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“Teníamos mono de pisar la Gran Vía”

Desde 2001 nunca habían pasado tanto tiempo separados de su acera, donde reivindican lo que era la Gran Vía en los años 80

Emilio (izquierda) y José, los dos icónicos hermanos gemelos con su estilo heavy en la Gran Vía, donde pasan los días desde hace veinte años.
Emilio (izquierda) y José, los dos icónicos hermanos gemelos con su estilo heavy en la Gran Vía, donde pasan los días desde hace veinte años.KIKE PARA
Lucía Franco

Los heavies de pelo gris que están siempre en la Gran Vía se llaman Emilio y José Alcázar, tienen 54 años y son gemelos. Cualquiera que haya pasado por allí en los últimos veinte años los ha tenido que ver. De siete de la tarde a diez de la noche, apostados a la altura del número 25, en donde quedaba Madrid Rock. Desde 2001 nunca habían pasado tanto tiempo separados de su acera, donde reivindican lo que era la Gran Vía en los años 80. Estuvieron 75 días sin poder acercarse por el confinamiento y decidieron volver apenas el Gobierno anunció que Madrid pasaba a la fase 1, lo único que ha cambiado es que ahora usan mascarillas que han decorado para que vayan a juego con su singular vestimenta.

Al llegar al número 25 de la Gran Vía han tocado un par de árboles.

José: Sí, cada uno tenemos el nuestro. Es un ritual que tenemos, nuestra manera de decir que estamos aquí pero también estamos vinculados a la tierra, aunque estemos en el corazón de la ciudad.

¿Cómo han vivido la pandemia?

Emilio: Al principio fue todo un shock porque nosotros hasta que se declaró el estado de alarma intentamos mantener nuestra rutina de venir aquí. Lo hicimos hasta que la policía, muy educadamente, nos dijo que ya no se podía porque habían decretado estado de alarma. Intentamos establecer unas horas para hacer ejercicio cada uno en una parte de la casa y ver películas a una hora más temprana de lo que acostumbrábamos.

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Nos encantan todas las series: Vikingos, Stranger Things…Para los días duros nos ayudaron películas como El diario de Anna Frank, de gente que lo ha pasado muy mal encarcelada y sin embargo ha sabido ser fuerte y ofrecer su vida a una causa guapa.

¿Qué ha sido lo más duro del confinamiento? ¿No poder ir a la Gran Vía?

José. Si te digo la verdad, yo no tengo teléfono ni internet. Lo más duro ha sido estar tres meses sin hablar absolutamente con nadie más que con mi hermano.

Emilio: ¿Sabes lo que es el mono? Pues exactamente eso. Imagina hacer 20 años algo y que de pronto te digan que no puedes. Fue un palo muy duro, pero también una ocasión de oro para aprovechar y hacer otras cosas.

¿Nunca habían estado tanto tiempo sin venir?

Emilio: No, como mucho alguna vez que nos fuimos a un festival en 2012 que fueron 12 días y otra que nos fuimos a Irlanda, pero una semana como mucho. En verano seguimos viniendo.

No tienen móvil ni internet. ¿Cómo se han informado durante el estado de alarma?

Con la radio. Escuchamos la primera emisora que cae, no tenemos preferencia porque están todas muy politizadas.

¿Cuándo decidieron volver a la Gran Vía?

Emilio: Cuando empezó la fase uno empezamos a salir porque en Vallecas hay parques muy bonitos y ya pudimos salir a hacer un poco de ejercicio. También empezamos a venir aquí, pero con la incógnita de si nos iban a dejar estar.

¿Cómo fue ese primer día en el que vinieron ustedes al número 25 de la Gran Vía ?

Nos juntábamos hace 20 años en Madrid Rock para pillar películas, discos, libros, entradas para conciertos. A finales de 2004 el dueño de la tienda la cerró porque los de Inditex le dieron un pastón. Quería echar a los que curraban aquí sin pagarles liquidación ni nada, y como ya nos habíamos hecho amigos, hicimos campaña y empezamos a salir en los periódicos. Al principio, los que venían a la tienda quedábamos aquí, pero poco a poco dejaron de venir hasta que nos quedamos mi hermano y yo solos.

¿Qué significan los símbolos que tiene en la mascarilla?

Emilio: Son símbolos vikingos de defensa y protección que vuelve a la mascarilla más protectora todavía. Nosotros creemos mucho en las magias antiguas de Europa, y esta es muy poderosa.

¿Dónde hay que ir para ver el Madrid de los 80?

Emilio: Te diría que Malasaña, pero lo han convertido en una cosa muy moderna y sin espíritu, que es lo que ha pasado con todo en realidad. Salvo el bar Nueva visión, que es de un amigo nuestro que no ha movido ni una sola foto y es el más auténtico del barrio. Era colega de los que veníamos aquí. Todavía queda algún garito. Los que somos de esa generación llevamos el espíritu dentro, y esa es otra de las banderas que ponemos aquí todos los días mi hermano y yo cuando venimos, la de toda una generación que se perdió por la droga.

¿Tienen familia y pareja?

José: Familia, una hermana que anda por ahí, con un sobrino. Novia, ojalá. En la Gran Vía alguna vez ligué, pero hace ya mucho.

¿En que trabajan?

Nosotros no curramos. Estamos totalmente en contra de servir al sistema. Es una aberración. Hay que tener la cabeza tranquila, y aun así aquí hay veces que acabas medio loco.

¿Les preocupa que llegue una nueva generación que no sepa lo que hubo aquí?

Emilio: No. No es el mensajero, sino el mensaje. Si has vivido como quieres, ya has instalado en el inconsciente colectivo tu parte de libertad y de revolución. No somos más que una hoja al viento.

Hacer la compra en el cubo de la basura

Los heavies se alimentan a base de reciclar los productos caducados o estropeados que tiran a la basura los supermercados. Tenían acumulada tal cantidad de comida que solo han tenido que salir una vez durante el confinamiento. Ahora ya ha vuelto a llenar la despensa. Los gemelos hablan de la cantidad de comida que se manufactura y que va directa a la basura por fallos de embalaje o por fecha de caducidad. Y ellos comen de eso. Ahora, cuando les den las diez de la noche, se irán a “hacer la compra”, como ellos dicen. Eso sí, tuvieron que aprender a perder la vergüenza de que los vieran rebuscando en la basura.


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Sobre la firma

Lucía Franco
Es periodista de la edición de El PAÍS en Colombia. Anteriormente colaboró en EL PAÍS Madrid y El Confidencial en España. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y máster de periodismo UAM-EL PAÍS. Ha recibido el Premio APM al Periodista Joven del Año 2021.

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