de temporada, tosta integral y mantequilla de ajo negro; y brioche tostado con salmón ahumado, crema de aguacate y eneldo.
El museo de las ilusiones
El Museo de las Ilusiones de Madrid (Calle del Doctor Cortezo, 8) está de aniversario. Desde que abrió, su misión siempre ha sido crear magia, y así lo ha hecho con las más de 800.000 personas que han visitado el museo desde su apertura. “Ha sido un éxito rotundo”, asegura una portavoz. Ahora, para celebrar sus tres años en Madrid, han aumentado la oferta. El espacio cuenta con tres nuevas experiencias: la sala de simetría, la exhibición abre tu mente y Efecto Moiré.
El museo es un lugar lleno de juegos interactivos en donde los visitantes pueden jugar, tomarse fotos y aprender con todas las instalaciones. La tesis que trata de demostrar es sencilla: nada es nunca lo que parece en una primera impresión. “Mira aleatoriamente la serie de imágenes numeradas y aléjate gradualmente de la imagen”, reza un cartel al lado de una inmensa fotografía que sorprende a los más pequeños con sus efectos visuales.
“Nuestro objetivo es que la gente nos siga conociendo y que los que ya nos conocen vuelvan por nuevas experiencias. Hay que recordar que el ambiente varía según la
temporada del año. Es un museo para toda la familia, desde los que vienen solo para hacerse una foto para Instagram hasta para los padres que buscan planes para llevar a los niños el finde”, asegura su portavoz. La entrada para adultos cuesta 14 euros y está abierto todos los días del año.
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