La tragedia en las residencias: “No querían que viera los cadáveres en las bolsas de color crema”
El coronavirus, presente en decenas de centros de mayores de la Comunidad de Madrid, ha matado a más de 50 ancianos
Las muertes de ancianos en residencias de la Comunidad de Madrid por el brote de coronavirus son una tragedia de proporciones desconocidas que emerge a la superficie poco a poco.
Los trabajadores abandonan sus puestos por miedo a contagiarse, los hospitales rechazan pedidos de ambulancia y los ancianos mueren solos, porque los familiares no pueden entrar a visitarlos debido a las cuarentenas. Algunos cuidadores de mayores han tenido que llevar sus propios guantes de cocina a la residencia para protegerse. “El virus ya está en la residencia y nos lo están ocultando”, denuncia una trabajadora de la residencia Francisco de Vitoria en Alcalá de Henares, uno de los muchos centros donde ha entrado la epidemia. “Mis padres tienen 70 años, mi esposo es asmático. Yo no pienso llevarme el bicho a casa”.
Más de 50 personas han muerto por Covid-19 en los centros de la región, según un conteo hecho por EL PAÍS, con base en decenas de entrevistas a responsables de centros, familiares y trabajadores. Muchos se han puesto en contacto con este periódico en respuesta a una petición para denunciar casos de contagio, después de que este martes se conociera el brote en el centro de mayores de Monte Hermoso, en la capital, que ha matado al menos a 20 ancianos. Según esta investigación, se habían producido hasta este miércoles por la tarde muertes, contagiados y casos sospechosos en, al menos, 32 residencias de la región de Madrid, la más afectada de España por la epidemia.
Pero la cifra exacta es imposible de conocer porque los centros están desbordados y ninguna autoridad lleva un conteo. En muchas residencias no hay médicos, ni kits de diagnóstico y muchos trabajadores ni siquiera habían recibido unas simples mascarillas protectoras.
Rechazados por los hospitales
Conforme va aumentando el balance de muertos, queda claro que autoridades y responsables de los centros reaccionaron tarde y mal. En medio de la respuesta a la amenaza, las autoridades estatales y regionales se olvidaron de los centros donde viven las personas más vulnerables al virus. Cuando se propagaron los casos por Madrid, ya conocían el desastre que el coronavirus causó en las residencias de Italia pero no les dotaron de recursos materiales para contener la epidemia.
Ahora, con el enemigo ya dentro, los centros luchan por defenderse. “Las residencias de mayores no son el lugar adecuado para atender a las personas que dan positivo”, advierte Juan José García Ferrer, secretario general de Lares, una asociación que agrupa a casi 1.000 residencias de España. “Es lo primero que tenían que haber protegido, pero se han olvidado”.
Los cuidadores rompen a llorar cada vez que un hospital rechaza a un enfermo. Nadie lo ha dicho en Madrid, pero muchos sospechan que en los hospitales se descarta ayudar a los ancianos infectados, en lo que supone su sentencia de muerte. En Italia ocurre así. Un anestesista, Christian Salaroli, citado por el Corriere della Sera lo confesó. Se elige por edad y estado de salud: “Tenemos que actuar como en cualquier escenario de guerra. No lo digo yo, sino los manuales que hemos estudiado”.
Un familiar de la residencia Albertia de Moratalaz dice que una doctora le dejó pasar el domingo al centro con una bata y guantes, para acompañar a su padre en sus últimas horas. En el pasillo de la planta donde estaba ingresado su padre vio trabajadores transportando bolsas de tamaño humano de color crema. “Me regañaban si salía de la habitación. Claro, no querían que viera los cadáveres”, le dice a este periódico y pide anonimato porque sabe que él no debería haber entrado según las normas del centro. Su padre murió el lunes sin que le hubieran hecho la prueba del virus. Fue catalogado como una neumonía.
Trabajadores que hablan anónimamente para no perder sus puestos describen escenas tétricas en las salas donde son guardados los cadáveres, a la espera de que los retiren las funerarias. Diez de esos cuerpos esperaban que los recogieran el domingo del sótano de la residencia Monte Hermoso.
El primer brote en una residencia madrileña —en Madrid hay 425 que atienden a 48.768 ancianos— se produjo el viernes 6 de marzo, en el geriátrico La Paz de la capital, donde murió una anciana y fueron detectados al menos una decena de contagios. La primera medida relevante que tomó la Comunidad de Madrid se adoptó ese día: un protocolo de aislamiento para los enfermos. Dos días más tarde las autoridades regionales ordenaron a las residencias que limitaran las visitas de familiares a las estrictamente necesarias.
