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Bocata de calamares
Columna
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La Movida aburrida

Alguien se preguntó qué cosa moderna podría presentar Madrid al mundo y resulta que esa cosa sucedió hace 40 años

Sergio C. Fanjul
Nacho Canut, Ana Curra y Carlos Berlanga en los camerinos del concierto homenaje a Canito, en Caminos, febrero de 1980
Nacho Canut, Ana Curra y Carlos Berlanga en los camerinos del concierto homenaje a Canito, en Caminos, febrero de 1980Jesús Ordovás

La Movida, qué enigma metafísico, qué discusión bizantina, qué movida La Movida. Para unos no existió, para otros sí (¿cómo cabía tanta gente en el RockOla?). Para el relato de la tele fue una explosión modernizadora tras la dictadura, llena de creatividad y colorines. Un congreso de paniaguados patrocinado por el gobierno socialista (como dice en su libro el periodista José Luis Moreno) o una glorificación del individualismo neoliberal (como señala Víctor Lenore en el suyo). Y así, qué aburrimiento.

Se han cumplido 40 años del sacrosanto concierto de homenaje a Canito que dio origen al asunto y volvemos a remover la Movida. Los de Ciudadanos propusieron hace tiempo levantar un museo a La Movida madrileña, un museo que ya nace rancio, aunque vista la confusión general no se entiende cómo se va a exponer algo que no se sabe qué demonios fue, si mola o no mola, o si ni siquiera fue.

Sería un museo especulativo, de carácter cuántico. ¿Otra vez García-Alix y Ouka Leele? ¿Otra vez Ceesepe y El Hortelano? ¿Los vídeos de Paloma Chamorro? ¿El rizo moreno de Almodóvar? ¿Alguna mención a los conflictos obreros de la Transición y sus víctimas? ¿Una sala dedicada a los muertos de la heroína? Por el momento no encuentran sitio para la institución, porque en Malasaña, donde debería de estar, no queda hueco.

El flúor y el plexiglás no desentonarían en una ciudad cuyo centro se está convirtiendo precisamente en eso, aunque con menos sustancia, con franquicias y maletas trolley pero sin pegamoides ni electroduendes marxistas. Dicen que cuando una actividad se musealiza es que está muerta y enterrada, como pasa con la mina de asturiana. ¿Será La Movida una mina de la que extraer buen retorno? Parece que alguien se preguntó qué cosa moderna podría presentar Madrid al mundo y resulta que esa cosa sucedió hace cuatro décadas. Modernidad apolillada. Qué generación más triste la actual, cuyos padres o abuelos molaban mucho más.

Abrir un museo sobre la efervescencia cultural madrileña es como decir que aquí ya no ¿efervesce? nada: más que un museo sobre la Movida, romantizador del pasado, habría que enfocarse en ayudar a que haya más movida, pero aquí y ahora, que gente sobra, pero recursos faltan. Los madrileños nos conocemos La Movida mejor que el Padrenuestro o la Constitución Española, llevan muchos años adoctrinándonos, así que se entiende que este museo estará dedicado, como casi todo en esta ciudad, al turismo.

Ideas tan extemporáneas como el museo de la Movida (que, salvando las distancias, sería un oxímoron, como hacer un museo del punk) no persiguen otra cosa que construir la Marca Madrid ante el mundo (como si Madrid fuera un refresco) para que el mundo nos reconozca, como si las personas que habitamos en esta ciudad no acabáramos nunca de creernos que valemos para algo. Menos mal que vinieron Alaska y Almodóvar. Y eso hay que contarlo. Que se enteren en la Unesco.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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