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“El público ahora lo da todo incluso estando sentado”

María Peláe, la artista de corazón flamenco y formas latinas y urbanas, actúa este miércoles en el Circo Price de Madrid dentro del festival Inverfest

Entevista a María Peláe en la Cueva de Lola, Madrid,
Entevista a María Peláe en la Cueva de Lola, Madrid,David G. Folgueiras

La cantante María Peláe (Málaga, 30 años) se quitó la zeta de su apellido para evitar la confusión con la famosa nadadora con la que comparte nombre. “Al acabar los conciertos me decían: pero qué bien nadas. Al final, Peláe me vale como nombre artístico y también para que no me vengan multas”, dice la cantautora. Lleva más de una década dedicándose a la música y viviendo en Madrid. Su concierto de este miércoles en el Circo Price, dentro del festival Inverfest, viene a coronar un año activo, con cuatro nuevos sencillos y una gira que comenzó tras la cuarentena. Mientras hace esta entrevista, la andaluza se entera del nuevo adelanto del toque de queda en Madrid. “Yo si hace falta canto más rápido”, responde con ironía. No será necesario. Actuará una hora antes de lo previsto: a las siete de la tarde en vez de a las ocho, con un precio de entrada entre 16 y 18 euros.

¿Cómo definiría su música?

A nivel estilo tengo el Spotify liado. No sabe dónde poner a la canción La niña. Me defino como flamenca. No soy cantaora, pero admiro mucho la profesión. Aunque luego el estilo sea más latino o urbano. A los músicos no nos gusta etiquetarnos, porque parece que si cambias un poco te traicionas. La primera vez que sumé bajo y batería en una canción me decían que estaba cambiando mucho. Yo en mis canciones intento expresar mi manera de ser y cómo me tomo el día a día.

¿Cómo fueron sus inicios?

Mi primer concierto fue con 15 años como percusionista y ya con 17 hice mi primer concierto como cantautora y no levante la cabeza de mi guitarra por toda la vergüenza que me daba. Después me vine a Madrid, pero era consciente de que al principio es imposible vivir de la música, por eso acabé como trabajadora social en el Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima) al mismo tiempo que hacía conciertos.

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¿Y así es como empezó su historia con la ciudad?

Sí. Me ha cambiado. Aquí hay todo tipo de personas y es una ciudad abierta completamente a todo. La primera vez que paseé por Gran Vía la gente vestía como le daba la gana; en Chueca, igual. En Málaga ocurre, pero aquí lo notas más al ver más gente. Además, hay mucha oferta musical que me ha dado mucha enseñanza.

Pero en el sencillo Si se achucha, entra muestra una crítica al modo de vida de esta ciudad.

Estaba en una época chunga en cuanto a bajón musical. Estaba en un piso que se comía mucho dinero, en Lavapiés, y eso que era chiquitito. No sabía cómo animarme porque esa semana solo tenía un bolo, así que me puse a ver videos de Lola Flores. Cogí la guitarra y empecé a soltar lo que pasaba en ese momento. Fue una canción de desahogo total. Era una crítica a la situación precaria de muchos trabajos.

Y después llegó el disco.

Fue un parto doloroso sacar Hipocondría en 2016, porque sabía que no tenía una segunda oportunidad. En aquel momento no tenía nada de dinero y tuve que pedir un micromecenazgo y que algunas personas conocidas me prestaran dinero.

Desde entonces ha sacado más sencillos, como La niña.

La canción la lancé en el 2019 y cuenta con más de dos millones de visualizaciones en YouTube. No me esperaba el éxito que tuvo. Yo soltaba las cosas como venían y se hizo muy natural. En el vídeo aparecen cuatro señoras cuchicheando en la puerta de una casa. No sabía cómo se lo iba a tomar el público, pero parece que ha gustado, porque empecé la gira y vendía todo. Sin embargo, solo pude hacer dos conciertos porque apareció el coronavirus, lo que obligó a cancelar. Aun así, ha sido un año muy intenso. He sacado cuatro canciones y una vez acabó el confinamiento llevamos adelante el espectáculo que teníamos planeado.

¿Se plantea otro disco?

Me encantaría, pero las pelas son las pelas. Además, la inmediatez de la música lleva a sacar constantemente nuevas canciones. Gran parte de la culpa la tienen las redes sociales, que obligan a lanzar novedades todo el tiempo. Yo subo unas 15 historias al día. La gente siente que conectas con ellos y a mí no me cuesta trabajo coger el móvil y contar cuatro cosas. No suelo preparar nada para ser natural. En el sencillo Y quien no... intento mostrar la parte de fantasía y lo peligroso que es para los adolescentes, que tienen un concepto del triunfo distorsionado.

Ya tiene experiencia en conciertos de pandemia.

El primer concierto después de la cuarentena fue en Jaén y la gente estaba rara igual que yo. Era todo diferente porque no se podía bailar, pero se van adaptando. Me gusta porque ahora lo dan todo aun estando sentados y se están creando unos bailes de cintura para arriba que van a hacer temblar el twerking.

Tradición familiar

Debido a su expresividad y forma de ser la han apodado la “Lola Flores moderna”, cosa que ella se toma con mucho respeto y cariño por “la huella que ha dejado en el arte”, pero avisa que la Faraona​ siempre va a ser moderna. Todo su arte proviene de su familia donde la música está presente:”Mi abuela es la mayor artista por cantar mientras hacía los potajes”. Además, su madre era bailaora e iba con un primo guitarrista a pueblos cercanos “a sacarse su dinerillo”. Por eso, siempre ha tenido apoyo en su casa. “Soy cabezota y consecuente con todo y mis padres me veían trabajar”, indica Peláe.

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