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Madrid despierta a favor de la sanidad pública con cientos de miles de voces: “Siento indignación, nos lo están quitando todo”

La primera gran protesta contra Isabel Díaz Ayuso como presidenta de la Comunidad saca a una multitud de madrileños desde distintos puntos de la capital para unirse a una espectacular marcha que confluye en Cibeles

Patricia Peiró

Pocos asuntos en España unen a decenas de miles de personas para salir a la calle. Una de estas excepciones es la defensa de la sanidad pública. Al menos, cuando la sociedad percibe multitud de señales de que está siendo atacada. Madrid se ha teñido de blanco este domingo contra la gestión del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso y en favor de un servicio “público, universal y de calidad”. ¿Cuántos? La Delegación del Gobierno cifra en 200.000 a los asistentes, las asociaciones vecinales convocantes han asegurado en el cierre de la protesta que han reunido a 670.000 personas. Las manos se han alzado en todo el recorrido con pañuelos y kleenex blancos. Ha regresado una marea blanca, que ya inundó Madrid hace una década contra las privatizaciones de los hospitales que impulsó el Gobierno de Ignacio González. Hacía años que no se celebraba una manifestación de este calibre. Esta vez, el destino de los gritos era Isabel Díaz Ayuso, en la primera gran protesta que afronta bajo su mandato. Desde la Casa de Correos, sede de la presidencia de la Comunidad, no había salido ningún comentario al respecto varias horas después de celebrado el evento. A las cinco de la tarde, ni un mínimo tuit.

Las razones para acudir se mezclaban en la marcha masiva que ha confluido en la plaza de Cibeles, después de salir de cuatro puntos distintos de la capital: Nuevos Ministerios, Ópera, Atocha y el hospital de La Princesa. Y no todos los que han salido a la calle eran sanitarios. Escuchando el manifiesto al final del recorrido se encontraba Louis M., consultor de 24 años, vestido con la camiseta verde en contra de los recortes en Educación, la otra gran competencia regional: “Somos la comunidad más rica y una de las que menos invierte en sanidad. Los jóvenes venimos aquí porque estamos comprometidos y creemos en la defensa de nuestros derechos”. Cuando se enteró de la convocatoria, avisó por un grupo de Whatsapp a sus amigos y se unieron a él Gonzalo, Ismael y Diego, todos veinteañeros. “Desde que tengo seis meses, la sanidad me ha salvado la vida varias veces: por el asma, ataques de alergia, apendicitis, infecciones…”, comentaba este último. Al pasar por delante del Ministerio de Sanidad, el profesor Juan Garrido ha levantado su cartel naranja casero por una “sanidad universal”. “No me manifiesto todos los días, pero obviamente esto es algo que me mueve. No tengo problemas de salud, pero a mi madre la acaban de operar y necesitamos un servicio de calidad”, explica.

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El plan de reapertura de las urgencias extrahospitalarias en Madrid, único servicio de este tipo en toda España que permanecía cerrado dos años después de la pandemia, ha sido el último ladrillo en una torre de agresiones que los sanitarios llevan percibiendo años. Todo sumado al desgaste que supuso la crisis sanitaria de la covid. El Gobierno regional anunció la reapertura de estos centros y una semana después los sanitarios comenzaron a recibir emails de madrugada anunciándoles sus nuevos horarios, su nuevo destino ―en ocasiones a kilómetros de distancia― de la noche a la mañana. Ayuso ha modificado este plan tres veces en tres semanas y el último proyecto incluye que los puntos de atención sanitaria abran solo con enfermeras y que los médicos atiendan por videoconsultas.

