Sánchez encaja el “golpe muy duro” y acelera las medidas anticrisis
El presidente garantiza a los suyos que acabará la legislatura y promete “más calle”
Esta vez no hubo medias tintas, ni versiones edulcoradas de la realidad. Sánchez y la mayoría de la veintena de dirigentes que intervinieron en la Ejecutiva Federal más larga desde que el presidente llegó a La Moncloa, de más de tres horas, dejaron muy claro que el varapalo andaluz ha sido enorme para el PSOE y muy superior al esperado, aunque Sánchez admitió que ya desde octubre de 2021 había señales de que Juanma Moreno se había consolidado. “Es un golpe duro, muy duro”, admitió el presidente nada más comenzar la reunión, lo que marcó el ambiente general. Aún así, Sánchez dejó muy claro a los suyos que “el Gobierno está fuerte y habrá legislatura hasta el final”, esto es, hasta finales de 2023.
En algún momento el presidente reconoció que están viviendo “el peor momento de la legislatura” porque, pese a los buenos datos económicos, con una creación de empleo espectacular, parece evidente que la inflación desbocada —8,7%— está haciendo mucha mella en el bolsillo y el ánimo de los ciudadanos.
Para tratar de reconectar cuanto antes con su propio electorado, al que ven claramente desmovilizado, el Gobierno trabaja a tope desde este lunes, con múltiples reuniones, en el decreto contra la crisis, que tendrá nuevas medidas potentes, según fuentes del Ejecutivo, y no se limitará a una prórroga sin más. La orden que tienen todos los ministerios implicados es cerrar el decreto esta misma semana para ofrecer a los ciudadanos un mensaje muy claro antes de la cumbre de la OTAN de la próxima semana, que marcará la agenda política. La respuesta de Sánchez al desgaste que se ha visto en Andalucía se hará pues en forma de más medidas de protección social y un mensaje claro de refuerzo de la coalición y medidas progresistas frente a una inflación que afecta sobre todo a los colectivos más vulnerables.
Unidas Podemos, con Yolanda Díaz decidida a recuperar impulso cuanto antes después de un muy mal resultado en Andalucía, reclama un impuesto fuerte a las eléctricas y petroleras —de hasta 10 puntos más en Sociedades—, en línea con otros países europeos como Italia, Grecia o el Reino Unido. Y también, reducir al 50% el abono de transporte para facilitar que la gente lo use más ante el aumento del precio de la gasolina, en línea con lo que ha aprobado Alemania, o un cheque de 300 euros para las personas más vulnerables, como Francia o Italia, que ha aprobado uno de 200. Estas y otras ideas están encima de la mesa del Consejo de Ministros estos días para cerrar un paquete potente que demuestre que el Ejecutivo mantiene la línea seguida hasta ahora de protección de los ciudadanos ante situaciones de emergencia como la actual. “El Gobierno va a apretar el acelerador”, insisten desde el Ejecutivo.
El PP, que según el presidente diseñó una estrategia con tres elecciones autonómicas anticipadas en escenarios desfavorables al PSOE —Madrid, Castilla y León y Andalucía— para forzar una situación insostenible y un adelanto electoral, no logrará ese objetivo. Es una idea que está absolutamente consolidada en el PSOE y en Unidas Podemos, pero el presidente quiso reforzarla por si acaso. De hecho, la idea ahora es consolidar la coalición y tratar de unificar más sus mensajes para evitar las tensiones constantes, y para eso se están negociando ya las medidas de ese decreto anticrisis.
Cambio de ciclo
Sánchez niega rotundamente, y así se lo dijo a los suyos, que en España se haya instalado un “cambio de ciclo político”, como plantea el PP. En el Gobierno creen que la situación no se parece en nada a la de 2011, cuando el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero se hundió a sus peores cotas por los recortes y la crisis económica que provocaron una desconexión total con su electorado. Ahora España está creciendo, ha superado los 20 millones de ocupados, el verano está marcado por una ocupación casi total en el turismo, y las encuestas señalan que la población aprueba las medidas del Gobierno, aunque eso parece compatible con un evidente desgaste del Ejecutivo y una incapacidad del PSOE y de Unidas Podemos para transformar en apoyos electorales ese respaldo a sus iniciativas clave, como la reforma laboral, la subida del salario mínimo, la actualización de las pensiones, el ingreso mínimo vital o las leyes de protección a la sanidad y la educación públicas.
