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Ayuso se pone en manos de Vox: “En Madrid hay un Gobierno de coalición”

La presidenta regional acelera su acercamiento a la extrema derecha y defiende la alianza del PP con los ultras como un muro de contención frente a la izquierda

Isabel Díaz Ayuso, en la ceremonia de entrega e los premios de Asociación de la Prensa de Madrid, este jueves.
Isabel Díaz Ayuso, en la ceremonia de entrega e los premios de Asociación de la Prensa de Madrid, este jueves.Carlos Luján (Europa Press)
Juan José Mateo

En el baile que protagonizan el PP y Vox en la Comunidad de Madrid, un día bien agarrados, al otro separados, ahora toca tango. Con las elecciones municipales y autonómicas de 2023 en el horizonte, Isabel Díaz Ayuso necesita agarrarse bien fuerte a Rocío Monasterio para sacar adelante su agenda legislativa. No hay tiempo para cambios de ritmo. Queda menos de un año de mandato, y el PP corteja a Vox prodigándose en gestos nunca antes vistos. Para ejemplo, el inusitado piropo lanzado este jueves por Díaz Ayuso en la Asamblea de Madrid: “La situación en la Comunidad de Madrid es mucho mejor que en el resto de España porque hay un Gobierno del PP en coalición con Vox”, ha dicho la presidenta regional, pese a que la extrema derecha no ha entrado en el Ejecutivo y amenaza con bloquear la ley de autonomía fiscal que patrocina la formación conservadora. O precisamente por eso.

“Entendemos que si Ayuso depende de Vox, estará interesada en cumplir con Vox”, ha dicho este jueves Monasterio sobre el pacto presupuestario que une a los dos partidos de derechas. Un entendimiento que da lugar a situaciones chocantes. Así, Vox, que técnicamente está en la oposición, dedica gran parte de sus intervenciones a hacer oposición a la oposición. Es decir, a la izquierda. “La izquierda pija”, que ha dicho este jueves Monasterio sobre Más Madrid, partido al que ha dedicado una lluvia de improperios que ha provocado una bronca en la Cámara.

Atrás va quedando el espejismo de las elecciones del 4-M, cuando el PP llegó a los 65 diputados y se meció en la idea de que dominaría la legislatura a su antojo. La formación conservadora necesita los votos de Vox para sacar adelante sus iniciativas. Lograrlos le salió casi gratis en el arranque del curso. Todo ha cambiado, sin embargo, desde las elecciones de Castilla y León, que han propiciado el primer Gobierno de coalición (este sí, verdadero) de los dos partidos. Y ahora Vox vende mucho más caros sus votos: para empezar, ha registrado una enmienda a la totalidad a la ley de autonomía fiscal patrocinada por Díaz Ayuso.

Un veto que ha espoleado al PP a llenar su día a día de guiños a Vox. Primero, activar el acuerdo para intentar reducir de 136 a 91 diputados el número de representantes en la Asamblea, que ambos partidos firmaron en junio con un horizonte de dos meses y del que nada se sabía hasta ahora (que llegue a buen puerto depende de la izquierda). Para seguir, aprobar la auditoría de 300 millones de las subvenciones públicas que recoge el pacto presupuestario firmado por PP y Vox (se encargará a la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, AIReF). Y para terminar, anunciar una comisión de estudio sobre las bandas juveniles en la región.

“Hemos tenido una parálisis legislativa tremenda en la pasada legislatura”, ha reconocido Díaz Ayuso sobre la alianza de PP-Cs y Vox, que no impulsó ninguna nueva ley de importancia entre 2019 y 2021. “Ahora hace falta relanzar la economía madrileña”, ha azuzado a Vox. Y en relación a las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania, ha añadido: “La situación en la Comunidad de Madrid es mucho mejor porque hay un Gobierno del PP en coalición con Vox. Cuando gobierna la izquierda, cuando se cae la pancarta, al otro lado del muro no hay nada”.

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Una tesis que ha ampliado luego el consejero de Presidencia, Enrique López: “Gracias a que la Comunidad está gobernada con el PP con su apoyo, estamos defendiendo a los madrileños de este Gobierno desastroso”, ha insistido en las bondades del entendimiento de las derechas.

Esa alianza, sin embargo, está llena de peligros para la izquierda, que ha cargado duramente la sesión de este jueves contra los proyectos de PP y Vox.

“Hay tantas tropelías en la ley ómnibus que es imposible enumerarlas”, ha espetado Alejandra Jacinto, de Podemos, sobre una iniciativa gubernamental que contempla cambiar más de una treintena de normas con una sola votación. “Lo que la define es llamarla ley monopoly, porque cambia las normas del juego para que quien tenga dinero pueda comprarse la región, pero no como hasta ahora, a golpe de comisiones y sobres por debajo de la mesa, sino a la vista de todos y amparados legalmente”, ha seguido. Y ha ejemplificado: “Delega en entidades privadas la concesión de licencias urbanísticas, que es como poner al zorro al cuidado de las gallinas. Crea la agencia de contratación sanitaria, un órgano que no está sujeto al control parlamentario, la fantasía de su hermano [Tomás Díaz Ayuso]. Y entre sus aberraciones permite edificar o llevar a cabo actividades hosteleras en espacios protegidos”.

“Usted no quiere ahorrarse dinero, quiere ahorrarse democracia, que le fiscalizamos y le hagamos preguntas”, ha criticado Mónica García, la líder de Más Madrid, el proyecto de reducir diputados en la Cámara regional. “Con la democracia ni se negocia ni se menudea”, ha subrayado, en alusión a que el PP acepta la propuesta para satisfacer a Vox.

Porque esa es la situación en estos momentos: un baile bien agarrado entre los dos partidos de derechas hasta que los intereses de cada uno les lleven a soltarse las manos.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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