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La mayoría absoluta independentista en el Parlament, en riesgo por primera vez desde 2012

El CIS catalán lleva dos años registrando la tendencia a la baja de la suma de Junts, ERC y la CUP, que se enfrentan a los comicios del 12-M sin un proyecto común tras una década de ‘procés’

Elecciones Catalanas 2024
Encuentro en Bruselas del año pasado entre el actual presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el 'expresident' Carles Puigdemont.OLIVIER HOSLET (EFE)
Camilo S. Baquero

Tras cuatro legislaturas de hegemonía en el Parlamento catalán, el bloque de partidos independentistas —ERC, Junts y la CUP— llega por primera vez a una cita electoral sin tener claro que vaya a superar el umbral de la mayoría absoluta: 68 diputados. Está en juego revalidar esa mayoría que durante más de una década sostuvo desde el Parlament el pulso independentista del procés. El barómetro de marzo del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) otorgó a la suma de los tres partidos entre 57 y 71 escaños: es decir, mayoría absoluta solo en la parte alta de la horquilla. Se encadenan así 24 meses en los que, según el llamado CIS catalán, la mayoría absoluta está en el aire. En las ultimas elecciones, el bloque sumó 74.

En los último cuatro años, ERC y Junts han mostrado su incapacidad para gobernar juntos la Generalitat. El 12-M, además, será la primera cita con las urnas tras encarrilarse la amnistía a los líderes del procés y el giro del partido de Carlos Puigdemont hacia la vía pragmática de negociación con el Gobierno central que ERC ya había abrazado. “El movimiento independentista pasa por un momento de transición, abriéndose a ver qué puede ofrecerle el Gobierno pero aún en el duelo de lo sucedido en 2017. Pero sus reivindicaciones siguen intactas”, opina Eulàlia Solé Tomàs, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Pompeu Fabra.

El primer baño de realidad sobre la desmovilización llegó con las municipales del año pasado. Uno de cada tres votantes de ERC se abstuvo; y la mejoría en sufragios de Junts, que venía de tocar suelo en 2019, se explica únicamente por el triunfo de Xavier Trias en Barcelona. Pero ya antes había señales. El barómetro del CEO de marzo de 2022 proyectó, con una fiabilidad del 95%, un escenario inédito en el que ERC, Junts y CUP lograban entre 64 y 77 diputados. Era la primera vez desde el inicio del procés que ese bloque veía su mayoría absoluta en riesgo.

La bajada se ha ido acentuando y en diciembre del año pasado la parte baja de la horquilla para la suma de ERC, Junts y la CUP era de 52 escaños. Jordi Muñoz, director del CEO, intuye que el desgaste electoral del independentismo se inició incluso antes de 2022 pero la fotografía se vio alterada por el resultado de los comicios de 2021, donde los tres partidos sí mantuvieron la mayoría pero con una participación bajísima. El miedo a votar en pandemia, sostiene Muñoz, pudo no ser el único factor que hundió la participación hasta el 51%. “Ya había votante independentista que se quedó en casa, mientras que el PSC tuvo una tasa de fidelidad más alta”, dice.

El politólogo Mario Ríos ve dos coyunturas superpuestas en el panorama que arroja el CIS catalán. La caída electoral del independentismo comienza, afirma, cuando la “retórica vacía del expresident Quim Torra” entre 2018 y 2020 aleja al independentismo institucional del de base, y la apuntala la concesión de los indultos a los líderes del procés por parte del Gobierno en junio de 2021. En los últimos 24 meses, agrega, el barómetro también muestra una caída de más de cuatro puntos en la preferencia por un estado independiente (30,4% en marzo). Por primera vez desde enero de 2011, la predilección por que Cataluña sea una comunidad autónoma se impone, con un 31,3%.

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La eventual pérdida de la mayoría independentista el 12-M tendría efectos prácticos y simbólicos. De entrada, abriría la puerta aritmética a otras alianzas que eran impensables en la fase más dura del procés. Si las encuestas aciertan, quien más juego podría tener sería el PSC. Tras las elecciones de 2012, la mayoría parlamentaria independentista (73 diputados y 1,74 millones de votos) implicó un pacto no escrito de los tres partidos para garantizar que el Govern no caería en manos de partidos antiindependentistas, pero eso no implicó que el bloque fuera operativo: no sólo no llegó jamás a formarse un Ejecutivo tripartito sino que llegó a tensar al bloque casi hasta hacerlo fracasar.

“Desde 2012, el incentivo del electorado independentista había sido proteger la ejecución de una supuesta hoja de ruta para lograr el Estado propio”, recuerda Oriol Bartomeus, director del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS). La decepción ante la evidencia de que el Govern que capitaneaba Carles Puigdemont carecía de un plan para el día después de la independencia fallida se conjugó con la empatía del votante independentista ante la situación penal de sus líderes y el rechazo a la aplicación del artículo 155, lo que llevó a una gran movilización en las elecciones de diciembre de 2017. Los tres partidos a factor de la secesión lograron así su mejor resultado histórico: 2,07 millones de votos y 70 diputados, con un altísimo 75% de participación.

La necesidad de levantar la intervención del autogobierno fue entonces el incentivo para un bloque que ya estaba muy dividido se pusiera de acuerdo. De ahí que la gran pregunta para los comicios del próximo 12-M es qué pueden ofrecer los partidos independentistas a su electorado ahora que su competencia feroz aleja una posible acción coordinada. Para buscar el último momento de cierta unidad hay que remontarse a la celebración del referéndum ilegal del 1-O. La falta de un plan similar, aceptan fuentes de los tres partidos, genera ahora desmovilización. Y aceptan que hay una bolsa de votantes que, sin dejar de querer la separación de España, solo se activarán cuando consideren que es un momento definitorio.

¿Lo puede ser el regreso de Carles Puigdemont a España con la amnistía, después de más de seis años en los que ha permanecido en Bruselas para evitar ser juzgado? “Si su propuesta es volver a 2017, esos dos millones de votos independentistas ya no están”, opina Bartomeu. De momento, ninguna encuesta ha recogido el efecto de la decisión de Puigdemont de presentarse a las elecciones, aunque el director del ICPS sí insiste en que es el líder con más entrada en el electorado de otros partidos. Otro elemento que el CEO no detecta, dice su director Jordi Muñoz, es la irrupción de Aliança Catalana. Si el partido xenófobo de la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, consigue capitalizar parte del desencanto secesionista, podría tener la llave para sumar más de 68 escaños.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.
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