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Maniquíes sentados para separar a los espectadores de los Teatros del Canal

Blanca Li, directora artística del centro, cuenta algunos de los guiños con el público que ha planeado para la reapertura de este miércoles

Maniquíes en los Teatros del Canal.
Maniquíes en los Teatros del Canal.@ Julian Rojas (EL PAÍS)
Héctor Llanos Martínez

En la fachada de los Teatros del Canal siguen colgados algunos de los carteles de los espectáculos que deberían haberse estrenado en los meses de abril y mayo. Recuerdan el teatro que pudo haber sido en este tiempo en el que Madrid ha permanecido acorralado y también el teatro que está empeñado en volver a ser. “No hemos querido quitarlos para dar esperanza al espectador y a los artistas, porque vamos a intentar que todas esas propuestas vuelvan al escenario a lo largo del año”, comenta su directora artística, Blanca Li.

Con las nuevas normas de seguridad ya preparadas a lo largo de los 35.000 metros cuadrados del complejo, la coreógrafa se niega a que su público acceda a las butacas con la frialdad de quien pasa el control de seguridad de un aeropuerto. Por eso, ha preparado varias sorpresas para los 227 espectadores (la tercera parte del aforo de la Sala Roja) que van a poder asistir en la tarde del miércoles al primer espectáculo del ciclo Madrid en Danza, que inaugura la programación post-coronavirus en el que es uno de los primeros teatros en España en regresar a la actividad presencial.

Cuando el público entre en la sala se encontrará con cientos de maniquíes vestidos con camisetas del teatro y rodeados de plantas. Además de llenar el vacío impuesto por el virus, ayudarán a que los asistentes cumplan en todo momento la distancia de seguridad dentro del recinto. “Había que crear un poco de amor, para dar calidez y alegría a esos controles de seguridad. La sensación de regresar al teatro no puede ser traumática. Este gesto, además, nos ayuda a recordar que ir al cine o al teatro no es más peligroso que estar en una terraza, subir a un autobús o viajar en avión”, comenta Blanca Li mientras se instalan los nuevos ocupantes del teatro.

Para esta instalación artística que cumple las veces de dispositivo de seguridad la coreógrafa buscaba maniquíes de todo tipo, que reflejaran la mayor diversidad posible, así que investigó por Internet hasta dar con una empresa de alquiler que cumplía con sus expectativas. Este negocio lleva casi diez años recopilando un catálogo de más de 2.000 piezas para ofrecerlos a eventos privados, compañías de teatro y escaparates. “La idea era tener la oferta más amplia, para poder cubrir todas las necesidades”, cuenta su dueño en el teatro, mientas traslada algunas de las figuras que harán compañía a los espectadores del Canal. “Si es posible, los mantendremos durante todo el ciclo de Madrid en Danza”, avanza la directora artística del centro.

La toma de temperatura de cada uno de los espectadores es una de las nuevas medidas de seguridad ante la próxima apertura de los Teatros del Canal en la fase 2.
La toma de temperatura de cada uno de los espectadores es una de las nuevas medidas de seguridad ante la próxima apertura de los Teatros del Canal en la fase 2.KIKE PARA

Este guiño que el equipo de los Teatros del Canal ha querido dedicar al público sirve también de homenaje a la cultura y al teatro. “Las imágenes que hemos visto en redes sociales de los primeros espacios abiertos daban ganas de llorar. Pensar que, tanto los artistas como el público tenemos que volver a los escenarios de esa manera me hizo pensar que tenía que haber una forma de mostrar a los espectadores que el teatro sigue siendo un sitio para los sueños y la magia en el que olvidarse de una realidad que en los últimos tiempos ha sido tan dura”, explica Blanca Li en la Sala Roja.

A pesar del aforo reducido y con todas las entradas vendidas para esta primera velada a cargo de la adaptación de Israel Galván de El amor brujo, la entrada al edificio se prolongará más de lo habitual, como medida de seguridad que se suma a las labores de desinfección que se llevaron a cabo antes de esta reapertura. Las nuevas normas sanitarias implantadas en los Teatros del Canal imponen una estricta separación de dos metros entre espectadores, marcada con decenas de carteles pegados al suelo. Se procederá además a la toma de temperatura a cada uno de ellos, con varias máquinas instaladas en la planta baja del edificio. Antes de encontrarse con los maniquíes, Blanca Li se reserva otros guiños con aquellos que vuelven a ocupar su espacio y se plantean instalar a una banda de música en directo frente a la pausada cola que va a formarse en el centro.

Para quienes no puedan asistir en directo a Madrid en Danza, que también recibirá en los próximos días a artistas como Olga Pericet, Sara Calero y Olga Molina, el teatro ha configurado un servicio de emisión en ‘streaming’ de pago, que cuesta 5 euros por espectáculo y que puede verse dos horas después del inicio de la función, para evitar fallos con la emisión en directo, apuntan sus organizadores. También han dispuesto un bono de 15 euros para acceder a la emisión de los seis espectáculos programados en esta edición de Madrid en Danza, que ocupará el escenario del teatro hasta el 28 de junio.

Tanto Li como la consejera de Cultura de la Comunidad de Madrid, Marta Rivera de la Cruz, consideran que los Teatros del Canal que gestiona el Gobierno regional debían ser los primeros en reabrir sus puertas para ”apoyar a los profesionales de la cultura” y servir de guía al resto de espacios públicos y privados de Madrid. A partir de esta experiencia piloto en este teatro dependiente de la Comunidad de Madrid, otros espacios públicos y privados podrán tomar nota para afrontar los retos que plantea la nueva normalidad.

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Sobre la firma

Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.

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