El fichaje de Trapero complica un eventual pacto entre el PSC y ERC para la Generalitat
La figura del ‘major’ despierta animadversión en las filas de los de Junqueras, que lo apartaron de la jefatura de los Mossos al aterrizar en el Departamento de Interior
El golpe de efecto del líder del PSC, Salvador Illa, con el anuncio del fichaje de Josep Lluís Trapero como director general de la policía catalana, complica unas posibles negociaciones futuras entre el PSC y ERC, en el caso de que sumasen, para gobernar la Generalitat. El major de los Mossos, seguramente el único policía conocido por la ciudadanía, es una figura que despierta animadversión entre los republicanos, que desde que aterrizaron en el Departamento de Interior no ocultaron su intención de apartarlo. Entre otras cosas, pesó en su cese como jefe de los Mossos su declaración en el Tribunal Supremo, que consideraron que fue la base para la condena de los líderes del procés y la denegación, hasta en dos ocasiones, de una escolta fija a Junqueras.
“Menos mal que el PSC no quería politizar a los Mossos”, escribió a medianoche el consejero del Interior, Joan Ignasi Elena (ERC), en X ante el giro sorpresivo de Illa, que en el debate en TV3 anunció que ya tenía un pack para hacer frente a la inseguridad si presidía la Generalitat: la alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, Núria Parlon, como consejera, y Trapero como director de la policía. La noticia pilló con el pie cambiado a ERC, que no salía de su asombro, tanto por el fondo —el puesto de director de la policía ha sido hasta ahora un lugar clave de designación y atribuciones políticas— como por la forma —arrebatando el titular del debate a los demás partidos políticos. El director es un gestor de la seguridad que hasta ahora siempre en Cataluña han ocupado cargos políticos, por encima del jefe de los Mossos, que es un cargo técnico, que manda en la operativa de la policía. En el País Vasco, al menos desde 2011, es un cargo que ocupan policías.
“Es volver a viejas dinámicas conservadoras”, aseguran fuentes de ERC, que recuerdan una de las escenas más polémicas que salpicaron a la figura de Trapero, cuando la periodista Pilar Rahola tuiteó una foto del major tocando la guitarra en una paella en la que estaba el entonces presidente Carles Puigdemont. Consideran que la apuesta del PSC por Trapero es un claro signo de “sociovergencia”. Sin referirse directamente a Trapero, la vicepresidenta y número dos de ERC, Laura Vilagrà, ya da por imposible el pacto con el PSC y en una entrevista con Europa Press tachó de “doctor No” a Illa. Puigdemont ha lamentado que los socialistas hagan “política” con los Mossos y les ha acusado de tener un discurso “contradictorio”.
Illa basa su elección en un único concepto: “profesionalizar” la figura del director de la policía catalana, que en la actualidad, y desde 2019, ocupa Pere Ferrer, formalmente de la antigua Convergència, pero que se ha entendido a la perfección con el equipo de ERC al frente de Interior. Illa argumenta que Trapero tiene un perfil de “gran servidor público”. “Es un ejemplo de lo que quiero para mi gobierno y de lo que creo que le conviene a Cataluña”, ha asegurado en una entrevista a EL PAÍS. El major hasta el momento guarda silencio sobre la polémica alrededor después de que su nombre haya irrumpido en la campaña electoral, pero Illa ha asegurado en una entrevista en RTVE que, después de varias reuniones, el major le manifestó que “no tenía inconveniente” en aceptar el cargo de director.
El posible regreso de Trapero a los Mossos supone una nueva sacudida en un cuerpo policial que se vio embarrado con el procés, y desde entonces ha vivido cambios constantes de sus jefes a medida que han cambiado los dirigentes políticos. Trapero fue cesado por el 155, restituido por Miquel Sàmper —entonces de Junts y que ayer firmó el manifiesto de apoyo a Illa—, y apartado por ERC, todo en cuatro años. A la combustión interna se une el intento de ERC de blindar al actual jefe de los Mossos, el comisario Sallent, y ascenderlo a major, el máximo rango en el cuerpo que ahora solo ocupa Trapero. El departamento ha sacado en tiempo de descuento el concurso para el puesto de libre designación, y apura los plazos para el mismo viernes, según fuentes conocedoras del proceso, designar a Sallent como el elegido. Las maniobras han sido leídas entre algunos mandos del cuerpo como una estrategia política ilegítima, que hipoteca al cuerpo, con un nuevo mando que quedaría apartado de ser destituido como jefe, pero con un difícil encaje en la estructura policial porque no puede depender de otros comisarios. A ello se suma la mala sintonía personal y profesional entre Trapero y Sallent, ambos afectados por el baile de sillas constantes en los Mossos.
La apuesta de Illa por Trapero es también leída como una respuesta a los problemas de seguridad que abanderan con especial pasión partidos como Vox o el PP. Los datos apuntan a una delincuencia creciente (7,3% más que hace un año), que se atiza en la campaña, en ocasiones señalando a los migrantes como los principales responsables de los números. Illa también defendió los buenos números de Parlon como alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, donde fuera de la tónica general, ha logrado contener la delincuencia. Si Trapero regresa a los Mossos sería “recuperar lo peor del proceso”, ha asegurado el candidato del PP, Alejandro Fernández, que considera que aunque fue absuelto penalmente por la Audiencia Nacional por el papel de los Mossos en el referéndum ilegal del 1-0, no ha sido exonerado desde un “punto de vista político, ético y moral”. Una opinión que comparte el líder de Ciudadanos, Carlos Carrizosa, que ha asegurado que no fue condenado “de puro milagro”, ya que “escurrió el bulto”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.