¿Dónde está el enchufe de Colón?
No es la primera vez que se esfuma arquitectura como por arte de magia en el Paseo de la Castellana, el triángulo de las Bermudas de Madrid.
No gobierna el cielo de Madrid desde el verano esa estructura mastodóntica de color verdeagua y formas art-decó que metía bajo un solo techo dos rascacielos gemelos y paralelos unidos por una escalera de incendios y que, a decir del actual alcalde, “no nos gustaba a los madrileños”. No le hizo falta ninguna encuesta al regidor para conocer este sentir general de su ciudad, de la misma manera que los madrileños no necesitan un barómetro del CIS para señalar que han regresado los brutales atascos y la terrible contaminación a la vida capitalina y un estudio de Sigma 2 no es necesario para saber que la memoria de las ciudades se construye a base de símbolos, aunque sean feos. ¿O acaso es un criterio meramente estético el que impide el derribo de la Cruz del Valle de los Caídos? El enchufe de Colón ya no está donde solía. Aunque se lleva anunciando largo tiempo que en la nueva reforma del conjunto arquitectónico se eliminaría ese armatoste que supuestamente tampoco agradó nunca a Antonio Lamela, verdadero creador de las Torres, continúa siendo enormemente chocante, incluso traumático, mirar al horizonte desde el último piso de las Escuelas de San Antón (donde está la piscina climatizada pública con las mejores vistas de la ciudad) o desde el tejado de la casa de mi amigo Guille y encontrarse con un absoluto vacío en el mismo lugar donde antes había un transatlántico flotante que parecía estar siempre poniendo rumbo a Miami Beach. En su último periplo por el cielo de Madrid, ese Titanic remedo de un sueño húmedo de Tamara de Lempicka simplemente desapareció. Se ve que no sirvieron de nada los intentos de los arquitectos partidarios de proteger un caperucho que nació para tapar dos antenas en 1992, cuando en España incluso a los señores más demócratas les dio por la megalomanía.
No es la primera vez que se esfuma arquitectura por arte de magia en el entorno del Paseo de la Castellana, el Triángulo de las Bermudas de Madrid. Por poner un ejemplo: en el número 22 hubo hace muchos años, un palacio ecléctico propiedad del Marqués de Larios que tampoco estaba protegido por Patrimonio y en cuyo interior había una réplica exacta del Patio de los Leones de la Alhambra. Se derruyó sin ningún tipo de miramiento para colocar exactamente en el mismo sitio un mazacote llamado Hotel Villamagna que ahora también está en obras, al igual que la estructura totalmente desnuda de las Torres.
¿Dónde está el enchufe que las coronaba? Esto le pregunté el pasado viernes a un portavoz de Mutua Madrileña, confiando en que ese bicharraco del color del bronce de la Estatua de la Libertad se hallaría descansando sobre el césped de algún parque también verde. “Se desmontó. Las placas metálicas que lo componían fueron desatornilladas una a una por Dragados y ahora mismo está en el lugar donde se depositan este tipo de residuos”. Ergo está en la memoria de los españoles que lo vieron y los madrileños que lo vivieron. Es decir, en ninguna parte.
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