La visita del premio Goya a los pacientes del Ramón y Cajal
El galardón que la directora Isabel de Ocampo ganó en 2009 por el cortometraje ‘Miente’ lleva tres semanas en el hospital, animando a enfermos y sanitarios
No fue hasta que ganó un Goya en 2009, por el cortometraje Miente, cuando la directora Isabel de Ocampo se dio cuenta de la locura que la estatuilla despertaba entre la gente. “Esa misma noche me fui con el equipo a celebrarlo a un bar de Madrid y lo pusimos en la barra. Todos los clientes nos lo pedían para hacerse una foto con él”, recuerda por teléfono. En estos días de confinamiento y crisis decidió “aprovechar la magia” de este premio. A través de Marta Rosas, una médica del hospital Ramón y Cajal que vive en su mismo rellano, la cabeza de bronce de unos dos kilos de peso se pasea desde hace tres semanas por las habitaciones del centro. Sus peculiares visitas animan a aquellos que luchan de un modo u otro contra el coronavirus.
El relato, que bien podría ser el de una película, se trasladó este jueves a Twitter en un escrito de la propia cineasta. “El Goya se ha convertirlo en un icono, en un símbolo de los sueños cumplidos. Todo el mundo quiere hacerse una foto con él. Porque significa que has logrado algo grande”, cuenta en la red social.
El otro día se me ocurrió una idea MUY LOCA y MUY DIVERTIDA. A ver si os animo el día. Resulta que mi vecina la sanitaria, la que no tenía radiografías en casa, ya superó el coronavirus y se reincorporó a su puesto de trabajo en el Ramón y Cajal donde yo tenía un amigo ingresado
— Isabel de Ocampo (@IsabeldeO) April 16, 2020
De Ocampo mantenía durante el encierro contacto telefónico con Juanma Romero, amigo y coguionista de su largometraje Evelyn (2012). Hasta que un día dejó de leer sus mensajes: “Descubrí a través de su pareja que estaba ingresado en el Ramón y Cajal, y que además estaba en coma”. Gracias a su vecina, a la que acababa de poner nombre y cara durante los momentos de complicidad surgidos durante los aplausos de balcón, le hizo llegar el galardón que a ella tantas veces le ha levantado el ánimo desde el rincón de su escritorio en el que estaba instalado. Lo sumergió varias horas en agua y lejía y luego se lo envió a su amigo. Era su forma de recordarle que, fuera de esas paredes, había gente que estaba pensando en él.
La cineasta aprovechó para enviar a los trabajadores del Ramón y Cajal un cargamento de arroz con leche hecho por ella misma y, de paso, para hacer de su Goya un reconocimiento a todos los pacientes días después de que el guionista fuera dado de alta. “Hay gente que en estos días se merece ganar un premio. De momento, yo les presto el mío”, comenta sobre una anécdota que ahora se ha convertido en viral.
“Hace poco, al ver los ataques que estaban sufriendo los sanitarios, los mensajes y pintadas que algunos de ellos estaban recibiendo, me cabreé tanto que decidí contar lo que había pasado con mi Goya”, cuenta De Ocampo. Recopiló las imágenes y vídeos que su vecina le había pasado desde el hospital para lanzarse a una forma de narrativa inédita hasta el momento para ella: un hilo de Twitter. “La técnica no es muy distinta a la tradicional, salvo que tienes que hacer pausas continuas para saltar a otro mensaje, así que intentas dejarlo siempre en alto para que a la gente le apetezca leer el siguiente”.
Además de solidarizarse con los afectados por esta crisis sanitaria global, el viaje de este Goya, similar al del gnomo de jardín de la película Amelie (2001), también sirve a la directora para recordar que la cultura es otra forma de medicina de la que la clase política no debe olvidarse. “La prioridad ahora es enfrentar la enfermedad y el duelo. Pero la gente de la cultura, que somos de todo tipo de edades, ideologías y religiones, también lo estamos pasando mal y también necesitamos apoyo. Lo que hacemos contribuye a que la gente no se vuelva loca mientras sigue encerrada en su casa, que los niños se entretengan y que los adultos se evadan a través de la comedia. Es curioso que, con todo lo que cuesta que te entrevisten cuando diriges un cortometraje o un documental, de repente un texto en Twitter te tenga atendiendo a la prensa durante todo el día como me ha pasado hoy”, lamenta.
A la vista del éxito que ha tenido su idea en redes sociales, De Ocampo ha animado entre bromas a otros ganadores del Goya a que hagan lo mismo “si encuentran a alguien de su confianza que vaya a cuidarlo y a desinfectarlo”. Ha lanzado el guante a los actores Antonio Banderas y Belén Cuesta y a la directora Isabel Coixet, entre otros. “Yo el mío se lo he dejado a Marta y a su hospital, aunque acabo de conocerla. Que hagan con él lo que quieran. A veces pienso que ojalá lo guarden con llave por la noches. Si se pierde, ya aparecerá...”, dice entre risas.
El Goya de José, por Alessandro Leone
Alessandro Leone José es el protagonista de uno de los vídeos que Isabel de Ocampo ha compartido en su relato en Twitter. Se trata de un paciente que estuvo 23 días en la UVI del Ramón y Cajal y salió a planta con síndrome de inmovilidad. “Los fisioterapeutas, por motivos epidemiológicos, no están viniendo a las habitaciones a rehabilitar a los pacientes”, explica el hilo de la directora, citando a Marta Rosas, su vecina médica y aliada en este gesto solidario. “Le dimos a José una hoja de ejercicios y le indicamos cómo hacerlos para que empezara a moverse. No nos imaginábamos el avance que iba a dar él solo. Al día siguiente, movía las manos; a los tres días, los brazos. Pudimos empezar a sentarlo en el sillón, así sus piernas podían adquirir tono muscular. Le dimos otros ejercicios para las piernas y, en pocos días ya las levantaba y se ponía de pie con ayuda. Ayer empezó a caminar él solo. Todo un logro”. El esfuerzo le vale el premio Goya, que en el vídeo consigue sujetar con sus propias manos, mientras dice sonriente a cámara dedicarlo a sus hijos. De Ocampo recoge un comentario en Twitter que define perfectamente el gesto: “Es cultura de primera necesidad”, porque “si ves a tu pariente salir con un Goya, la sonrisa es inevitable. Introducir en el vídeo ese pequeño elemento distorsiona las energías negativas y las transforma en positivas”, afirma. Todo este asunto le ha inspirado para trabajar en una serie titulada 'Qué pollo de noche', en colaboración con la también directora Inés París. Ambas buscan “reflejar con una comedia trágica la situación que estamos viviendo”. La trama se basará en otra anécdota real que contó también en hilo de Twitter, el pasado 3 de abril. En él relata sus peripecias al intentar entrar en su casa después de bajar a tirar la basura sin llaves y cómo resuelve la situación con la ayuda de sus vecinos.
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