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Alice Ripoll: “El passinho está vinculada a la violencia y el narcotráfico, pero es hoy un acto de resistencia”

La coreógrafa crea ‘Suave’, compuesta a partir de la danza urbana surgida en las batallas competitivas de las favelas de Río de Janeiro

Alice Ripoll danza suave
La coreógrafa Alice Ripoll en el centro cultural Conde Duque en Madrid.Víctor Sainz

Las favelas de Río de Janeiro son estados dentro de la ciudad que tienen sus propias reglas. Marcadas por la violencia, la marginalidad, la ilegalidad y la desidia, estas inabarcables e inaccesibles extensiones de chabolas densamente pobladas han terminado por crear sus propias leyes y formas de vida, desarrollando una cultura singular. Allí dentro, sin líderes ni técnica ni mayores pretensiones nació hace no mucho tiempo el passinho, un complejo estilo de danza urbana que aúna samba, break y funk que se caracteriza por la velocidad y cierto virtuosismo, y como el hip hop, se practica en batallas competitivas.

El problema del passinho es que no ha podido trascender las fronteras de las favelas porque es una danza prohibida y estigmatizada, no tanto por el baile en sí mismo como por las connotaciones que le acompañan. Surgió al amparo del funk carioca, una música que forma parte de esta cultura, y que se popularizó en las llamadas bolas funk, macrofiestas de las favelas, que eran auspiciadas y financiadas por el narcotráfico, por lo que fueron perseguidas y, finalmente, prohibidas por el gobierno.

Suave, la coreografía que llega hoy y mañana al madrileño centro cultural Condeduque es un intento, desde la danza contemporánea, de dar a conocer el passinho. “Es un estilo que se ha difundido a través de vídeos cortos colgados en internet y principalmente batallas”, relata Alice Ripoll, la coreógrafa brasileña que ha creado la pieza para su joven compañía Suave. “Originalmente era bailado por niños y jóvenes que no podían salir de las favelas porque eran buscados por la policía, así que fuera de este entorno no es una danza popular ni conocida. Es un fenómeno muy de las favelas”.

Pero al igual que el passinho, Suave en sus orígenes no tenía aspiraciones más allá de ser una representación para el barrio. Fue creada, en 2014, por iniciativa de Entrando na dança, proyecto social del Festival Panorama de Río, el más relevante dedicado a la danza contemporánea del país. Se trataba de asignar a tres coreógrafos profesionales la tarea de crear una producción a partir de estilos urbanos de danza de la periferia, que se presentaría en sus propios barrios.

A Ripoll le sugirieron trabajar con la samba (otro estilo urbano) pero ella optó por el passinho, que es la base de Suave pero que aparece mezclado aquí con danza contemporánea y hip hop. “Gustó mucho y entonces el Festival decidió programarla, lo que permitió que la vieron muchos programadores de Europa y empezamos a girar. Nacimos como un grupo circunstancial pero luego, en 2017, montamos Cria con el mismo elenco y ya nos formalizamos como una agrupación, a la que llamamos Suave, igual que la primera pieza”.

No hay narrativa en Suave pero muchas de las ideas de la coreografía salieron de las vivencias y propuestas de sus diez intérpretes. “El passinho tiene esa historia vinculada a la violencia y el narcotráfico pero en realidad es una celebración a la vida y supone hoy un acto de resistencia”.

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Distintas disciplinas

Psicóloga reconvertida en coreógrafa, Ripoll tiene en Río su propia compañía, REC, desde hace trece años, con la que ha montado cinco espectáculos siempre muy híbridos, para los que cita no solamente a bailarines sino actores, gente de circo y otras disciplinas, por lo que trabajar ahora con bailarines de las favelas con poca o nula experiencia escénica tampoco le resultó ajeno. De hecho, su compañía REC originalmente nació de la iniciativa de una ONG que aspiraba aproximar la danza a jóvenes de la Chácara do Céu, una favela de Rio.

“En general, mi trabajo como coreógrafa se sustenta mucho en la improvisación, lo teatral, el uso de la voz… y el trabajo con los bailarines de Suave, no fue muy diferente. Los puse a improvisar sobre la base de lo que conocían y después de dos meses fueron emergiendo sus propias historias, con las que creamos el espectáculo en el que el passinho es uno de los estilos que abordamos pero no el único porque es una danza muy vigorosa, enérgica y extenuante, así que sus coreografías no suelen durar más de dos o tres minutos”.

Pese a dirigir dos compañías privadas sin subsidio, no es muy optimista Alice Ripoll con el panorama de la danza contemporánea actual en Brasil. “Hay muy buenos artistas y gente muy creativa pero el gobierno que tenemos no solamente no colabora con la cultura y las artes sino que las persigue. Hay mucha gente talentosa que no pude trabajar en danza porque es imposible sobrevivir pero aún así, existen numerosos creadores que van desarrollando su trabajo como pueden”.

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