Los bomberos de Madrid se sienten infrautilizados
La actividad del cuerpo de Madrid ha disminuido durante la cuarentena entre un 30% y un 40%
Los bomberos del parque de Tetuán trabajaron el viernes una hora y 17 minutos. El resto del tiempo esperaron en cocheras o en casa. El sábado, 36 minutos. Cronómetro arriba o abajo, jornadas laborales similares se repiten en el parque de la zona centro o el de Santa Engracia o el de Vallecas, que por norma es el más activo de los 12 de la capital. En algunos parques mantienen más o menos la actividad pre coronavirus, y en otros la bajada de salidas es más que considerable. En definitiva, los datos muestran que la actividad de los bomberos ha decrecido en las últimas semanas entre un 30% y 40%, según los informes diarios de salidas y trabajos realizados. Las ansias por trabajar y ayudar se extienden entre los bomberos, que esperan una llamada para salir corriendo, y ven cómo su trabajo ha descendido “incomprensiblemente” ante la mayor crisis sanitaria a la que se enfrenta el país en general y Madrid en particular. “La pregunta es evidente: ¿podríamos hacer más? Sin duda”, reclama Carlos J. García, cabo bombero del parque de Tetuán.
La queja de García se extiende entre el cuerpo. Él y sus compañeros reclaman formar parte de la primera línea de acción y critican la pasividad de sus jefes. “Hay un grupo de 130 personas que están preparadas en un dispositivo de descontaminación, pero solo llaman a 10 al día. ¿Por qué? No se sabe”, continúa. Además, el Cuerpo de Bomberos de la capital, con una plantilla de unas 1.000 personas de todas las categorías en atención directa a siniestro, cuenta con un grupo de más de 100 bomberos con una formación sanitaria financiada por el Ayuntamiento de Madrid. Se trata de bomberos con especialidades en técnicas de emergencia, especialistas en traumas, enfermeros, protección civil y socorristas, todos ellos con conocimientos que quieren poner al servicio de los ciudadanos a los que no les llega la atención sanitaria a tiempo. “Propusimos realizar test de coronavirus, por ejemplo, pero tampoco. Estamos parados en casa y queriendo ayudar. La gente se está muriendo ahí fuera. ¿Cómo se explica eso?”.
La ayuda para la que están preparados es diversa. Fuegos, rescates o primera atención sanitaria. En el área de desinfección, por ejemplo, reclaman que no pueden actuar en Ifema con sus camiones “cuando voluntarios del Samur desinfectaban, teniendo bomberos profesionales que se han prestado voluntarios”, protesta el cabo. También explica que podrían incluso fumigar las ambulancias que trasladan a los enfermos de los hospitales a Ifema. “Cuando sube un enfermo de Covid-19 hay que desinfectarlas. Se hace en varios puntos de la Comunidad, pero, si pones más, contando con nosotros, se iría más rápido”. El Summa 112 contabiliza una media diaria de 200 de esos viajes.
Rafael Ferrándiz, jefe del Cuerpo de Bomberos de la capital, recibe las críticas y justifica esta decisión con una sola frase: “Tenemos que mantenernos en guardia para asegurar el control y la seguridad por lo que pueda venir”. El alto cargo entiende la ansiedad de su plantilla por salir a trabajar (“el querer ayudar viene intrínseco en la condición del bombero, porque es inquieto, va con su espíritu”), pero intenta llamar a la calma. “Hemos ayudado a descontaminar 13 residencias de ancianos, pero nosotros tenemos que mantener una actividad de guardia, porque no nos podemos olvidar de que España tiene un nivel de alarma importante y hay que estar preparados para lo que pueda pasar. Está todo medido en un sistema de equilibrio, en coordinación con la Comunidad de Madrid y el Estado”.
Ferrándiz reconoce que la actividad ha descendido durante la cuarentena, aunque matiza que los rescates en viviendas han aumentado, es decir, la asistencia a personas que están contaminadas o han fallecido en sus casas. La media mensual de estos rescates se situaba antes en 218 y ahora ya supera los 300.
Esos datos los comparte también David Gómez, bombero y delegado sindical de CC OO, que añade otro curioso: hay más salidas por “precipitados”, como denominan en el cuerpo a los intentos de suicidio. “No creo que sea por el confinamiento, pero si añades la situación de ahora a problemas previos, probablemente contribuya a que a la gente esto le supere”. Además, pone de relieve un problema social: el de la soledad. “Nosotros trabajamos diariamente con estas miserias. Y ahora hay gente sola en casa, medicada, que lo está pasando mucho peor”.
Pero Ferrándiz, sin perder de vista la función del bombero, insiste en el equilibrio. Y recuerda que han hecho una labor “muy especial” de fontanería en Ifema y que probablemente tengan que ayudar a la UME “dentro de poco” a trasladar cadáveres. “Tenemos que aprender a hacerlo, porque están contaminados”. Mientras, toca esperar “a lo que pueda llegar”.
La pregunta que se hace su plantilla, sin embargo, es si lo que tiene que venir ya ha llegado. Y lo zanja García: “El meteorito ya ha caído. No sé a qué esperamos”.
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