Más tarde fue decretado el estado de alarma y el Ministerio de Sanidad tomó el control. Ninguna administración dotó de recursos a los centros.
Nadie envió a los centros mascarillas, guantes o gel. Era lo mínimo indispensable, pero ahora ese material parece insuficiente para contener esta crisis. Las residencias denuncian que las autoridades debían haberles enviado esos recursos de protección. También se quejan de que nadie las consideró igual de críticas que un hospital. Por ley, las residencias no están obligadas a tener un médico de forma permanente.
El grupo Amavir, con 21 residencias, informa de que han muerto 8 ancianos por Covid-19 en cuatro de sus centros. Cuatro de los fallecidos dieron positivos en los test, mientras que el resto presentaba síntomas, aunque no se les hizo la prueba. En un primer momento se informó por error de que en esas residencias había cuatro víctimas más, pero en realidad eran casos positivos que se encuentran en aislamiento.
“Es una situación muy complicada. Hoy ha saltado la magnitud de lo que ocurre, pero esta es una situación que desde hace días se venía denunciando. Era insostenible. Las dos patronales del sector ya alertaron de que se tenían que tomar medidas. La situación podía ser dramática. Espero que con esto se conciencien las comunidades autónomas y el Gobierno. Nos hemos encontrado abandonados", dice Roberto Rodríguez, director de comunicación de Amavir, una de las pocas empresas que ha actuado con transparencia.
Solo en la residencia de ancianos Nuestra Señora de la Antigua, en el pueblo de Morata de Tajuña, son cinco los fallecidos, seis los ingresados en hospitales y decenas los aislados en sus habitaciones. El centro se quedó sin oxígeno y el personal carece de trajes especiales con los que tratar a las personas en cuarentena. Los enterradores que les dieron sepultura a algunos de ellos también se han contagiado.
En las residencias de Mensajeros por la Paz que gestiona el padre Ángel, hay al menos nueve fallecidos.
Y hay dos muertes en la residencia Sagrada Familia de la calle Villaviciosa, en el distrito de Latina. Una trabajadora dice que los casos se produjeron hace ya 10 días y el brote está controlado. “Nos hemos llevado un susto. Estamos ahora tranquilitos”.
También se han registrado seis muertes en la residencia Nuestra Señora del Rosario de Torrejón de Ardoz, según dos fuentes conocedoras de la situación. La dirección rebaja esa cifra de muertos a cinco y dice que no tienen certeza del motivo del fallecimiento, aunque reconocen que hay un brote de coronavirus en el edificio.
A ningún fallecido en Torrejón se le hizo la prueba antes de morir porque no tienen kits de diagnóstico. Pero cinco fallecidos en tan poco tiempo es una anormalidad, incluso para una residencia de ancianos. Solo a un cadáver se le hizo una prueba post mortem y dio negativo, según un familiar. Cuatro ancianos infectados del centro están en el hospital. Uno de ellos va a ser sedado hoy, de acuerdo a la residencia.
Nueve trabajadores se han dado de baja, aunque la dirección asegura que ha cubierto los puestos. La directora lidia con un hospital, que pretende devolver a la residencia a una anciana que ha dado positivo. “Es una residencia muy pequeña con habitaciones compartidas. Solo ha estado cinco días en el hospital y nos la mandan. No me puedo negar a recibirla, es un ser humano. Estoy intentando hacer recapacitar al centro. Si finalmente viene tendremos que mantenerla aislada. Mandarla a la residencia es una temeridad”, explica por teléfono la directora.
Una persona mayor internada en Monte Hermoso murió este viernes, con lo que el balance de fallecidos en ese centro asciende al menos a 20. Sus muertes se suman a la conocida en La Paz, la primera de todas, el 6 de marzo. Un total de al menos 51 fallecidos por la epidemia.
La Comunidad ha anunciado que sus inspectores se pondrán desde este jueves a investigar la situación para tratar de tener un cuadro certero de la tragedia. Las cifras serán catastróficas.
¿Conoces algún otro caso de brote de coronavirus en una residencia de la Comunidad de Madrid? Contacta con los reporteros de esta información a fpeinado@elpais.es o jdquesada@elpais.es o mándales un mensaje por Twitter a @FernandoPeinado o @jdquesada
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