El colegio de Fifí y Ceferino que un supuesto pedófilo usó como plató
El Virgen de Europa ha visto su imagen comprometida por la investigación judicial sobre las grabaciones de niñas que hizo un hijo de los fundadores
Una pintura de dos personas mayores preside la recepción del Colegio Virgen de Europa. Sonríen al visitante mientras pasan las páginas de un libro del que brotan unos niños en miniatura. La pareja retratada son los fundadores de la escuela, Josefina Unturbe, Fifí, y su marido, Ceferino Maestú, periodista e histórico sindicalista de Falange Auténtica. Empezaron en 1961 en un chalé donde Fifí daba clase a 24 niños y hoy el centro acoge a 1.500 estudiantes en un complejo de 28.000 metros cuadrados en Boadilla del Monte (59.052 habitantes; noroeste de Madrid). El éxito de la escuela, que factura al año más de ocho millones de euros, ha dado prosperidad a los ocho hijos de la pareja y ha sido una fuente de empleo para nueras, primos y otros familiares. Aunque los fondos de inversión llevan años aterrizando en la educación privada, esta escuela ha sido siempre una empresa familiar, una segunda casa para los Maestú y los Unturbe, que durante años han celebrado la Navidad en el comedor escolar. Ha sido una familia muy admirada: el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero le entregó a Fifí la Medalla de Oro al Trabajo y el Ayuntamiento de Boadilla le puso su nombre a una glorieta y un parque.
Pero este proyecto de toda una vida tiene un serio problema de imagen desde que el lunes se conoció la investigación a un profesor que grabó a estudiantes cambiándose de ropa. El supuesto pedófilo que ha puesto en riesgo la obra de Fifí y Ceferino no es un docente cualquiera. Se trata de uno de sus ocho hijos.
El día que Fifí y Ceferino tuvieron la idea de abrir un colegio, todavía llevaban a este hijo en un carrito de bebé, según contó hace años el padre en una narración sobre la historia del centro. Salieron de misa y dieron un paseo por el parque de la Fuente del Berro, en el distrito de Salamanca de Madrid, cuando vieron una casa con el letrero “Se alquila”. La pareja iba hablando de lo mal que les parecía que sus dos hijos mayores, Ceferino y Josefina, Finita, tuvieran que ir a colegios separados. A pesar de que eran dos personas conservadoras, creían que lo ideal era una educación mixta: “Lo mejor es que organicemos una pequeña academia para nuestros hijos y los de varios más, y si alquilamos esta casa, nos podría servir...”
Como aquella idea de mezclar a niños y niñas era controvertida, Ceferino movió sus hilos en el régimen franquista y consiguió que “un gran amigo”, el delegado provincial de educación, le permitiera operar en un mismo edificio dos colegios, uno de niños y otro de niñas. Con esa triquiñuela consiguió su propósito. Fifí, psicóloga y pedagoga, se puso al frente de la escuela, a la que bautizaron Virgen de Europa en honor a la patrona de Gibraltar, venerada por los españoles que huyeron del Peñón tras el dominio inglés. Al colegio le fue tan bien que pronto el chalé se quedó pequeño. En 1968 se trasladaron con 200 alumnos a su ubicación actual, en unos terrenos donde se proyectaba una urbanización de enormes chalés en Boadilla.
Hoy la empresa está controlada por cuatro de los ocho hijos de Fifí y Ceferino, quienes murieron en 2014 y 2016, respectivamente. Entre los herederos se encuentran el director, Enrique Maestú, y el profesor investigado, que ha sido durante muchos años parte del claustro, donde recientemente ocupaba el cargo de coordinador de artes. Es el cuarto de los ocho hermanos, un cinéfilo que grabó su primer corto a los 10 años en súper 8. Estudió la rama de imagen y sonido en la carrera de Ciencias de la Información y desde finales de los setenta rodó cortometrajes de modo profesional. Desde entonces ha estado vinculado a la industria del cine, entre otros, participando en años recientes en el festival nacional de cortos de Boadilla como parte del jurado. Ha desempeñado casi toda su carrera profesional en el colegio y su espacio de trabajo era un aula con un croma verde y cámaras. Solía ir por los pasillos cámara en mano inmortalizando con fotos o con vídeo cualquier evento o actividad, por menor que fuera.
Un vídeo “repugnante”
El sábado 18 de junio, el profesor citó a siete alumnas de quinto de primaria ( de entre 10 y 11 años) para grabar una película sobre un crimen como una actividad extraescolar. Les pidió que llevaran bañador y toalla porque hacía mucho calor y así podrían descansar en la piscina del centro. Los padres recogieron a las niñas tres horas más tarde y continuaron su vida normal sin sospechar nada. Pero el miércoles 29 de junio una llamada de la Guardia Civil sacudió sus vidas. Sus hijas aparecían en un vídeo pedófilo que alguien había encontrado en la calle en un municipio cercano a Boadilla.
“Es repugnante. Hemos visto imágenes que no se nos van a borrar”, dicen a EL PAÍS unos padres que piden anonimato para proteger a su hija.
Lo que les mostraron los agentes era un vídeo que comienza con la cara del profesor en primer plano, mientras comprueba que funciona la cámara, oculta en un armario de la sala de audiovisuales. Luego, se marcha de la habitación para dejar paso a las pequeñas, que se cambian de ropa. La cámara estuvo grabando durante tres horas, mientras las niñas participaban en el rodaje de la película. En ese tiempo se desvistieron hasta siete veces por órdenes del profesor, según estos padres.
