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La difícil tarea de sentar a un español a cenar a las ocho

Los hosteleros de la ciudad tienen la esperanza de que los clientes se adapten a los nuevos horarios

Un camarero sirve a unos turistas en la terraza de la Cervecería Alemana de la plaza de Santa Ana.
Un camarero sirve a unos turistas en la terraza de la Cervecería Alemana de la plaza de Santa Ana.Andrea Comas

Los hosteleros madrileños se encontraron con una “avalancha de anulaciones” el pasado fin de semana, derivada de la entrada en vigor de las nuevas restricciones. La asociación Hostelería Madrid echa cuenta de hasta 75.000 cenas canceladas en la ciudad durante los primeros tres días, una pérdida que cifran en ocho millones de euros para el sector. La confusión que acompañó a la implementación de estas medidas no dio apenas margen a los restaurantes y bares de Madrid para adaptarse a reducir el aforo al 50%, no servir en barra, dejar de recibir clientes a las 22.00 y cerrar el local a las 23.00. Ya con esta experiencia encima, los hosteleros de Madrid tienen ahora el reto de abrir desde más temprano en las cenas para compensar las horas que pierden y tratar así de conservar al mayor número de comensales posibles.

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MADRID 03/10/2020.- Varios clientes conversan en la terraza de un bar en el madrileño barrio de Aluche, este sábado. Las restricciones de movilidad para tratar de contener la expansión del coronavirus decretadas por el Ministerio de Sanidad han entrado en vigor el pasado viernes a las 22:00 horas en diez municipios madrileños, entre ellos Madrid, que suman cerca de cinco millones de habitantes. EFE/Kiko Huesca
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In English: Can Spaniards be persuaded to eat dinner at 8pm?

Algunos han adelantado el primer turno a las 20.00 horas, una costumbre poco arraigada entre la clientela española, acostumbrada a reservar cenas entre las 21.00 y las 23.00. Levél Veggie Bistro, un restaurante de alta cocina vegana en la Avenida Menéndez Pelayo, enfrente del Retiro, es uno de los que siempre ha mantenido este horario más europeo. La camarera que se encarga de gestionar las reservas en el local, Gabriela Sánchez, dice que eso se debe al perfil de cliente que tienen. “Nosotros siempre hemos tenido muchos turistas porque somos un lugar de referencia dentro del mundo de la comida vegana, y ellos son los que cenan a esa hora. A un español, por mucho que lo intentes, no lo vas a convencer para que salga a cenar a las ocho”.

Ante las nuevas restricciones, en Levél han optado por abrir en el horario de comidas los miércoles y los jueves y así intentar recuperar los comensales perdidos, pero es más un acto de fe que otra cosa. “A mediodía siempre hay menos movimiento que en las noches; en las cenas es cuando se factura”, señala Sánchez. De paso, han comenzado a repartir a domicilio, otra vía que muchos restaurantes comenzaron a explorar durante el estado de alarma.

El presidente de la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM), Miguel Garrido, ha traducido esa sensación en una petición oficial. A través de una carta remitida ayer ha solicitado al ministro de Sanidad, Salvador Illa, que reconsidere las medidas de restricción con “fórmulas imaginativas” y, en concreto, que amplíe el horario de cierre de restaurantes, después de lo visto el primer fin de semana. Garrido ha hecho hincapié en que mientras la hostelería rechazaba clientes a las 22.00, “numerosos grupos se aprovisionaban de bebida para compartirla en domicilios particulares”, lejos del control policial, creando así posibles focos de contagio. En cambio, ha defendido los establecimientos como espacios “completamente seguros”, pues están “doblemente controlados”, por ellos mismos y por los agentes de la autoridad, lo cual no cambia aunque cierren más tarde.

En la Cervecería Alemana, en la plaza de Santa Ana en el barrio de las Letras, están barajando adaptar sus horarios y abrir tres o cuatro horas a la mañana y hacer lo mismo por la tarde, para compensar la pérdida de su tiempo más rentable, adaptando el horario de sus trabajadores. También tienen reparto a domicilio para sortear la crisis. En el horario de las cenas, desde las 22.00 en adelante, este local con más de 100 años de historia en el corazón de la capital podía hacer caja de 500 euros en dos horas, asegura el encargado Lucio Burgos Céspedes. “Ayer hemos vendido 380 euros en todo el día cuando antes hacíamos mil y pico. Mucha gente ha preferido no venir que adelantar la hora. Estamos esperando a ver qué pasa esta semana para ver si metemos a más personal en el ERTE”, apunta. Coincide con él Ángel Zambrano, encargado de la Taberna Tirso de Molina: “Antes dábamos muchas cenas pero ya no existen. Ahora la gente viene a beber y a tomar una ración como mucho. El cenar con prisas no gusta a nadie y están mejor en su casa”.

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En contraste, Joaquín Sánchez, encargado de otro local en la zona, opina que, aunque indudablemente han perdido negocio, no es el escenario catastrófico que se pinta. “La gente se está adaptando, vienen a cenar antes de las ocho o piden la comida a las nueve y media, justo antes de la hora que tenemos para no coger más clientes”, declara. Beatriz González y Lorena Santos, dos amigas que pasean por el parque del Retiro comentan: “Es un tema de salud pública, así que si tienen que cerrar antes, tocará hacerlo a la inglesa: quedar para merendar a las ocho y ya”. Pero González añade: “Es verdad que si toca quedar más temprano, se quedará antes. Aun así yo creo que la gente consumirá menos, a las ocho no me como un entrecot con patatas fritas, me como una tosta”.

Aunque algunos clientes sí se adapten a un nuevo horario, todas las medidas que se tomen en la hostelería intentarán limitar los daños. El panorama no es muy halagüeño. Los datos de la patronal apuntan a una caída de ingresos que en algunos establecimientos alcanza ya el 75 % respecto al año pasado.

Ante cifras así, muchos ni siquiera pueden darse el lujo de esperar. La Rotonda de Pacífico, una arrocería ubicada en la Avenida Ciudad de Barcelona, ha decidido cerrar sus puertas desde las cinco de la tarde. Francisco Trillo, el dueño del local, explica que ahora se enfocan en los desayunos y las comidas solamente porque “para las cenas ya no se mueven nada con las nuevas restricciones”. Y a todo no se puede llegar con el mismo personal.

El impacto también se siente fuera de la hostelería

La Asociación de Trabajadores Autónomos ha advertido que uno de cada cuatro de sus negocios podrán desaparecer si las nuevas restricciones impuestas en Madrid para tratar de contener la propagación de la covid-19 se prolongan por más de un mes. La patronal coincide con la CEIM en que estas restricciones pueden suponer pérdidas de hasta 600 millones de euros semanales en todo el tejido empresarial. Con estas previsiones, desde la Comunidad de Madrid aseguran que el PIB regional se contraerá un 17 % y se perderán 18.000 empleos cada semana, con el consiguiente efecto que ello tendrá en el conjunto dela economía española.

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