Algunos dirigentes están desconcertados por este fenómeno, no entienden que el PSOE no tenga más apoyo con una gestión bien valorada, y confían en que sea una cuestión solo de las autonómicas. En especial Andalucía, donde los socialistas han tenido una situación muy complicada, con unas primarias a cara de perro hace un año y un nuevo liderazgo aún no consolidado y sobre todo muy poco conocido. “Nunca se han hecho en tres años tantas cosas como ahora. ¿Cómo es posible que haya tanta gente desmovilizada?”, se preguntaba un miembro de la Ejecutiva.
Algunos dirigentes señalaron en la Ejecutiva que la compleja mayoría parlamentaria, que a veces necesita de apoyos muy polémicos como el de Bildu, hace que el PSOE no se esté llevando ni un solo voto de la práctica desaparición de Ciudadanos, un fenómeno que preocupa a algunos barones porque puede afectarles en las próximas autonómicas y municipales de 2023. En la reunión quedó muy claro que esa es la prueba real para el PSOE, y no estas tres autonomías complicadas que ofrecen un panorama muy negativo del estado de salud electoral de los socialistas y de Unidas Podemos. Por eso Sánchez animó a todo el partido a “tener un papel más activo y bajar a la calle para explicar la gestión del Gobierno”. “Nos ha dicho que tenemos que salir todos a contar nuestras políticas en el Gobierno y que para eso tenemos un año y medio. Es una tarea que nos corresponde tanto a la dirección federal como a los territorios”, explica un integrante de la dirección.
“Más calle”
Sánchez se comprometió a hacer “más calle” y pidió a todos “ser cercanos y humildes”. La sensación que se llevaron varios dirigentes es que a partir de septiembre empezará una larga campaña en la que el Gobierno va a tratar de dar un giro completo a ese desgaste que detectan las encuestas, aunque nadie ve claro que haya cambios de ministros en un Ejecutivo que se renovó de forma radical hace menos de un año. Claro que también hay dudas en el PSOE con algunos de esos cambios, porque hay dirigentes que creen que se ha perdido peso político y que se diseñó un Gobierno pensado para tiempos de recuperación económica mientras la guerra en Ucrania y la inflación han destrozado todos los planes.
No hubo voces críticas en la reunión de la dirección del PSOE. Nadie reprochó su campaña a Juan Espadas, consolidado para otros cuatro años. Pero sí se vio una preocupación generalizada. La derrota es muy evidente y hay que reconocerla, señalaron varios. Incluso había dirigentes “afectados”, según algunos miembros consultados. Sánchez y otros dirigentes señalaron que ha sido un error centrar las críticas en Vox, porque eso ha permitido que el PP apareciera como un refugio de centralidad, cuando en realidad, según el presidente, la moderación que pregonan los populares no es real y se ve en sus votaciones en el Congreso y en sus políticas en las autonomías. La estrategia de tratar de movilizar a la izquierda contra Vox ya fracasó en Madrid y ha vuelto a hacerlo en Andalucía, con lo que es previsible que esta haya sido la muerte definitiva de esa línea.
La mayoría absoluta del PP ha arrebatado al PSOE la imagen de un Gobierno PP-Vox en Andalucía que sin duda iba a complicar mucho las cosas a los populares. Siguen gobernando juntos en Castilla y León, y en el PSOE tienen clarísimo que también lo harían en La Moncloa si lo necesitaran, pero el impacto de esa estampa de Macarena Olona como vicepresidenta era demoledora para los populares y han logrado evitarla.
El PSOE y el Gobierno aún están en shock, pero tampoco hay movimientos claros ni contra Sánchez o Espadas. Susana Díaz, derrotada por Espadas en las primarias andaluzas hace un año, se limitó a señalar: “estoy triste, a mí me duele mucho mi partido y me duele mucho mi tierra”. Algunos presidentes autonómicos están inquietos porque este desgaste acabe afectándoles a ellos, pero en la Ejecutiva algún dirigente señaló que también se está viendo la tendencia de que tras la pandemia los ciudadanos apoyan a quien está en el Gobierno, y de hecho las encuestas no son malas ahora mismo para los barones socialistas. Javier Lambán, el de Aragón, siempre alejado de Sánchez, señaló que “es obvio que el resultado ha sido tan contundente y en una comunidad tan importante, la más poblada, que merece una reflexión muy profunda por parte del PSOE”, pero sin cargar las tintas. El PSOE trata, pues, de salir del agujero andaluz mirando ya a las municipales de 2023 y pendiente de los movimientos del Gobierno, donde ya se trabaja en las próximas medidas mientras se prepara la cumbre de la OTAN, otro gran hito, y el debate del estado de nación de julio, que intentará pasar la página andaluza cuanto antes, aunque no será fácil.
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