La triple crisis de Ciudadanos en Madrid deja el futuro del partido en manos de Begoña Villacís
Tras quedarse fuera de la Asamblea, el partido de Arrimadas pierde una subvención millonaria, y a cargos clave como el líder regional y el secretario de organización
“Nos han pegado un tiro. Nos han dejado sin Gobierno. Y nos van a dejar sin representación”. Las quejas que recorren la organización local de Cs desde marzo, cuando Inés Arrimadas organiza en Murcia la moción de censura que provoca el adelanto electoral en Madrid, cristalizan esta semana en dos salidas clave. Primero, Ignacio Aguado, exvicepresidente regional, renuncia a su cargo en la Ejecutiva y a liderar el partido en la región. Luego, César Zafra, su mano derecha, abandona la secretaría de organización. La dimisión de los dos amigos subraya una crisis que amenaza la continuidad del proyecto. Sin representación en la Asamblea, y sin una estructura interna asentada, la supervivencia del partido en las elecciones de 2023 dependerá de la visibilidad que logre Begoña Villacís como vicealcaldesa de la capital.
“Lo tenemos muy difícil”, reconoce un integrante de la Ejecutiva. “Este no es un problema de Madrid, es un problema del partido, de la marca, y de espacio político”, diagnostica. “Cuando entramos en la Asamblea, en 2015, hacíamos falta por la corrupción del PP y del PSOE. Y en esta campaña las cualis [pequeñas encuestas] nos decían que ese tema a la gente ya le daba igual, e incluso les incomodaba”, añade. “Las necesidades de los votantes han cambiado. Desde las fatídicas elecciones de noviembre de 2019 hemos palmado unas elecciones tras otras. Quedamos tibios entre los gritos de los demás”, afirma.
“Tenemos la vicealcaldía de Madrid, seis alcaldías y representantes en muchos pueblos: ahora lo que hay que hacer es municipalismo”, contrapone Villacís. “La relación con el PP en el Ayuntamiento es a prueba de bombas”, subraya. “Y en cuanto a la organización del partido, llevamos todos trabajando en ello seis años, nos conocemos todos, hay relevo y ni Ignacio [Aguado] ni César [Zafra] se van del partido. Van a ayudar”.
La situación es límite. Cs se ha quedado sin grupo parlamentario en Madrid. Sin él, la formación no solo pierde su voz política en la Asamblea. También se queda sin un importante instrumento organizativo: en 2020, por ejemplo, recibió 952.885,19 euros de subvención para financiar su funcionamiento.
Un maná que iba a rozar los 4 millones durante la legislatura, y que ahora desaparece, dejando al partido sin una jugosa vía para contratar asesores clave para su acción política. No es la única vía de agua abierta: al no haber tenido representación el 4-M, tampoco recibirá la subvención por escaño (casi 20.000 euros) con la que compensar los gastos de la campaña, aunque sí podrá ingresar la aparejada a los votos (1,01 euros por cada sufragio) y el envío de propaganda (0,22 euros por electora) al haber sumado más del 3% de los votos.
En ese difícil contexto, la salida de Zafra es doblemente preocupante para Cs. En todas las formaciones, el dirigente encargado de la organización es quien mueve los hilos internos, y quien conoce los secretos de las agrupaciones. Más en el caso de Zafra, que impulsó a Cs en Madrid desde la nada, y que por el momento permanecerá en la Ejecutiva.
Cuando Zafra y Aguado llegaron al partido, en 2013, la formación naranja tenía dos agrupaciones y 53 afiliados. En el momento de su marcha, cuenta con agrupaciones en unos 115 municipios de la región, además de en los 21 distritos de la capital, y mantiene unos 3.000 afiliados de los 6.500 que llegó a tener en su mejor etapa. Su salida marca el fin de la época de los pioneros, porque juntos levantaron una formación desconocida y sin estructura, en la que ellos mismos tenían que fregar el suelo de la vieja sede de la glorieta de Bilbao.
Es previsible que sus despedidas no sean las últimas. Para empezar, Miguel Ángel Martín Perdiguero, vicealcalde de San Sebastián de los Reyes, ha dejado el puesto de coordinador local para el Norte de Madrid.
“Hay gente que está harta, y piensa en dejarlo, o en irse a otro partido”, reconoce un dirigente. De las dos opciones ya hay ejemplos. Además de Aguado, el exconsejero Ángel Garrido ha dejado la política. Ese parece el caso de todos los integrantes del Gobierno de coalición que formaron el PP y Cs, con la excepción de Marta Rivera de la Cruz, la titular de Cultura, a la que Isabel Díaz Ayuso tienta para su nuevo Ejecutivo. Y queda por saber qué hará con su futuro Juan Trinidad, el presidente de la Asamblea, que en junio dejará de disfrutar de un puesto institucional clave, y retribuido con 110.586,79 euros anuales brutos.
En las listas del PP, además, ya se integraron dos exdiputados de Cs: Sergio Brabezo y Marta Marbán, un caso especialmente doloroso para el partido, puesto que fue una de sus primeras concejales fuera de Cataluña.
Allí, en los municipios, es donde Cs espera encontrar la guarida desde la que resistir a la hecatombe para luego intentar recuperarse en los comicios de 2023. Las elecciones del 4-M fueron adelantadas. Eso implicó que no coincidieran con las municipales. Tras el batacazo autonómico —de 26 diputados a ninguno— las concejalías se ven ahora como un salvavidas.
“Sin tener representación en la Asamblea, todo el peso recae ahora en los municipios, donde tenemos muchísimo músculo”, resumió a principios de mayo Miguel Ángel Arranz, que espera lograr la alcaldía de Alcobendas en las próximas semanas, y como consecuencia del pacto de gobierno firmado entre Cs y el PSOE. “Es el momento de dar el paso adelante”.
Y por eso todos los focos apuntan a Villacís, que previsiblemente sustituirá a Aguado al frente del partido en Madrid.
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