El Isabel Zendal solo podrá usar entre tres y cuatro camas de UCI en sus primeros pasos
La Comunidad afronta el obstáculo de dotar el hospital de pandemias con especialistas reticentes al traslado
El Hospital Enfermera Isabel Zendal abrió ayer. Lo hizo solo institucionalmente. No cuenta aún con pacientes ni con sanitarios. Los enfermos empezarán a llegar tras este próximo puente y solo podrán hacerlo si para entonces médicos, enfermeras, auxiliares, celadores y resto de personal ya están ocupando sus puestos. La plantilla de este complejo de 80.000 metros cuadrados y al menos 100 millones de presupuesto ha sido el mayor interrogante desde que se anunció el comienzo de las obras, el 7 de julio. Uno de los principales problemas está ahora en el personal de UCI. Solo abrirán entre tres y cuatro en los primeros días.
Este, el Zendal, no es un hospital al uso. No existen precedentes de este formato, una evolución del que el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso montó en el recinto ferial de Ifema para la primera ola de la pandemia. “Ifema 2″, repetía ayer Alejo Miranda, el encargado del montaje, responsable de Infraestructuras Hospitalarias. No tener las características de un hospital —no tiene habitaciones, es diáfano organizado por agrupaciones de 48 camas en torno a controles de Enfermería y no cuenta con otras áreas que sustentan el concepto de hospital, como las de docencia e investigación, urgencias o gabinetes de exploración diagnóstica y tratamiento para casi todas las especialidades, médicas y quirúrgicas— hacen que la aproximación a un cálculo de su plantilla sea, efectivamente, una aproximación.
La planificación de los recursos humanos “en cantidad y calidad adecuadas” es “lo más difícil y lo más importante”, dice José Antonio Moreno, cirujano, exgerente de varios hospitales como el Gregorio Marañón, jefe de estudios de la Escuela de Servicios Sanitarios y Sociales de Canarias y presidente de Gihsa, consultora especializada en sanidad. “Es la clave del éxito de la puesta en funcionamiento del hospital y esto requiere competencia de los responsables de la selección y dotación”, asegura.
Hace un cálculo, basándose en los números manejados para un hospital como el Gregorio Marañón, el 12 de Octubre o La Paz, de dimensiones similares a la máxima capacidad a la que podría operar el Zendal, con 1.056 camas y apuntando que hay dos procedimientos para dimensionar los recursos humanos, “en función de los recursos materiales y en función de la actividad realizada, cuando el centro está en funcionamiento”.
En este caso, solo se conocen los primeros: “Actualmente un hospital de Madrid con entre 900 y 1.000 camas tiene 897 médicos, para 240 camas de hospitalización de cuidados normales se precisan 214 médicos”. También hace el cómputo para la plantilla de Enfermería, para la que ha de tenerse en cuenta “el número de camas, su índice de ocupación, el consumo de tiempo de enfermería por paciente y día, la relación porcentual por categoría y el porcentaje de distribución por turnos”. Así, el Zendal, para el primer módulo, requeriría “84 enfermeras y 70 auxiliares de enfermería”.
Plantilla incompleta: 106 voluntarios
El cómputo de la Consejería fue distinto y se desconoce el criterio técnico que usó para fijar el número: 669 profesionales de distintas categorías para ese pabellón 2, con 240 camas de agudos, 16 de UCI y 32 de cuidados intermedios. 103 facultativos, 247 enfermeras y 179 auxiliares, entre los perfiles sanitarios. Pero esa plantilla aún no está completa. El coordinador general del Zendal Fernando Prados respondía así ayer en la rueda de prensa tras la inauguración: “Según la necesidad de traslado, de la especialidad y de los perfiles [de los pacientes], los profesionales que tendremos serán cambiantes”. También a ese futuro incierto que “depende de la evolución de la pandemia” es al que siempre se remite el consejero de Sanidad Enrique Ruiz Escudero y el viceconsejero Antonio Zapatero cuando son preguntados sobre cuántas personas conformarán finalmente el nuevo equipo.
