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La caída de Sevilla, el símbolo del socialismo andaluz

Los expertos buscan en el pragmatismo del electorado de izquierdas la explicación al triunfo histórico del PP en la única provincia en la que el PSOE jamás había perdido unas elecciones

Una vecina de Dos Hermanas (Sevilla) pasea junto a un cartel electoral del PP.
Una vecina de Dos Hermanas (Sevilla) pasea junto a un cartel electoral del PP.Paco Puentes

La provincia de Sevilla era el punto rojo que siempre permanecía inamovible a favor del PSOE en cualquier mapa de cualquier elección ―municipal, autonómica, general o europea― que se celebrara en España. Era el faro que alumbraba el refugio seguro de los socialistas ante cualquier embate del adversario (como las mayorías absolutas de José María Aznar y Mariano Rajoy). Era un símbolo para el PSOE, andaluz y nacional. Hasta el pasado domingo, cuando el tsunami del PP de Juan Manuel Moreno tiñó ese territorio de azul por primera vez en su historia.

Los populares han conseguido nueve de los 18 diputados que reparte la provincia de Sevilla, seis más que hace tres años y medio, saltando de los 147.078 votos de 2018 a los 366.389 de ahora, una subida de 23,6 puntos. No solo ha engullido los escaños de Cs, sino que le ha arrebatado uno al PSOE, que se ha quedado en cinco representantes, cayendo en 23.834 apoyos. Cuatro de cada 10 votos han ido a parar al PP, que se ha impuesto en las cinco ciudades más pobladas del territorio: Sevilla, Dos Hermanas, Alcalá de Guadaíra, Utrera (donde los populares no tienen ni un solo edil) y Mairena del Aljarafe.

Un vuelco histórico, pero que va en sintonía con el resultado general cosechado por Moreno. “El giro en la provincia consolida el cambio de ciclo en Andalucía que ya venía preparándose desde 2012, cuando el PP ganó con el 40% de los votos”, sostiene Ángel Cazorla, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Granada. “Se trata de la constatación de un hecho más profundo, que es el desanclamiento del PSOE de su electorado y la desideologización de la izquierda, no solo la socialista”, abunda. El politólogo destaca también la estrategia de Moreno: “Ese discurso moderado ha permitido la normalización de un Gobierno de la derecha en Andalucía”.

Aunque comparten el diagnóstico, en el PP reconocen que los resultados obtenidos en Sevilla han sobrepasado sus expectativas. “Esta ha sido la provincia prototípica del socialismo, la de Felipe González, la de Alfonso Guerra. Era el único puntal que se mantenía elección tras elección, pero eso ha llevado al hartazgo porque muchos votantes perciben que el socialismo actual no es el de González o el de Guerra y además Juanma y su discurso no provocan rechazo”, defiende Toni Martín, vicesecretario general del PP andaluz.

Si la provincia de Sevilla era hasta el domingo el bastión del PSOE, la localidad de Dos Hermanas (136.250 habitantes) era su talismán. El velódromo fue testigo de los mítines históricos de González y Guerra, con llenos inalcanzables para el resto de partidos; y el Lago de la Vida en Entrenúcleos fue el escenario de la reconquista del poder del partido por parte de Pedro Sánchez en las primarias de 2016. Allí dio también su primer mitin tras ser nombrado secretario general del PSOE regional Juan Espadas. A finales de mayo, en la caseta municipal en la Feria de Dos Hermanas Sánchez arropó junto a nueve ministros al candidato a la Junta.

Desde que en 1979 ganara las elecciones municipales el PCE, el PSOE no había perdido ninguna cita con las urnas en Dos Hermanas. En estos comicios, sin embargo, Moreno ha logrado el 38% de los votos frente al 25,46% del PSOE. En las generales de 2019, los socialistas obtuvieron más del doble de votos que los populares.

