Las dudas de Borràs sobre su papel en la legislatura ralentizan la negociación del Govern en Cataluña
La elección entre un cargo en el Parlament o en el Govern condiciona el diseño del nuevo Ejecutivo
Esquerra y Junts per Catalunya insisten en que aún no están en la fase de poner caras al Ejecutivo que intentan pactar, pero el debate interno en el partido de Laura Borràs sobre cuál debe ser su papel en la nueva legislatura está ralentizando las negociaciones. La ahora diputada electa al Parlament tiene sobre su mesa tres posibles cargos, pero no termina de decidir: presidenta de la Cámara, del grupo parlamentario o vicepresidenta del Govern. Cada escenario tiene sus ventajas y riesgos y todos están condicionados por la amenaza de inhabilitación que pesa sobre ella. Los partidos se reunieron el martes por segunda vez, tras mostrar sintonía con la revisión del modelo de orden público.
La digestión de la derrota de Junts, explican varias fuentes de la formación, está siendo menos pesada de lo esperado. Tras refugiarse en la estrecha distancia con ERC, en superar el umbral del 50% del voto a favor de la secesión y la tragedia del PDeCAT, los de Puigdemont trabajan en su estrategia para abordar la situación inédita de ser el socio menor en el Gobierno catalán. Las bases se concretaron en Waterloo, donde no solo se reunieron Borràs y el expresident (que desde que huyó de España en 2017 vive en ese municipio belga), sino también otros estrategas.
Borràs es una de las piezas fundamentales del plan. Diferencias personales aparte, es unánime el reconocimiento por la campaña. Logró darle una vez más la vuelta a unas encuestas que hace meses apuntaban a los republicanos como los claros ganadores. La aún diputada en el Congreso tiene reconocido el derecho a escoger su papel. Las portavoces de ERC, Marta Vilalta, y de Junts, Elsa Artadi, insisten en que las negociaciones aún están centradas en el qué, lejos aún de posibles nombres. Pero dentro de Junts, el quién sí es clave. Y sin esa incógnita resuelta se ralentiza el resto.
Ambas formaciones aceptan que la presidencia de la Cámara catalana recaiga en Junts. Es una gran vitrina y da mucha visibilidad al tener que moderar los debates. Los enfrentamientos más graves entre los actuales socios se derivaron precisamente de la decisión de Roger Torrent de impedir que tiraran adelante, por ejemplo, la investidura telemática de Puigdemont o preservar la condición de diputado del expresident Quim Torra. Torrent evitaba así desacatar al Tribunal Constitucional o al Supremo.
Borràs podría entonces marcar perfil y contraponerse a lo hecho por Torrent. El programa de Junts incluye desobedecer si hay “injerencias” del Estado en la labor de la Cámara. La candidata también tendría un papel importante en la manera en la que se gestione la irrupción de Vox, con cosas tan sencillas como el uso de la palabra. Algunas voces creen que se trata de un cargo con cierto olor a fin de ciclo. No es el puesto ideal si lo que se busca es proyección.
También hay un componente simbólico. Borràs tiene pendiente responder judicialmente por supuestamente haber troceado un contrato público para beneficiar a un amigo. Al dejar el escaño en Madrid, la causa pasa del Supremo al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. La mera celebración de un juicio con riesgo de inhabilitación de la segunda autoridad catalana, por un caso que ella inscribe en la “represión”, tiene ya un gran efecto propagandístico en sus filas.
La opción de la vicepresidencia
Relevar a Albert Batet al frente de la presidencia del grupo parlamentario es otra opción. En las sesiones de control tendría asegurado el cuerpo a cuerpo con un Pere Aragonès president, sin las cortapisas de estar dentro del Ejecutivo. También sacaría réditos de la labor legislativa de Junts y exprimiría al máximo su recurso más efectivo, la oratoria. Al tener la presidencia del Parlament de su lado, le sería más fácil sacar adelante resoluciones polémicas. La gestión del día a día del grupo de 32 diputados, ahora sin fisuras de partido, sería más sencilla. Otra cosa es el debate ideológico, donde hay diferencias abismales.
Y queda la opción de ser vicepresidenta de la Generalitat. Convertirse en la gran sombra de Aragonès refuerza el mensaje de alternativa y es la escuela ideal para el segundo intento electoral. Pero el riesgo de volver a caer en el bucle de peleas es más grande. A ERC le funcionó combinar la vicepresidencia con Economía. Borràs está más cómoda en el mundo de las ideas que en el de la gestión.
La ley permite un conseller en cap, sin cartera. En ambos casos, la indecisión de Borràs condiciona el avance de las negociaciones con ERC para la arquitectura del Govern. Algunas voces en Junts conciben distinto el papel del número dos. Hay que vigilar a ERC desde el conocimiento de las tripas del Gobierno catalán. Ahí, perfiles como Elsa Artadi, Damià Calvet o Josep Rius tienen más números.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.