‘Spindoctores’ tiene la iglesia
No es nuevo que la campaña discurra por los cauces del espectáculo. De eso se trata. Y esta campaña electoral de Madrid como núcleo irradiador transcurre por los cauces del meme, del tuit, del clip
El debate de Madrid concluyó el miércoles cerca de la medianoche, cuando se iniciaba el Día de la Tierra en el que Biden había programado una cumbre climática para regresar a los compromisos locales ante los desafíos globales. ¿Cuánto se había debatido en el plató sobre sostenibilidad urbana en Madrid, energía, políticas ambientales, gestión del agua o residuos? Es, claro, solo uno de tantos ejemplos. Se podría preguntar a cualquier espectador qué recuerda usted del debate, y la respuesta, una vez excluido al 45% que a esas horas andaban con Rociíto y otro porcentaje con el Real Madrid, sorprendería poco. Descontado el viejo deporte nacional de arrojarse los muertos entre sí, quizá se mencionara a Monasterio con el cartel de fallecidos por cada capítulo de Netflix en Galapagar o la promesa de gafas y empastes de Iglesias. Y que Gabilondo ahora ya no lo llama Iglesias sino querido Pablo. Y eso seis candidatos después de dos horas.
Nada nuevo. Haciendo memoria de toda la campaña madrileña desde el 10 de marzo, difícilmente habrá quien recuerde algo más que la lluvia de adoquines tras el desplante de Abascal, los hijos, hijas, hijes de Irene Montero incorporados ya al retablo de Celtiberia Show, los CIS a la carta, la manoletina de Monasterio con Morante, #MadrileñosPorEdmundo... Y por supuesto el cartel miserable de la pensión de la abuela y el gasto por mena. Los candidatos no ofrecen ideas sino un relato. Hay quien habla de consultocracia. Y tampoco es raro, después de que los spin doctors reemplazasen definitivamente a los viejos ideólogos del aparato. Es el signo de los tiempos. Por supuesto MAR es reconocible en Ayuso, a su imagen y semejanza, y en el PSOE hay un tacticismo made in Iván Redondo. Esto va de candidatos y relatos... ¿o qué sabe usted de Mónica García y Más Madrid más allá de su trabajo en una UCI? Desde hace décadas las campañas van de vender un presidente. McGinniss solo acuñó lo obvio. Y hay demasiada complicidad colectiva, por supuesto también mediática, como para rasgarse las vestiduras.
No, no es nuevo que la campaña discurra por los cauces del espectáculo. De eso se trata. Y esta campaña de Madrid como núcleo irradiador —más que nunca, ayuseando, Madrid es España dentro de España— transcurre por los cauces del meme, del tuit, del clip... En el mercado bursátil de los diez segundos de gloria en las redes, de esos fogonazos instantáneos que se llevará enseguida el viento de la tecla enter, encaja poco lo sustancial. Pero todo eso está ya más que asimilado. El éxito queda para la bala de plata, fulgurante y letal, al vaciar el cargador del spin doctors. Y spindoctores tiene la Iglesia, sobre todo ahora que la política ha devenido en una forma de religión, llena de fieles y salmodias. Por lo demás, entretanto, y como convención, a lo del miércoles se le sigue denominando debate. Un término como otro cualquiera.
Suscríbete aquí a nuestra nueva newsletter sobre Madrid
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.