Fenómenos raros en la política
La diputada de Vox que adoctrina a su partido sobre “la ideología de género” difunde que la vacuna del coronavirus imanta el brazo
Una diputada de la Asamblea de Madrid se ha enfadado con una red social porque “el censor implacable” borró una retahíla de mensajes y vídeos en los que difundía que la vacuna contra el coronavirus, el mejor método conocido para reducir las muertes y el colapso hospitalario, provoca la imantación del brazo. “La crema hidratante patina. Resbala”, advertía Alicia Rubio, de Vox. “Para tranquilidad de todos, busquemos, sin insultos, una explicación convincente. Que opinen los médicos. Yo solo soy el mensajero de un fenómeno raro de Twitter”, añadía.
Yo me quedaría mucho más tranquila si los representantes públicos no se dedicaran a multiplicar frívolamente la atención sobre “fenómenos raros” —en castellano, bulos— que ven por ahí, pero algunos preguntaron, colorados, a los médicos, que diagnosticaron rápido: “Es una gilipollez”.
Yo me quedaría mucho más tranquila si los representantes públicos no se dedicaran a multiplicar frívolamente la atención sobre “fenómenos raros” —en castellano, bulos— que ven por ahí
También hubo quien preguntó a los científicos sobre los copos de Filomena que no se derretían al contacto con el mechero porque según unos amigos de Rubio —si no los conoce, búsquelos, harían buenas migas— no era nieve caída, sino plástico que nos lanzaban. Aquello era más gracioso por varios motivos: no afectaba a la salud de todos; permitía fantasear con el momento en el que los nevacionistas comprobaban qué había pasado con las pruebas del delito que custodiaron en un cajón; y sobre todo, no recibían un sueldo público.
Rubio repite en la Asamblea. En la legislatura que ha echado a andar esta semana cambia casi todo —el PSOE se ha ido al gallinero, Ciudadanos a casa…—, pero ella permanece. Ha escrito dos libros Cuando nos prohibieron ser mujeres y os persiguieron por ser hombres y Feminismo sin complejos en los que se inspira Vox para muchas de sus malas ideas. Dice la parlamentaria:
—“El feminismo es cáncer”.
—“La mujer corriente, la que no es de izquierdas, la que no es lesbiana, la que no es trans… no le interesa. Los problemas cotidianos de la mujer mayoritaria le son ajenos. A cambio, se desvive por problemas que le cuadran en su agenda ideológica como la violencia de género, es decir, la que supuestamente ejercen los hombres sobre las mujeres por el hecho de serlo”—adivinen qué partido impidió que la Asamblea guardase un minuto de silencio por la última mujer asesinada en un crimen machista—.
—“El feminismo es violento. Rompen mobiliario público, vandalizan monumentos e iglesias, destruyen propiedades, queman libros, agreden…”
—“El feminismo tiene rasgos de secta”.
—“Los estereotipos de mujeres guerreras que imponen a las niñas solo consiguen hacerlas violentas y frustrarlas, puesto que raramente van a cumplir ese patrón solamente permitido a una mínima parte de las mujeres muy atléticas”.
—“El feminismo considera que el estado ideal de la mujer es el lesbianismo y junto con el aborto, son medidas de control poblacional”.
Antes de la política, daba clases en institutos. Lo tuvo que dejar. Dice que es “la autora más perseguida por los lobbies y los medios más afines al feminismo”. Quien la persigue es la realidad, pero ella es más rápida y no se deja engañar. Ni por estadísticas, ni por médicos, ni por ataúdes.
No podemos evitar que circulen miles de bulos y que algunos se los crean. Sí está en nuestra mano elegir a diputados que no nos pongan colorados
No podemos evitar que circulen miles de bulos y que algunos se los crean. Sí está en nuestra mano elegir a diputados que no nos pongan colorados. En la Asamblea de Madrid se sienta una señora (3.573 euros brutos al mes) que siendo coherente con sus inquietudes, podría llevar al próximo pleno el rarísimo fenómeno de las cucharas que se quedan pegadas a la nariz. ¡Y sin vacuna!
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