Reconectar con otra sociedad

El sorprendente cambio de tendencia en el municipio ocupaba casi todas las tertulias de los desayunos en las terrazas del centro de Dos Hermanas este lunes. “Moreno al final no se ha puesto a levantar las alfombras, como prometió, y eso le ha hecho ganar cierta confianza de los votantes socialistas desencantados”, considera Ana, jubilada de 64 años, que reconoce que aunque es de izquierdas el domingo no fue a votar porque “está decepcionada con los partidos”. “Yo creo que el voto al PP es también un voto de castigo al PSOE, que además hace años que había empezado su derrumbamiento y los ERE tampoco han ayudado nada”, le responde José María, de 65 años. “Pero en cuatro años este se va, porque va a tener que gestionar la sanidad, la educación. Estos no van a durar aquí 40 años, como el PSOE”, puntualiza Ana.

El exalcalde de la localidad nazarena, Francisco Toscano, con una hoja de servicios de 10 mayorías absolutas en las 10 elecciones municipales a las que se presentó desde 1983, comparte buena parte de las reflexiones de sus vecinos. “Moreno ha hecho una campaña inteligente, plana, sin ideología, vendiendo estabilidad y seguridad en tiempos de incertidumbre, y es normal hasta cierto punto que la gente revalide su confianza después de una primera legislatura, pero ahora es cuando va a tener que gestionar”, advierte. “Todos hemos contribuido también con el miedo a la ultraderecha. El mensaje ha beneficiado a Moreno”.

Toscano cree que el exceso de crítica al Gobierno central ha podido ejercer igualmente un efecto disuasorio en el votante socialista, pero admite: “La sociedad es distinta a la de hace 40 años. Aunque haya desigualdades sociales, los ciudadanos buscan estabilidad más que mensajes puntuales, y allí es donde el PSOE tiene que retomar la conexión con la ciudadanía”. Pone como ejemplo su propio municipio, donde se han instalado parejas jóvenes a las que “les preocupan sus propios problemas y no tienen en cuenta lo que pasaron sus padres o sus abuelos”.

“El voto de confianza a Moreno, ese voto prestado, es a una legislatura, es un voto que tendrá que ganárselo con su gestión”, advierte el polítologo Antonio Conde, que apunta a que esta tendencia de valorar la gestión y al candidato por encima de las siglas, como ha hecho el PP con Moreno, podría extenderse a otras convocatorias electorales de otros ámbitos.

Ese pragmatismo del electorado también es la clave del vuelco electoral para José Luis Villar, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Pablo Olavide. “Tengo la sensación de que en estas elecciones la gestión, lo pragmático, ha estado por encima de las ideologías”, dice. La gestión es lo que ha hecho a María, de 81 años, próxima al PSOE y fiel a Toscano y su sucesor en la alcaldía nazarí, votar en estas autonómicas al PP: “Dudé hasta el último momento, pero al final soy de centro y lo que no quería era que entrara Vox”.

Solo resiste La Rinconada

En pueblos emblemáticos del poder socialista el PP también ha doblado el brazo a los socialistas. En El Pedroso (2.038 habitantes), epicentro del caso de los ERE, los populares han superado al PSOE por 374 votos contra 312.  En Alcalá de Guadaíra (75.546 habitantes) el PP pasó de 4.505 a 13.413 votos, más del triple; en Utrera (51.145 habitantes), donde los populares no tienen representación en el Ayuntamiento, también triplican los resultados obtenidos en el 2018, logrando 9.341 votos, 4.406 más que los socialistas; En Mairena del Aljarafe (46.895 habitantes), la cuarta ciudad más poblada de Sevilla, el PP dobla al PSOE.

La capital andaluza también ha visto crecer hasta en 20 puntos el respaldo al PP. Solo dos de los 11 distritos sevillanos en los que se divide la ciudad siguen prefiriendo al PSOE: Norte y Amate, donde los socialistas suelen cosechar los mejores resultados a nivel nacional en las grandes ciudades.

El granero de votos del PSOE en la provincia de Sevilla se ha convertido en un erial, pero uno de sus feudos tradicionales ha resistido la embestida del PP. En La Rinconada, donde gobierna Javier Fernández, el secretario general de los socialistas sevillanos, no solo se ha mantenido la hegemonía de la formación, sino que ha subido en votos. Eso sí, el PP también ha mantenido allí su tendencia al alza, triplicando sus apoyos.

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