Se desconocen aún muchos detalles del caso. La investigación arrancó en junio, pero solo saltó a los medios de comunicación el lunes de esta semana cuando la Cadena SER reveló que el juzgado número 5 de Móstoles instruye una causa contra el profesor, acusado por un delito de tenencia y producción de pornografía infantil. Según ha trascendido, la Guardia Civil tardará meses en examinar la ingente cantidad de material audiovisual de la que se ha incautado en la vivienda del profesor y en el colegio. Según se ha sabido, el investigado había destruido con un taladro varios dispositivos de almacenamiento y otros se encontraban escondidos en su residencia.
Varios padres y profesores consultados dicen que nunca hubieran sospechado del profesor investigado como un posible pedófilo. El defecto que señalan varios extrabajadores es su trato “tiránico”, un rasgo que comparte con su hermano Enrique, según estas fuentes. Cuentan los docentes que por salarios de 1.600 euros al mes podían llegar a trabajar 18 horas algunos días. Eso sucedía antes de los grandes eventos en el colegio, como la clausura, cuando les obligaban a engalanar el centro hasta las tres de la mañana. Tres extrabajadores que han pedido anonimato aseguran que cuando empezó a ser obligatorio registrar las horas de la jornada de trabajo, pusieron un lector de huellas digitales. Los hermanos obligaban a las trabajadoras a pasar el dedo por el lector a las cinco de la tarde, aunque tuvieran que quedarse muchas más horas. “Si rechistas te echan”, dice uno. “Lloré muchas veces por exceso de trabajo”, cuenta otra.
Todas las fuentes críticas con el colegio han pedido que se oculte su identidad. Los extrabajadores hablan del temor que les produce una familia muy bien conectada con el poder político en Boadilla y la Comunidad de Madrid, ámbitos dominados durante muchos años por el Partido Popular. El director ha presidido una influyente patronal de colegios privados, Cicae, hasta que el lunes presentó la renuncia, tras estallar el escándalo.
Conflicto de intereses
El colegio ha defendido que en todo momento ha actuado con transparencia, pero a algunas familias no les convence la gestión de la crisis. Demandan la dimisión del director por un conflicto de intereses. Dudan de que al ser hermano del investigado pueda proteger de forma honesta los derechos de las víctimas. Los dos han tenido siempre una relación estrecha, según las fuentes consultadas. Aunque el investigado fue apartado de las tareas docentes en junio, cuando la Guardia Civil inició la investigación, sigue en el Registro Mercantil como uno de los administradores. Según explican fuentes cercanas al colegio, esto es así porque en caso de ser condenado debería responder económicamente con su patrimonio. Si lo apartan de la propiedad antes de ese momento, la familia podría incurrir en alzamiento de bienes.
El 1 de julio, el director subió a una intranet un mensaje para informar de lo sucedido: “Estimadas familias: vivimos momentos en los que se va a poner en cuestión la reputación de nuestra institución. Siempre ha sido nuestra tónica la transparencia en nuestras relaciones con vosotros, por tanto os informamos de la situación”. A continuación, el escrito informaba de que “el profesor de artes” estaba siendo investigado judicialmente por grabar a unas alumnas cuando se cambiaban de ropa y se añadía que había sido excluido de las labores docentes. También decía que se había informado a las familias afectadas, a quienes mostraba su solidaridad y decía que su prioridad era atenderlas y protegerlas. En otro correo del 8 de julio reiteró esas mismas intenciones y añadió que había comunicado lo sucedido a la Asociación de Padres (APA).
Pero el colegio no ha informado de una reunión de la APA el 13 de julio en la que se sometió a votación la continuidad del director. En la web de la APA donde se recogen las actas de sus reuniones no aparece ese documento. Según el acta, que ha sido vista por este periódico, el APA respaldó por unanimidad al director. Pero una fuente del colegio apunta que el APA está dividida sobre ese asunto y por ese motivo no se ha colgado el documento. La próxima junta es el jueves y podría ser clave.
“Mentiras” del director
La tensión entre las familias afectadas y la dirección ha ido a más durante la semana. A los padres les indignó que el director les haya acusado de haber pedido dinero para cerrar el caso, algo que tachan de “una absoluta mentira”. También les molesta que se reste peso al caso al subrayar que las niñas siguen inscritas en el colegio. “Nuestra hija nos pregunta entre lágrimas: ‘¿Por qué me tengo que cambiar de cole, mamá?’”, dice una de las madres denunciantes. “Mi hija tiene un montón de amigas y no las quiere perder. No es ella la que se tiene que ir. ¿Por qué se tienen que ir las víctimas? Quien se tiene que ir es el director, que tiene un conflicto de interés enorme”.
El futuro de la escuela dependerá de la investigación. Si aparecen más víctimas, el centro podría tener que enfrentarse a una catarata de demandas por violación del honor y la intimidad, lo que supondría una cuantiosa indemnización. Este viernes se ha conocido que otro grupo de cinco familias piensa presentar denuncia ante el juzgado de Móstoles por las sospechas de que sus hijas han sido grabadas. Viven en una terrible agonía, sin saber si sus hijas aparecen en las imágenes y si estas han sido difundidas por internet.
Van a ser meses de tensa espera, mientras continúan las informaciones sobre el caso con las clases en marcha, pero la familia propietaria tiene muchos apoyos, a juzgar por las decenas de mensajes de ánimo en su página de Facebook. Varios se acuerdan de Fifí y Ceferino en este momento tan difícil para su legado.
¿Tienes más información? Escribe un correo al autor de esta noticia a fpeinado@elpais.es o mándale un mensaje por Twitter a @FernandoPeinado
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