Tras un periodo de voluntariedad en el que quienes quisieran formar parte del nuevo equipo podían hacerlo, el resultado, de una plantilla hospitalaria con 11.836 profesionales, es de 106 perfiles. Profesionales y sindicatos llevan meses quejándose no solo de la creación sino del traslado que supondrá para ellos el Zendal y la situación en la que ya se encuentran en sus centros —algunos, como el Infanta Sofía o el Infanta Leonor con UCI cerradas y áreas enteras sin dotar—, que derivó ayer en una protesta de alrededor de un centenar de sanitarios durante la inauguración del nuevo hospital.
Los 106 voluntarios son, por ahora, insuficientes para cubrir la atención de esas primeras camas, en caso de que se llenaran, según el conteo de la propia Comunidad. Para las de cuidados intensivos, la cuestión es aún más complicada. Estas unidades, colapsadas durante la primera y la segunda ola, todavía operando por encima del 70% —es decir, que siete de cada diez pacientes ingresados en críticos son de covid, pero hay otros pacientes graves con otras patologías que también necesitan una UCI—, sin apenas descanso desde marzo, son, junto a Enfermería, las que más acusan la falta de profesionales. En numerosas ocasiones, intensivistas, directores médicos y otros sanitarios, han repetido que una cama de críticos sin una mano especializada en críticos no sirve de nada.
Las camas de críticos que abrirá el Zendal será “para enfermos que se compliquen inesperadamente”Según el correo electrónico que el coordinador de las UCI madrileñas, Miguel Sánchez, ha enviado a la plantilla de intensivistas de la comunidad
Miguel Sánchez, el coordinador de las UCI madrileñas y jefe de servicio de ese área en el Clínico San Carlos, decía el pasado octubre: “Por mucho que des de sí no puedes tener a 40 enfermos por profesional. Pero seguimos sin las suficientes manos, y no hay más intensivistas ni más enfermeras; y el resto de profesionales que no son de Intensiva lo han pasado muy mal enfrentándose a situaciones que no habían vivido nunca”. También Sánchez, el lunes, envió un correo electrónico al resto de intensivistas de la comunidad para pedir colaboración en la dotación del Zendal que, en principio, “solo abrirá con 3-4 camas para enfermos que se compliquen inesperadamente”.
Explicaba en ese mail la organización que se proponía: “Un coordinador responsable con dos intensivistas por las mañanas y una “bolsa” de intensivistas para las guardias (surgidos de todos los Servicios de Medicina Intensiva públicos y privados)”. Así, continuaba, se garantiza que lo que han aprendido en sus unidades “se aplica a los pacientes del nuevo hospital”. Y se despedía: “Allí donde estén los enfermos críticos debemos estar nosotros”. Por el momento, el Zendal no alberga ni críticos ni leves, y el futuro inmediato de varias centenas de profesionales está en el aire.
Cientos de "traslados forzosos"
Mientras Díaz Ayuso inauguraba ayer, las secciones de Sanidad de las organizaciones sindicales mantenían una reunión con los responsables de Recursos Humanos de la Comunidad para tratar, entre otros temas, el de esta plantilla. Se supo entonces el desglose por categorías de los primeros voluntarios: 10 facultativos [cuyas especialidades no se concretaron], cuatro urgenciólogos, 33 enfermeras y 29 auxiliares, cinco fisioterapeutas, cuatro técnicos de laboratorio y cuatro de radiología, un auxiliar de Farmacia, nueve administrativos, cinco celadores y dos trabajadores sociales.
¿El resto? Ahora toca mover a aquellos que se denominan “refuerzo covid”, los que han sido contratados para la pandemia o se les han mejorado las condiciones durante estos meses. Los sindicatos informan de que “serán traslados forzosos repartidos de forma proporcional por hospitales y se hará mediante comisiones de servicio, de forma progresiva”. Si hay voluntarios entre esos “refuerzos covid”, serán los primeros, después, los demás, “por tiempo trabajado de menor a mayor, contando tiempo trabajado en el centro, con cualquier tipo de contrato”.
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