Un niño sostenía un cartel en la manifestación por la Sanidad Pública por el centro de Madrid.
Un niño sostenía un cartel en la manifestación por la Sanidad Pública por el centro de Madrid. MOEH ATITAR

El caldo de cultivo para esta protesta multitudinaria se adereza con más ingredientes. Una de las asistentes, Cristina Ávila, auxiliar administrativa de 34 años, expone algunos: “Estoy aquí porque mi padre ha estado un año en lista de espera para que lo operen, porque hay colapso en urgencias y porque mi hermano es sanitario. Es la sanidad de todos”. Poco antes, sonaba por un altavoz en Canto a la Libertad, de José Antonio Labordeta, que muchos han cantado al unísono, mientras algunos grupitos buscaban la letra en el móvil porque no la recordaban de memoria. Tarea complicada, la masiva afluencia ha provocado que durante casi dos horas la cobertura de los teléfonos funcionara a trompicones.

Había muchos más signos de que la protesta de este domingo iba a ser potente, una hora antes del inicio de la marcha, los autobuses de la capital y el metro estaban prácticamente colapsados. En la estación de Nuevos Ministerios, uno de los puntos de partida, la gente ya iba coreando “sanidad pública” por las escaleras mecánicas de salida. Algo parecido ha pasado en Atocha, donde la columna ha comenzado a formarse antes de salir a la calle. Entre los gritos de la multitud, el más repetido ha sido “¡sanidad pública!”, pero también se ha escuchado: “¡A la hora de votar, se tiene que notar!” y “¡Menos banderas, más enfermeras!”.

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A la convocatoria han acudido todos los partidos de la oposición y los principales sindicatos. No ha faltado casi ningún representante político, allí estaban los líderes regionales de Más Madrid, Mónica García; el del PSOE, Juan Lobato, y la de Podemos, Alejandra Jacinto. También estaban ministras como Ione Belarra, Yolanda Díaz e Irene Montero. Además, se ha visto a representantes del mundo del arte y la cultura como Pedro Almodóvar, Ana Belén, Ismael Serrano o Daniel Guzmán.

Ha sido un día de primeras manifestaciones para muchos. Como Diego, de siete años, que ha ido con sus padres María González y Sergio Garrido. “Es complicado explicar algo así a un niño tan pequeño. Pero, bueno, la conciencia se va forjando”, resume la madre. Por su parte, la familia Barrio ha venido al completo desde el barrio de Moratalaz. “Queremos enseñarle los valores de lo público”, comenta el padre al señalar a su hijo. “Nosotros nos manifestamos cuando consideramos que hay cosas muy importantes. Salimos a la calle por Miguel Ángel Blanco, por la anterior marea blanca, por el 8-M. Siento indignación, he tirado mucho de sanidad pública por historias personales y ver gente que se tira horas en su trabajo y que hay un desaliento brutal…”.

Entre la multitud, también hay gotas que formaron parte de la anterior marea blanca. Se las distingue porque llevan la misma camiseta que lucieron en las calles hace una década. “La he desempolvado hoy. Hace 10 años, creímos que habíamos conseguido mucho, pero nos hemos dado cuenta de que no, de que han seguido privatizando por lo bajini hasta que ya se han quitado el freno”, explica Paloma, médica del hospital Gregorio Marañón, que prefiere no meterse en el tumulto porque ha venido con su galgo. También ha acudido Ángeles Herrera, que trabajó más de 30 años como auxiliar de enfermería y ahora está jubilada: “Antes lo vivía desde dentro y ahora, como usuaria, siento indignación. Nos lo están quitando todo”.

Al acabar la protesta, los miles de asistentes se reparten por las calles adyacentes. Algunos se van a casa, a otros tantos se les oye proponer ir a comer por ahí o tomar un aperitivo aprovechando el buen tiempo. En la calle Hortaleza, en una terraza, una mujer pregunta en voz alta a los amigos con los que ha ido a la manifestación: “¿Qué ha dicho Ayuso? ¿Que somos bolcheviques?”. Cuando el camarero llega con el datáfono los felicita: “Hoy lo habéis hecho muy bien, porque venís de luchar por nuestros derechos”. “Pero hay que luchar hoy y mañana”, le replica la comensal. Porque defender la sanidad y tomar cañas no tiene por qué estar reñido.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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